En un claro gesto de debilidad, el Gobierno nacional analiza el aplazo de la suba del boleto en los trenes y colectivos, tras el malestar social que generó la tragedia de Once. La nueva tarifa que comenzaría a regir, a mediados de mayo, todavía no fue adelantada.
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En un claro gesto de debilidad, el Gobierno nacional analiza el aplazo de la suba del boleto en los trenes y colectivos, tras el malestar social que generó la tragedia de Once. La nueva tarifa que comenzaría a regir, a mediados de mayo, todavía no fue adelantada.
Luego de la renuncia de Schiavi al frente de la Secretaría de Transporte y la designación por decreto del exintendente de la localidad santafesina de Granadero Baigorria y hombre de confianza del ministro de Planificación De Vido, Alejandro Ramos se hará cargo de esa cartera en medio de una fuerte tormenta que azota al Gobierno nacional y, en particular, a esa área.
Otro de los motivos para la nueva prórroga del aumento sería la ineficiencia en la distribución de la famosa tarjeta SUBE en Buenos Aires. Hasta el momento hay casi 3 millones de personas que pidieron el plástico por internet y que todavía no lo han recibido, lo que deja a las claras las deficiencias en la entrega de la misma.
Cabe recordar que los incrementos en juego para los colectivos y trenes habían sido anticipados por el Gobierno a principios de noviembre, cuando puso en marcha la nueva política de eliminación de subsidios tarifarios en los servicios de energía eléctrica, gas y agua potable. En ese momento, De Vido y el exsecretario de Transporte Juan Pablo Schiavi anunciaron que en los primeros meses de 2012 se iba a poner en práctica un “redireccionamiento” en los subsidios destinados al transporte público. Según la explicación oficial, el eje del nuevo esquema “será dejar de subsidiar a las empresas para pasar a subsidiar a los usuarios que realmente necesitan la ayuda estatal”.
Pero lo principal de dar marcha atrás con esta decisión tendría que ver con el complicado momento político del oficialismo. El abultado aumento de las dietas de los legisladores, la tragedia de Once y la responsabilidad del Estado como órgano controlador y las descalificadoras palabras de la Presidenta contra los docentes que tuvo como consecuencia un contundente paro de los profesionales de la educación, hicieron dar marcha atrás está decisión que afectaría gravemente el capital político del kirchnerismo por más de que este no es un año electoral.
A este complejo cuadro hay que sumarle las decisiones en materia económica de la Casa Rosada que hasta el momento no ganaron la “simpatía” de la sociedad en conjunto. Un ejemplo es el tema de los subsidios, que si bien Cristina Fernández habla de “sintonía fina” y aumentos segmentados, los incrementos avanzan indiscriminadamente afectando a los que menos ingresos tienen.
En lo que se refiere al transporte, según los estudios del sector, sin ningún tipo de subsidio estatal, la tarifa tendría que escalar a $4,38. El plan inicial consistía en quitar los subsidios a los pasajeros sin la tarjeta SUBE, y llevar los boletos para esos usuarios a $2,50. Pero desde la Casa Rosada se replantearon este plan ante el humor político de la gente.
Mientras tanto, muchas provincias iniciaron el año con fuertes incrementos en el boleto del colectivo. En el caso de la red de subtes, a principios de año el Gobierno porteño aplicó un aumento del 127%, al llevar la tarifa de $ 1,10 a $ 2,50.