Víctor Ortiz asombra. Oriundo de Rosario de la Frontera y con apenas 20 años está cursando el último año de Medicina en la Universidad Nacional de Tucumán. Por si fuera poco, tiene un promedio general de 8.
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Víctor Ortiz asombra. Oriundo de Rosario de la Frontera y con apenas 20 años está cursando el último año de Medicina en la Universidad Nacional de Tucumán. Por si fuera poco, tiene un promedio general de 8.
Ingresó a la Universidad en 2008, con 16 años y vive actualmente en el barrio Villa Beba, de la ciudad termal, junto a su padre Víctor Hugo Ortiz, jubilado, y sus hermanos Federico (19) y Silvana (8). Su madre, Rosa Miranda, falleció en 2007.
Una inteligencia notable
Desde muy pequeño Víctor comenzó mostrar sus dotes intelectuales: a los 3 años sabía leer y a los 4 comenzó a escribir.
Cursó el tercer grado en cuestión de días, ya que la maestra recomendó el pase al grado siguiente por sus cualidades académicas.
A los 8 años comenzó a estudiar inglés y a los 13 se recibió de profesor en el instituto Charles Dickens.
A pesar de todo, este joven no se considera un superdotado. “Solo tengo una cierta facilidad para comprender y asimilar conceptos”, responde cuando se le pregunta sobre sus cualidades.
Durante el primer año en la universidad de Tucumán, su corta edad no dejó de asombrar a profesores y a otros estudiantes. “En los primeros días de clases cuando dije que tenía 16 años provoqué el desconcierto de profesores y compañeros. Y siempre fue la misma pregunta: ¿cómo entraste a la facultad con tan corta edad”, expresó.
Víctor se preparó en menos de tres meses para el examen de ingreso a la Facultad de Medicina. “Había lugar para 200 estudiantes y quedé posicionado en el 75. La mayoría de mis compañeros tenían entre 20 y 22 años”, cuenta.
La polémica
Cuando en Tucumán, a través de las redes sociales, tomó estado público la noticia de que Víctor Ortiz, con 20 años, cursaba el último año de Medicina, surgió el debate en la comunidad en general sobre si era “normal o necesario” que una persona comience una carrera universitaria a tan corta edad.
“Viví mi infancia, adolescencia y juventud en forma normal, como cualquier otro chico. No salté ninguna etapa. Viví cada momento de mi vida y jamás me sentí anormal”, responde. Víctor es un apasionado del fútbol, ya que siempre acompañaba a los partidos a su padre, quien actualmente se desempeña como director técnico. Además, jugó en el club Vialidad, en el Güemes y disputó un Sub- 15, en representación de la ciudad termal.
En estos años desarrolló el gusto por la música. Toca la guitarra y quiere estudiar música y canto. “En ningún momento la facultad consumió mi vida. Cada cosa debe vivirse en su momento”, aclara sin duda este sorprendente joven.