Los que generaban disturbios se volcaron a la Municipalidad y preferí que sea así para que las empresas pudieran trabajar.
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Los que generaban disturbios se volcaron a la Municipalidad y preferí que sea así para que las empresas pudieran trabajar.
No puedo subestimar a quienes saben que estoy de viaje, dónde están mis hijas y cómo comunicarse con mi padre.
Voy a vivir en el Regimiento que es un lugar integrado a la comunidad, donde viven unas 30 familias de civiles.
El intendente de Tartagal, Sergio Leavy descartó ante El Tribuno que su traslado esté relacionado a la inseguridad en el norte salteño, donde el narcotráfico y la delincuencia parecen haber ganado terreno. En cambio, insistió en relacionarlo con la reacción de un grupo minoritario de líderes piqueteros que decidieron quedarse al margen de las políticas de inclusión laboral y social de los desocupados.
¿Imaginó que su anuncio iba a tener tanta trascendencia?
No, porque no lo hice pensando en nada más que en la seguridad de mi familia y en el bienestar de mis hijas. Mucha gente me llamó sorprendida porque quienes no conocen cómo es la vida en Tartagal no saben que el Regimiento está totalmente integrado a la comunidad, no es una zona vedada para los tartagalenses. Allí funciona la cancha de hockey, allí vivieron jueces y funcionarios del Poder Judicial y hoy viven muchos amigos y conocidos agricultores. Por cierto que tiene mayor control que cualquier otro sitio, por eso elegí ese lugar. Como cualquier padre, lo único que pretendo es que mis hijas salgan tranquilas de su casa, anden en bici como cualquier nena y puedan jugar al hockey como tantas amigas y compañeras de su colegio.
Algunos lo criticaron porque opinan que se asegura usted y su familia y deja al resto de los tartagalenses librados a su suerte...
Lo que me sucedió no es un tema de inseguridad en ningún sentido. Tartagal es mucho más segura que hace algunos años y también lo es en relación a los grupos de desocupados. Antes la intimidación y la coacción tenían como blanco a las empresas de cualquier actividad. La ruta estaba cortada todas las semanas, pero eso se terminó. La realidad es que todos los que antes generaban disturbios se volcaron a la Municipalidad y realmente yo prefería que sea así para que las empresas, los comercios pudieran trabajar y los vecinos transitar libremente sin tener que pagar peaje o esperar horas que a un piquetero se le ocurra liberar la ruta.
También lo criticaron duramente por la relación que mantiene con los grupos de desocupados...
Es totalmente cierto y muchos tartagalenses me enrostran que yo “los fomento”, “los mantengo”. Pero al llegar a la intendencia tenía que asumir que habían cientos de desocupados que son de la comunidad, que no se los puede esconder ni ignorarlos. Más fácil hubiera sido dejarlos en la ruta, cobrando peaje o intimidando a las empresas y yo quedarme tranquilo en mi despacho. Muchos de esos grupos se organizaron, formaron cooperativas y hoy si forman una UTE podrán hacerse cargo de la construcción del pequeño hospital de Yacuy que se hará con recursos del Fondo de Reparación Histórica. Pero quedan 20 o 30 líderes de estos grupos que apelan al insulto, a la intimidación y a la violencia, que tendrán que cambiar su metodología porque de otra manera no van a conseguir nada.
¿Se hicieron las denuncias policiales?
Nosotros hicimos todas las denuncias y esperamos que la Justicia actúe, cite, investigue y tome las medidas que tenga que tomar. La última denuncia la hice cuando estaba en la ciudad de Salta porque los dos últimos mensajes los recibí cuando llegaba a la zona del Portezuelo. Ahí me decían que si yo creía que estaba todo bien, que sabían dónde estaba mi hijita y que ellos eran gente con la que no se jodía. Justamente iba a Salta a buscarla después de un campeonato de hockey y ese mensaje me paralizó. Cuando mi padre que vive en Metán me llama para decirme que le habían advertido que a mí me iba a recibir en una bolsa negra, ya fue demasiado. Allí me di cuenta que eran cuestiones con un tinte mafioso. No puedo subestimar a quienes saben que estoy de viaje, que conocen dónde están mis hijas, que averiguan cómo comunicarse con mi padre. Allí mismo le pedí una reunión al jefe de Policía, Marcelo Lami y el fiscal Pablo López Viñals.
¿Cómo seguirá la gestión? ¿qué otras medidas va a adoptar?
La gestión va a seguir adelante como siempre, solo que yo voy a vivir en el Regimiento que, reitero para quienes no conocen Tartagal, es un lugar totalmente integrado a la comunidad, donde viven unas 30 familias de civiles. En cuanto a las medidas que tomaré, ya le pedí a la Secretaría de Obras Públicas que diseñen las modificaciones que deban hacerse al edificio municipal para que haya más seguridad, no solo para los funcionarios sino para los vecinos que vienen a realizar un trámite o a pagar sus impuestos. Reconozco que últimamente los únicos que tenían “copado” todos los días los espacios eran estos grupos de desocupados y eso no seguirá sucediendo. Además, hemos decidido descentralizar varias oficinas en diferentes edificios. Cualquier casa municipal tiene ciertos controles para el ingreso de personas y eso es lo que vamos a implementar en Tartagal.
Los desocupados van a seguir reclamando obras públicas, trabajo, subsidios...
La propuesta que tenemos para ellos es que se organicen, que conformen UTEs para tener capacidad de obra y puedan competir con otras empresas, que formen cooperativas y puedan ofrecer sus servicios también en otros municipios y que se vuelquen a proyectos productivos como los que están en pleno desarrollo en Tartagal y que los llevan adelante quienes también eran desocupados o desocupadas. Hay varios como la fábrica textil y una decena de iniciativas que están aguardando para su aprobación en la Provincia.