Maximiliano Troyano tuvo que dar una vuelta de página en su carrera política. Fue desplazado por el gobernador Juan Manuel Urtubey, quien el lunes posesionará en su lugar a Eduardo Sylvester.
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Maximiliano Troyano tuvo que dar una vuelta de página en su carrera política. Fue desplazado por el gobernador Juan Manuel Urtubey, quien el lunes posesionará en su lugar a Eduardo Sylvester.
El joven exministro de Seguridad se fue con pena y sin gloria, luego de sus polémicas declaraciones sobre los ataques a turistas en la provincia, un tema de alta sensibilidad luego del brutal crimen de las jóvenes francesas, ocurrido a mediados del año pasado en San Lorenzo.
Podrá decirse ahora que la juventud e inexperiencia de Troyano fueron directamente proporcionales al tiempo de su permanencia al frente de la neurálgica cartera.
También se podrá decir que, en definitiva, lo que terminó condenando a Maximiliano Troyano fue su actitud inmadura de subestimar un serio problema.
Pero Troyano fue desplazado por Urtubey y no se puede negar que el Gobierno tomó una decisión: terminar con la inseguridad en materia de turismo.
El costo político que implica el desplazamiento de un ministro parece no importarle en este caso al gobernador, acostumbrado a mantener bajo su ala a funcionarios despedidos.
El Gobierno se mostró errático en los últimos meses sobre las figuras a cargo de áreas críticas, como Seguridad y Gobierno, sean estos ministros o secretarios.
El golpe de timón dado ayer por el gobernador supone la aceptación de una crisis y, al mismo tiempo, el compromiso y la voluntad para resolverla.
Pero la plena aceptación del problema no quita que hay cosas que deben ser reelaboradas; barajar y dar de nuevo será la consigna de Urtubey en esta materia.
Reposicionar a la provincia, no ya desde el punto de vista del servicio turístico, sino de la propia seguridad para el visitante, no será una tarea fácil, pero debe comenzar a hacerse cuanto antes.
Para ello, el plan de acción del nuevo ministro será determinante. Los plazos y la tolerancia de la opinión pública, también.