¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

19°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

?Ya estoy en el reposo del guerrero; disfruto de la familia

Sabado, 28 de julio de 2012 22:54

No soy modisto, no sé pegar ni un botón, no soy diseñador. Yo dirigí siempre la orquesta, nunca agarré una aguja, pero trabajé con gente talentosa.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

No soy modisto, no sé pegar ni un botón, no soy diseñador. Yo dirigí siempre la orquesta, nunca agarré una aguja, pero trabajé con gente talentosa.

De a poco fui delegando todo en manos de mi hija que se convirtió en mi fiel compañera de trabajo. Si bien estoy cerca, apoyándola, ella dirige todo.

Su atelier tiene suntuosos espejos con marcos franceses dorados. Al mirarlos, uno puede sospechar miles de sueños de quinceañeras y novias reflejados en ellos. Cómodos sillones reposan la espera. Walter Luis conversa con una quinceañera que, tal vez, no sabe bien lo que quiere. Todo le va. Entonces él le dice: “El vestido es fabuloso, pero lo importante es que te sientas cómoda en él”. Y esa frase casi lo define por completo. La simbiosis entre el vestido y el cliente es lo que siempre buscó.

El escritorio de la oficina guarda fotos bajo un vidrio. Sorprenden las brechas generacionales. Está Mirtha Legrand en su programa junto al salteño en 1991 y también está Sofía Zámolo con un diseño exclusivo que probó meses atrás. Entonces el tiempo se vuelve tan elástico que pierde la medida en ese atelier. Desde los "90, cuando Nelly Raymond lo invitó a vestir a las Miss Universo, han cambiado muchas cosas. Sin embargo, Walter Luis es el mismo que nació en San Carlos el 19 de agosto de 1943, para desparramar su talento y su espíritu solidario. Se destacó a nivel nacional y también fue invitado al George V de París a mostrar su arte junto a grandes diseñadores internacionales. Creó el Instituto Modelos de Salta y fue nombrado custodio de la Bandera de la República Dominicana. En 1994, la Fundación Clinton lo invitó a compartir sus diseños en una gala en Estados Unidos, donde se codeó con Elizabeth Taylor, Michael Jackson y el Puma Rodríguez. Fundó el Galardón Martín Miguel de Gemes, y hace más de 50 años realiza festivales a total beneficio de entidades de bien público.

Con todo ésto, usted creerá que Walter Luis cose y descose... En realidad no sabe pegar ni un botón.

¿Cuántos años hace que estás en el negocio de la moda?

Más de 45 años. Pero le dejé todo a mi hija Natalia, ella está a cargo de la escuela de modelos con la misma calidad, calidez y responsabilidad con la que yo la dirigía. El taller también. De a poco fui delegando todo en sus manos porque mi hija se convirtió en mi fiel compañera de trabajo. Si bien estoy cerca, apoyándola, ella dirige todo. Pasa que la gente viene y pregunta por mí, y mientras pueda voy a acompañarla, pero estoy cansado ya, quiero disfrutar de mis nietos, de mi señora, Adelia María, que es una verdadera dama. Todo marcha sobre ruedas por tantos años de esfuerzo, que ahora mi hija sabe continuar muy bien. Ya estoy en el reposo del guerrero, me dedico más a la familia.

¿Y desde cuándo advertiste esta inclinación artística?

Mirá, yo nací artista. Nací en San Carlos, mi mamá maestra y mi papá un comerciante sirio libanés. Siempre estuve creando e inventando cosas en todos los actos de la escuela porque amo el arte; pero en la secundaria me quitaron la inspiración mandándome a estudiar a la escuela agrícola. Yo aprendí piano de chiquito, me gustaba tocar, pero no pude seguir en ese camino. Entonces a los 18 años me fui a Buenos Aires, trabajaba como pianista en teatros, desfiles, también fui actor. Trabajé en la película La guerra del cerdo, de Bioy Casares, con Marta González. También estuve, allá por el "77, con el director Carlos Lozano Dana, haciendo payasadas, pero no importa, tenía carisma, me querían y me recomendaban para trabajar con directores de su talla.

¿Cuánto te sirvió todo lo que experimentaste?

Mucho. Si hay que dar un mensaje a los jóvenes, yo les diría que si les gusta el arte, estudien, se perfeccionen porque si bien ser artista nace del corazón, de lo más profundo del ser, hay que estudiar, no se puede quedar uno con lo que nace. Por eso yo no llegué a triunfar en el arte, porque no estudié... aunque mi mamá siempre me decía: “agarrá los libros que no muerden”.

¿Cómo entrás al mundo de la moda?

En Buenos Aires me casé y decidimos con mi esposa venir a Salta. Mi mujer quedó embarazada y gracias a Salta, su gente y su paz, tengo a mi hija que es lo máximo para mí y por eso nos quedamos acá, en casa. Ahí decidí iniciarme en el mundo de la moda. Aclaro que no soy modisto, no sé pegar ni un botón, no soy diseñador, no quiero faltar el respeto a los grandes profesionales. Yo dirigí siempre la orquesta, pero nunca agarré una aguja. Trabajé siempre con gente fantástica, verdaderos talentosos.

¿Y cómo te definís?

Siempre fui un trabajador de la moda. Conozco todo de la moda, puedo hablar y discutirle de moda a cualquiera, pero no quiero faltarle el respeto a los profesionales del rubro. Yo fui tocado por la varita mágica del éxito. Hoy tengo el placer de poder decir que voy al lugar más humilde y al más encumbrado y aparece alguien que me dice: “Usted le ha hecho el vestido de 15 o de novia a mi hija, hermana, sobrina”... Para mí todos los clientes son iguales y todos tienen la misma importancia, puedo decir que no he discriminado nunca pretendiendo ubicarme en tal lugar.

¿Cuántos años llevás haciendo festivales de beneficencia?

Imaginate que desde los 13 años hacía festivales a beneficio en el Hotel Salta. Inventaba cada cosa... ponía fuego, aguas danzantes en escena, son más de 50 años cerca de la gente, con experiencias increíbles a beneficio de bien público. Y tengo que destacar que el diario El Tribuno siempre estuvo presente en estas iniciativas.

¿Qué proyectos tenés?

Lo último que quiero hacer es la entrega nacional del premio Martín Miguel de Güemes. Estoy gestionando con la Presidencia de la Nación un salón importante para hacer este evento que llevará el nombre de Güemes hasta el último rincón de la Patria. Lo tengo todo organizado y ordenado, pero te lo resumo así: es una campaña solidaria nacional; Salta tiene 23 departamentos y el país tiene 23 provincias; enviaría a cada gobernador una invitación para elegir a un galardonado y a su vez, esa provincia apadrinaría una escuelita, hospital o institución de cada departamento de la provincia de Salta. Para lograr este plan, lo único que me falta es una fecha concreta.

La mujer salteña sabe lo que quiere, pide con fundamento, detesta el ridículo y acepta consejos. He vestido a familias enteras, a generaciones.

Aplaudo lo bueno que hacen los talentosos. No me interesa lo que cobran otros, hago lo mío, creo en el talento y en la oportunidad para todos.

Decís que no sos modisto ni diseñador, ¿quién diseñó todos estos años en tu empresa?

Yo. Es que sé diseñar, dibujar, pero no quiero faltarles el respeto a los grandes diseñadores que estudiaron. Soy un autodidacta en esto, un bendecido, tocado por la varita mágica.

¿Cuántos diseños propios tenés?

Cientos, miles. No me fijo en los colores, las texturas, las piedras y las formas de moda. Me gusta mirar a la persona, saber qué le gusta y crear el vestido sobre su estilo personal. Sobre todo en la mujer salteña que es de las más elegantes del país. Te hablo de la mujer, no las niñas. La mujer salteña tiene los pies sobre la tierra y sabe lo que quiere, pide con fundamento, detesta el ridículo y acepta consejos. He vestido a familias enteras, a generaciones. A veces me vienen a ver señoras grandes con las hijas que se casan y me dicen que yo les hice el vestido de casamiento a ellas, y me cuesta creer que pasó tanto tiempo.

Con tanto bombardeo mediático de diseñadores nacionales y extranjeros, ¿dónde te ves parado hoy?

Aplaudiendo lo bueno que hacen los talentosos, sin copiar ni siquiera de las revistas. No me interesa lo que cobran otros, hago lo mío, creo en el talento y en la oportunidad. Hay lugar para todos los diseñadores y creadores en Salta, en Argentina y en el mundo. Yo soy Walter Luis, hice mi camino, pero hay gente que trabaja muy bien en Salta y nadie es mejor que nadie.

¿Admirás a algún diseñador?

Siempre me gustó, por su simpleza y el respeto que le imprime a su trabajo, Gino Bogani. Otra muy buena diseñadora es Elsa Serrano y hay varios que hacen cosas bellísimas.

¿Cuánto cuesta un vestido?

Y un vestido bordado puede costar dos mil pesos, cinco mil, 15 mil o 30 mil pesos, depende de las piedras que se usen, del material. Hay piedras que son carísimas y hacen la diferencia.

¿Qué estrella nacional se viste bien, según tu criterio?

En honor a la verdad soy muy clásico; no me gusta vestir a las vedettes porque se quieren poner ropa de moda y eso es para las chiquilinas. La moda es para la gente joven, no para las mujeres grandes que se creen pibas. Un referente de buen gusto es Mirtha Legrand, y como ella hay muchas señoras elegantes.

¿En Salta hay una farándula pendiente de la moda?

Si, absolutamente. Es muy distinta a la de Buenos Aires, pero hay una farándula muy atenta a la moda. Las chiquilinas siempre fueron clientas de mi marca porque en Walter Luis encuentran todo lo que necesitan, hasta el cotillón. Lo único que no puedo ofrecerles es un novio (risas).

Imagino que teniendo una sola hija, hacer su vestido de novia fue lo máximo para vos...

Yo soñaba muchos modelos para ella, pero Natalia tiene mucha personalidad y quiso un modelo muy sencillo de corset y faldón largo, nada más. Por suerte aceptó una cola importante para su vestido. Es como el dicho: en casa de herrero, cuchillo de palo (risas).

Debés tener muchas anécdotas...

Ni te imaginás cuántas... podría escribir un libro. Una vez vino una novia y me pidió un traje para alquilar. La llevé al camarín, se probó, eligió muy rápido, pagó, le pedí que volviera a probarse dos días antes y no lo hizo. Vino el día de la boda a buscarlo, el vestido estaba impecable esperándola, le pedí que se lo probara y no quiso, lo enrrolló y lo metió en una bolsa. Entonces le pregunté si se quería casar, y me contestó que sí, sólo que el vestido no le importaba.

¿Otra?

Hace años vino un joven a vestirse de novio; su novia también se estaba probando vestido... en eso llega otra clienta y ve que el novio salía del salón... entonces le pregunta a la chica: ¿ese es tu novio?; sí, le contesta... y entonces le dice: te cuento que vive con su señora en tal lugar, es casado ya. Lo peor es que era verdad.

¿Y una linda?

Esta es casi un cuento de hadas. Viene un día una señora de 78 años, muy bella, y me dice: Walter, me caso y quiero el vestido de la vidriera. Le propuse otros modelos, pero ella quería el de la vidriera que era muy juvenil. Se lo probó, le quedaba hermoso. Se casó con un señor de 82 años. La llevó un carruaje hasta la Iglesia.

Después me pasan cosas increíbles como que voy caminando por la calle y aparece una clienta y me dice: “Walter, tomá mil pesos a cuenta del vestido”. Es increíble la confianza que me tienen mis clientes y la agradeceré siempre. Mi negocio me ha dado todo. Soy muy afortunado.

Temas de la nota

PUBLICIDAD