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Había una vez un YPF

Domingo, 08 de abril de 2012 22:00

Hasta hace pocos años quien sostuviera que las Fuerzas Armadas argentinas se encaminaban a su desaparición, bien podría haber sido tildado de tener las facultades mentales alteradas. De igual manera quien se atreviera a imaginar que YPF sería desintegrado.

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Hasta hace pocos años quien sostuviera que las Fuerzas Armadas argentinas se encaminaban a su desaparición, bien podría haber sido tildado de tener las facultades mentales alteradas. De igual manera quien se atreviera a imaginar que YPF sería desintegrado.

Pero, nada es producto de la casualidad, sino todo lo que ocurre en nuestro país obedece al cumplimiento a rajatabla de un plan perfectamente preconcebido , cuyo antecedente bien puede precisarse en el Plan Canning (1800), a 300 años vista.

Hubo momentos en los que parecía que el programa se alteraba, constatando a los pocos años como un plan “B” encaminaba las cosas en los lineamientos previstos.

Todo cambiaba para que no cambie nada.

YPF hoy

Si el general Mosconi se levantara de su tumba y constatara lo que los argentinos hicieron con su creación, la urgencia de volver a su sepulcro no tendría parangón.

El extraño accidente aéreo en el que perdió la vida el presidente de YPF (José Estenssoro 4/5/95) parece ser el inicio del camino que conduce al YPF de hoy.

En la Constitución de 1949 se estableció que: “los recursos naturales del país eran de propiedad inalienable e imprescriptible de todo el pueblo argentino”.

En 1994 la reforma constitucional otorga dicha propiedad a las provincias.

Consecuencias: se imposibilita la elaboración de una estrategia nacional del aprovechamiento de los recursos en beneficio de todo el pueblo argentino, fraccionándose esa decisión en administraciones que, en muchos casos, no disponen de financiamiento para cubrir las necesidades básicas de sus geografías. Tal circunstancia posibilita la concreción de acuerdos al “mejor postor” con empresas (extranjeras), en muchos casos monopólicas, con el agravante que sus controles accionarios, en el caso de muchas mineras y petroleras, se encuentra en poder de firmas involucradas con quienes disputan nuestra soberanía austral.

Barclays Bank

Merece especial mención el Barclays Bank que fuera designado por el entonces ministro de Economía Amado Boudou por medio de la Resolución 267/09 como el “coordinador global para las negociaciones de la deuda externa argentina”.

El actual vicepresidente de la Nación Argentina no tuvo ningún empacho en designar al accionista mayoritario de la British Petroleum (BP) al frente del cepo externo argentino. O sea, que un súbdito del Reino Unido no solo maneja nuestra deuda sino que con el control accionario de las empresas, este fondo es virtualmente dueño de toda nuestra minería y todo nuestro petróleo, desde la Quiaca pasando por el continente, la plataforma submarina, el territorio insular, hasta la Antártida.

En reiterados artículos de esta columna hice referencia a este fondo bancario.

Con la tecnología informática actual, el lector podrá encontrar fácilmente la extensión de los tentáculos de este. Por ello, los actuales intentos de la “novísima unión” de provincias petroleras Ofephi en su intento de crear una “Petrobras argentina” deberá contar con el “visto bueno” de Barclays y someterse a sus designios, que muy posiblemente se traduzcan en unas miserables monedas en concepto de regalías aceptadas e imploradas por los gobernadores provinciales, llevándose el grueso de los recursos mineros y petroleros de todos los argentinos.

Había una vez un YPF en el norte salteño, y en muchas regiones argentinas, que supo encauzar toda una sociedad en pos del trabajo y el progreso que hoy ya no existen.

 

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