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La diplomacia ?barrabrava?

Jueves, 10 de mayo de 2012 22:28

“¿Vio? Soy un barrabrava. Acostúmbrese”. Así le contestó Héctor Timerman, a poco de asumir, al periodista Nelson Castro; quien lo acusaba de hablar como tal. Nadie, en ese momento, se hizo eco de la autoincriminación del canciller. El mismo personaje, en otro hecho para lamentar, se constituyó en persona en el aeropuerto de Ezeiza y, blandiendo una tijera cortaperno en una mano, forzó el candado de “siete llaves” que aseguraba la valija secreta del gobierno de los EEUU que traían las fuerzas especiales que habían sido invitadas por el país.

El justificativo para semejante operación fue la sospecha de que los “yanquis” querían ingresar drogas y armas al país (debieran mostrar la misma enjundia para controlar la frontera con Bolivia). Estas típicas bravuconadas K no son gratis para el país. Hace unos días, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, desde el recinto del Senado nacional y por televisión, para todo el país, expresó: “La seguridad jurídica es un concepto horrible”. En cualquier país medianamente serio dichos de esta naturaleza propalados por funcionarios públicos gatillan sus automáticas renuncias.

¿Es que estos señores kirchneristas no han caído en cuenta aún que nos representan ante el mundo y que, además, la suerte de nuestro actual y futuro patrimonio y la de nuestras relaciones comerciales y culturales con nuestros semejantes de otras latitudes depende, en gran medida, de sus dichos y acciones? ¿Cuántos miles de millones de dólares menos de inversión para el país estarán contenidos en la irresponsable frase de Kicillof : “La seguridad jurídica es un concepto horrible”? ¿Qué seguridad jurídica, para propios y extraños, pueden garantizar funcionarios que piensan de esta forma?

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“¿Vio? Soy un barrabrava. Acostúmbrese”. Así le contestó Héctor Timerman, a poco de asumir, al periodista Nelson Castro; quien lo acusaba de hablar como tal. Nadie, en ese momento, se hizo eco de la autoincriminación del canciller. El mismo personaje, en otro hecho para lamentar, se constituyó en persona en el aeropuerto de Ezeiza y, blandiendo una tijera cortaperno en una mano, forzó el candado de “siete llaves” que aseguraba la valija secreta del gobierno de los EEUU que traían las fuerzas especiales que habían sido invitadas por el país.

El justificativo para semejante operación fue la sospecha de que los “yanquis” querían ingresar drogas y armas al país (debieran mostrar la misma enjundia para controlar la frontera con Bolivia). Estas típicas bravuconadas K no son gratis para el país. Hace unos días, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, desde el recinto del Senado nacional y por televisión, para todo el país, expresó: “La seguridad jurídica es un concepto horrible”. En cualquier país medianamente serio dichos de esta naturaleza propalados por funcionarios públicos gatillan sus automáticas renuncias.

¿Es que estos señores kirchneristas no han caído en cuenta aún que nos representan ante el mundo y que, además, la suerte de nuestro actual y futuro patrimonio y la de nuestras relaciones comerciales y culturales con nuestros semejantes de otras latitudes depende, en gran medida, de sus dichos y acciones? ¿Cuántos miles de millones de dólares menos de inversión para el país estarán contenidos en la irresponsable frase de Kicillof : “La seguridad jurídica es un concepto horrible”? ¿Qué seguridad jurídica, para propios y extraños, pueden garantizar funcionarios que piensan de esta forma?

Otro, si digo, es el ya mundialmente famoso spot publicitario del gobierno nacional sobre los Juegos Olímpicos de Londres y las islas Malvinas. Inconfundible baladronada populista que evidencia lo contrario de lo que pretende explicitar. Porque, mientras que en la ficción del spot los argentinos parece que hacemos lo que se nos da la gana en las islas (entrenar para los Juegos Olímpicos, por ejemplo), en la vida real los que efectivamente mandan allí son los ingleses, y los argentinos apenas sí podemos filmar un spot publicitario clandestino porque no tenemos permiso ni para eso. Alimentar el patrioterismo no ayuda en nada a la recuperación del territorio insular. Sí, en cambio, renueva inquina de los kelpers hacia los “argie”.

Pero, eso no es todo. Porque el spot aunque está dirigido intencionalmente al Reino Unido de la Gran Bretaña, la trasciende. Ello por la sencilla razón de que contamina políticamente a un evento que hermana a los pueblos como ninguno. Que los Juegos Olímpicos se realicen el Londres no quiere decir que sus propietarios sean los ingleses ni mucho menos. El acontecimiento pertenece a la humanidad. Ya en los tiempos en que se originaron, en la Grecia clásica, las ciudades que estaban guerra entre sí se daban una tregua para acudir a la competencia. Alguien debiera explicarle a Cristina y a Timerman que están “escupiendo el asado” en la mesa donde están sentados todos los países del mundo. A propósito, ­linda forma de presentar a la Argentina como posible sede de las Olimpíadas!

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