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Un luchadora en contra de la pobreza

Jueves, 08 de marzo de 2012 12:26

Sonia Cachagua llegó a vivir en Primera Junta sin saber que muchos vecinos sobrevivían del basural ubicado a pocas cuadras y que las inundaciones eran un drama acostumbrado para las familias de la zona. En poco tiempo, y con los dolores de una esclerosis múltiple a cuestas, tuvo que convertirse en cabeza de peleas que empezaron a cambiar de a poco la realidad. También abrió un comedor en lo que era una de las villas de emergencias más complicadas de la ciudad.
 

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Sonia Cachagua llegó a vivir en Primera Junta sin saber que muchos vecinos sobrevivían del basural ubicado a pocas cuadras y que las inundaciones eran un drama acostumbrado para las familias de la zona. En poco tiempo, y con los dolores de una esclerosis múltiple a cuestas, tuvo que convertirse en cabeza de peleas que empezaron a cambiar de a poco la realidad. También abrió un comedor en lo que era una de las villas de emergencias más complicadas de la ciudad.
 

“Un día vi que los chicos se colgaban de los camiones que pasaban hacia el vertedero. Era para buscar algo de comer, sobre todo cuando llegaban los que traían mercadería vencida de un supermercado”. Así recuerda Sonia el momento en que decidió abrir un centro para repartir alimentos.
“Al principio era una olla popular. Después nos fuimos ordenando para conseguir apoyo”, contó.
Sonia Cachagua se instaló en Primera Junta ahogada por las necesidades económicas. Se mudo al barrio tras años de gastar en tratamientos para su enfermedad y después de vender la casa que estaba pagando en otro barrio.
“En 2009 encontré un terreno con una pieza en Primera Junta y decidí que ahí podía volver a empezar. No sabía dónde estaba. Al poco tiempo me desperté inundada en la madrugada y con una vecina que me tocaba la puerta para pedir ayuda”, relató.
Primera Junta es una zona de necesidades extremas al sudeste de la ciudad. Sonia empezó a organizar reclamos para que llegaran los servicios más básicos.
 

Las cloacas, el alumbrado y la asistencia social empezaron a ser realidades a medida que la gente hacía escuchar las urgencias de este sector, hasta entonces poco conocido.
Sonia fue una figura protagónica en las protestas por seguridad que se originaron después de que una comerciante del barrio muriera acuchillada en 2010, en una expresión de la marginalidad del lugar.
También se la vio motorizar pedidos en la calle durante la histórica nevada de julio de 2010, un fenómeno que dejó postales de la ciudad cubierta de blanco pero también generó una crisis para las familias que subsistían en casas precarias y sin calefacción.
A fines de 2011, sus problemas de salud le impidieron seguir con el comedor y su actividad comunitaria tuvo que limitarse. Pero su lucha social ya había dejado un camino abierto.
Sonia trabajó como guardaparque hasta que debió retirarse y también fue atleta. “Algunos me cuestionarían, aunque hice lo mejor que pude. Mi pronóstico es reservado pero voy a seguir peleando”, desafió, en el resumen de una historia que recordarán muchos que la conocieron ayudando.
 

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