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Sainete criollo en la Embajada inglesa

Miércoles, 04 de abril de 2012 19:58

El lunes, frente a la sede de la Embajada de Gran Bretaña en Buenos Aires, fueron quemadas gomas y banderas (inglesas, por supuesto), y se produjeron actos de violencia que fueron condenados por Londres en muy duros términos, además de exigirle al gobierno de Ella que no afloje en dar “protección adecuada” a su misión diplomática.

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El lunes, frente a la sede de la Embajada de Gran Bretaña en Buenos Aires, fueron quemadas gomas y banderas (inglesas, por supuesto), y se produjeron actos de violencia que fueron condenados por Londres en muy duros términos, además de exigirle al gobierno de Ella que no afloje en dar “protección adecuada” a su misión diplomática.

Estaría de más decir que la Casa Rosada respondió con la firmeza que la caracteriza.

Todos los indicios y pruebas señalan como principales autores de los desmanes a los militantes del Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho, que habrían tenido la colaboración activa y solidaria del Partido Comunista Revolucionario (PCR), y de la Corriente Estudiantil Popular y Antiimperialista (CEPA).

Cuando la policía llegó a serenar a los revoltosos y a tratar de poner orden, fue recibida por los muchachos con entusiastas andanadas de bombas incendiarias, piedras, palos, tuercas y otros proyectiles de acero arrojados con hondas (queda claro que las bombas no se arrojaron con hondas).

Tiene que haber sido un espectáculo digno de verse: los muchachos de Quebracho, con capuchas, palos y varillas metálicas, asustando a todos y todas que pasaban por el lugar; los jóvenes del Partido Comunista Revolucionario recitando en voz alta los Pensamientos del Presidente Mao, y los chicos de la Corriente Estudiantil, Popular y Antiimperialista coreando consignas como “­Queremos ver a las Malvinas pintadas azul y blanco!” (¿Se acuerda el lector cuando los uniformados de la dictadura pintaban de azul y blanco lo que tenían a su alcance? Bancos de plazas, postes de luz y de teléfono, tanques de agua, etcétera, todos pintados de azul y blanco.)

Identificados los tres grupos atacantes de la Embajada, sólo quedaba determinar quién de ellos había tenido mayor cometido en el exceso.

Hubo coincidencia: ninguno quiso adjudicarse la responsabilidad mayor; se la cedió al vecino, lo que demuestra generosidad.

Por ejemplo, Fernando Esteche jefe del Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho, afirmó por Radio Salta que su organización no tuvo nada que ver con los enfrentamientos con la policía. “Nosotros nos fuimos a las 14.Los insultamos un poco a los ingleses, y nos retiramos. Los incidentes fueron después. Habrá que preguntarles al Partido Comunista Revolucionario y a la Corriente Estudiantil, pues ellos se quedaron. Nosotros no tuvimos nada que ver”.

Pareciera, entonces, que los indicios y pruebas que mencionamos más arriba estaban equivocados. Quebracho no fue. Los del PCR sólo entienden el mandarín, y no responden, y los de la Corriente Estudiantil ya se olvidaron y están en otra cosa. Así que ¿damos vuelta la página?

Pero el juez de Garantías de La Plata, César Melazo, está convencido que fueron los muchachos de Esteche los que animaron los incidentes y, con toda bronca, confesó que “dan ganas de romperle la cara a los militantes de Quebracho”. ­Más compostura, señor juez!

De este remedo de sainete criollo podemos sacar una enseñanza: Quebracho evoluciona. Ya aprendió a sacarse el lazo con envidiable soltura.

Lo que no podrá sacar es la pelota que metió en su propio arco.

 

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