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Popurrí de inquietudes universitarias

Lunes, 16 de abril de 2012 19:53

Comencemos por el principio. Con respecto a la palabra “popurrí” que Uds., queridas estudiantes de mi antigua UNSa, utilizaron en el mensaje (en el que me habían propuesto diversos temas e inquietudes sobre los que me solicitaban que les contestara), se refiere a una “composición formada por fragmentos de varias piezas musicales”, según nos informa Héctor Zimmerman en su libro “Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato”, página 267.
Proviene del francés “pot-pourri”, cuya traducción literal es “olla podrida”, una comida preparada con carnes y verduras muy diversas. Para el autor, es “algo así como un puchero melódico”. En este caso, y también en muchos otros, aplicamos el concepto a un conjunto de asuntos mezclados, quizá parcialmente enunciados, que se presentan, aunque sea fuera del contexto musical, propio de esta expresión. Por eso es aceptable que se identifique como “popurrí de inquietudes universitarias” las que me acaban de proponer.
 

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Comencemos por el principio. Con respecto a la palabra “popurrí” que Uds., queridas estudiantes de mi antigua UNSa, utilizaron en el mensaje (en el que me habían propuesto diversos temas e inquietudes sobre los que me solicitaban que les contestara), se refiere a una “composición formada por fragmentos de varias piezas musicales”, según nos informa Héctor Zimmerman en su libro “Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato”, página 267.
Proviene del francés “pot-pourri”, cuya traducción literal es “olla podrida”, una comida preparada con carnes y verduras muy diversas. Para el autor, es “algo así como un puchero melódico”. En este caso, y también en muchos otros, aplicamos el concepto a un conjunto de asuntos mezclados, quizá parcialmente enunciados, que se presentan, aunque sea fuera del contexto musical, propio de esta expresión. Por eso es aceptable que se identifique como “popurrí de inquietudes universitarias” las que me acaban de proponer.
 

Para abundar un poco más, a continuación coloco la definición, sobre esa palabra, que propone la Enciclopedia Universal Sopena (tomo VII, página 6.900): “Olla podrida, puchero español // figurado. Revoltillo, miscelánea, mezcla confusa // Mús. Composición formada de fragmentos o temas de obras musicales de un mismo autor”. El DRAE, por fin, nos da lo siguiente: “(Del francés ‘pot purri’, calco del español ‘olla podrida’). Mezcolanza de cosas diversas, cajón de sastre. // 2. Mús. Composición musical formada de fragmentos o temas de obras diversas”.
La “olla podrida”, comida española, es la que, además de llevar carne, tocino y legumbres, tiene, en abundancia, jamón, aves, embutidos y otras cosas suculentas. Esta nos recuerda, en cierto modo, a nuestro locro o bien a nuestro puchero, ambos manjares que hacen aguar la boca a más de uno.
Pues bien, vamos ahora a contestar las preguntas de las estudiantes.
 

Los extranjerismos
 

Se entiende por tales, aquellas dicciones que provienen de otras lenguas. Muchas de ellas ya han sido castellanizadas, por lo que cuentan con una forma propia: fútbol, boxeo, márquetin; sin embargo, la mayoría (en especial, aquellas con ingreso relativamente reciente) se usa como “extranjerismos crudos”, es decir, tal cual vienen de la otra lengua. Por ejemplo, ‘hooliggan’, ‘reggae’. En estos casos la regla estatuye que debe escribírselas destacándolas con letra cursiva o bastardilla, o bien entre comillas. No es correcto transcribirlas sin esas condiciones. Esto debe llevarse a cabo con términos que provengan de otro idioma, no solo del inglés: ‘sheriff’, ‘piercing’, ‘pendrive’, ‘amateur’ y otros, tienen que escribirse del modo como lo acabo de hacer o con otro tipo de letras. Entonces, según la “Ortografía de la lengua española”, deben registrarse “con una marca gráfica que destaque su condición de palabras pertenecientes a otra lengua: preferentemente en cursiva en la escritura tipográfica (siempre que el texto esté escrito en redonda; pero en redonda, si el texto base está escrito en cursiva) y entre comillas en los textos manuscritos, donde no es posible establecer la oposición entre la letra redonda y la cursiva”. De esa manera, se dará a entender al lector que tal palabra no pertenece a nuestra lengua.
¿Se coloca un punto después de los signos de pregunta o exclamación?
En primer lugar, estos signos tienen la misma competencia para cerrar una oración, razón por la cual no se debe colocar el punto al cerrarla detrás de ellos. Sin embargo, estos signos pueden llevar otros que no sean el punto. Por ello podrá encontrarse oraciones en las que, después de un signo de interrogación o exclamación, habrá una coma, un punto y coma o dos puntos. Esto es posible en situaciones como en las de los siguientes ejemplos: ¿Cómo te llamas?, ¿en qué trabajas?, ¿cuándo naciste?, ¿dónde? Otro ejemplo: ¡Cómo ha nevado esta noche!; ¡qué blanco está todo!; ¡qué frío vamos a pasar hoy! Evité colocar comillas por lo que podrán apreciar enseguida. En este caso, se puede apreciar el uso tanto de la coma, como del punto y coma.
En segundo lugar, existe una única posibilidad en la que se debe, obligatoriamente, colocar el punto de cierre al final de la oración. Es cuando la interrogación o la exclamación va entrecomillada. En ese caso hay que colocarlo, tal como aparece en el ejemplo que sigue: “¡Los días soleados como este -se entusiasmó Silvia- me encantan!”. Es que la competencia de cerrar la oración, propia del signo de exclamación, ha sido anulada por el cierre de la comilla, razón por la cual hay que realizarlo normalmente mediante el punto.
Agreguemos a esto que, cuando cierra la oración cualquiera de estos signos, la primera palabra que sigue a ese cierre deberá ir con mayúscula inicial, tal como sucede con el punto.
 

¿Qué son los palíndromos?

El término “palíndromo” proviene de dos palabras griegas: ‘palin’, un adverbio que significa “hacia atrás”, “atrás”, “en sentido inverso”, “al contrario”, “al revés”; y ‘dromos’, “carrera”. Por lo tanto, se trata de la palabra o frase que se puede leer de igual manera, de derecha a izquierda, o de izquierda a derecha. Es el caso de “Menem”, “Neuquén”, “somos”, “anilina” o de la frase “dábale arroz a la zorra el abad”.
 

Palabras de otras lenguas
 

Como lo afirmamos en varias oportunidades, en la realidad no existen las fronteras entre lenguas. Hay un permanente intercambio entre unas y otras. Esta situación se dio siempre, pero en la actualidad se ha incrementado gracias a la hipercomunicación y a la globalización. Entonces es una situación totalmente normal que haya “préstamos” de palabras, formas gramaticales y sintácticas entre unas y otras. En diversas ocasiones, en mis artículos, he abordado este enriquecimiento mutuo de los idiomas entre sí, debido a las contribuciones que entre ellos se produce.
Queda claro, por lo tanto, que el término técnico que designa las contribuciones entre las distintas lenguas es “préstamo”. Ahora bien, es conveniente explicar (habida cuenta del tenor de la pregunta de los alumnos: “¿Cómo se llama la palabra que se pierde de una lengua y a la que se incorpora?”) que no existe una pérdida por parte del idioma que realiza un préstamo. Además, el que presta más se enriquece, ya que sigue viviendo en las palabras que prestó. Es como en el caso del implante de un brote en otra planta: aquella se fortalece aún más.
Continuaré la próxima semana con la contestación a las inquietudes que restan.
 

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