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El Norte Grande debe ser una potencia alimentaria

Sabado, 12 de mayo de 2012 23:52

La semana pasada deliberó en Salta el Comité de Integración NOA-Norte Grande, con la presencia de autoridades nacionales y provinciales, y diplomáticos. Pocos días antes, representantes de la actividad minera de varios países andinos habían formulado un fuerte pronunciamiento a favor del desarrollo regional.
La conformación del Norte Grande como región, hace más de 25 años, fue una de las primeras manifestaciones firmes de la voluntad política de crear en esta parte del continente un centro de gravedad productivo que haga posible, por una parte, el desarrollo de una zona seriamente postergada y, al mismo tiempo, capitalice el nuevo escenario mundial que invita a la Argentina a convertirse en gran potencia alimentaria.
El acuerdo entre las provincias del NOA y el NEA fue entonces el reflejo de los esfuerzos previos que ya habían generado el Geicos y su muestra tradicional, la Ferinoa. La valoración de la integración existe y perdura, pero las políticas cada vez más centralistas de nuestro país y los tambaleos que viene sufriendo el Mercosur impiden hasta ahora avanzar seriamente en esa dirección.
 

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La semana pasada deliberó en Salta el Comité de Integración NOA-Norte Grande, con la presencia de autoridades nacionales y provinciales, y diplomáticos. Pocos días antes, representantes de la actividad minera de varios países andinos habían formulado un fuerte pronunciamiento a favor del desarrollo regional.
La conformación del Norte Grande como región, hace más de 25 años, fue una de las primeras manifestaciones firmes de la voluntad política de crear en esta parte del continente un centro de gravedad productivo que haga posible, por una parte, el desarrollo de una zona seriamente postergada y, al mismo tiempo, capitalice el nuevo escenario mundial que invita a la Argentina a convertirse en gran potencia alimentaria.
El acuerdo entre las provincias del NOA y el NEA fue entonces el reflejo de los esfuerzos previos que ya habían generado el Geicos y su muestra tradicional, la Ferinoa. La valoración de la integración existe y perdura, pero las políticas cada vez más centralistas de nuestro país y los tambaleos que viene sufriendo el Mercosur impiden hasta ahora avanzar seriamente en esa dirección.
 

No obstante, la integración regional y la creación de un corredor bioceánico constituyen un interés prioritario para nuestro país. La transformación económica de China e India y el desarrollo de los llamados “dragones” se sumaron a la histórica potencialidad de Japón para convertir al continente asiático en un gigantesco mercado y en eje de la economía mundial.
Este despliegue de una región donde vive la mitad de la humanidad obliga a repensar el futuro de nuestros países. Los puertos chilenos colocan a ese continente a un paso de nuestras áreas productivas.
En este punto, hay que reconocer el enorme déficit en materia de infraestructura de transporte, que es insuficiente y tecnológicamente obsoleta. Además, las provincias del Norte Grande siguen siendo el patio trasero para el poder central de la Argentina.
Una región con potencial comparable a las principales áreas agroalimentarias del mundo se mantiene en infradesarrollo, sin perspectivas alentadoras.
La integración no puede quedar atada a las coyunturas. Debe ser un proyecto hacia adentro y hacia afuera del país. Las malas políticas en materia agroganadera y citrícola; la vulnerabilidad frente a las aventuras de organizaciones pseudo ambientalistas y el desaliento a los proyectos de inversión conspiran especialmente contra las provincias del norte argentino.
La integración requiere, claramente, una decisión oficial de apertura económica. La clausura o el condicionamiento a las actividades de importación y de exportación resultan, en este marco, nefastos.
 

La integración, además, debe llevarse a cabo entre Estados y no entre grupos ideológicos. La invocación del ideal bolivariano o la ilusión de un faraónico e inviable gasoducto continental nada tienen que ver con ese proyecto. Integración es definir intereses comunes a los Estados y llevar a cabo políticas coherentes y perdurables en el tiempo.
Nuestro país debe recuperar la iniciativa del Norte Grande, el corredor bioceánico y la integración regional, porque se trata de un gran proyecto transformador que puede colocar a nuestras provincias a la altura del siglo XXI.
La construcción del desarrollo regional va a contribuir enérgicamente a controlar flagelos como el narcotráfico y el contrabando, que convierten a nuestras fronteras en “tierras de nadie”. Al mismo tiempo, están dadas las condiciones internacionales y geográficas como para que el Norte Grande se modernice en el sentido más amplio del término, con inversión tecnológica, generación de empleo, educación e inclusión.
Con voluntad política y sin tabúes ideológicos, este imprescindible proyecto regional es posible y por él hay que jugarse.

 

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