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La crisis del Tabacal y los límites a la extorsión gremial

Sabado, 25 de agosto de 2012 23:52

 El conflicto entre una fracción de los trabajadores y el ingenio San Martín del Tabacal ha convulsionado en los últimos días la vida de miles de pobladores del departamento Orán. Lo que debió haber sido una negociación salarial franca y racional, abierta al debate de posturas diferentes y la búsqueda de consensos, fue transformado por la cúpula del gremio azucarero en una disputa irracional y violenta que perjudicó a miles de salteños, tuvieran o no relación con el ingenio y sus trabajadores.La conducción local del Sindicato del Azúcar parece haber dejado a un costado la razonable preocupación por el bienestar de sus afiliados. Por el contrario, se ha radicalizado ideológicamente y hoy parece más interesada en extorsionar al ingenio e instalar el caos en la región. Y como prueba basta repasar la progresión del conflicto. Las paritarias nacionales para los trabajadores del azúcar cerraron en mayo pasado con un incremento del 30%. Sin embargo, la comisión directiva del Sindicato del Tabacal se negó a participar. Posteriormente, la empresa ofreció al sindicato mejores condiciones que las pactadas a nivel nacional, las que convirtieron a los obreros del Tabacal en los mejores pagos de todos los ingenios del país. Es sueldo promedio ofrecido para la categoría inicial fue de $ 4.927,05. Pero la dirigencia local insistió en reclamar un incremento del 50% y un salario mínimo de $5.000, y convocó a un paro de actividades. A partir de la experiencia de años anteriores (cuando miembros del
mismo sindicato tomaron la planta y provocaron destrozos durante una protesta), el ingenio notificó a su personal que aquellos que adhirieran al paro debían hacerlo fuera de sus instalaciones. Pero 57 empleados desafiaron esa medida y fueron despedidos. A partir de entonces la cuestión salarial, que involucra a más de
2.000 trabajadores permanentes, dejó de formar parte de cualquier diálogo y la exigencia de reincorporar a los despedidos bloqueó toda negociación. Un nuevo paro obligó a la empresa a cesar totalmente su actividad. Y luego, sin contemplar el daño que provocaba al resto de la comunidad, el sindicato inició un salvaje corte de la ruta nacional 50, que aisló por completo a Orán y su zona de influencia. Los esfuerzos negociadores de funcionarios e incluso de la Iglesia se enfrentaron a una posición irreductible.El comportamiento de los gremialistas del Tabacal se parece más al de una asociación delictiva que al de un sindicato. La presión y el
amedrentamiento a aquellos trabajadores que no adhieren a sus medidas de fuerza son moneda corriente. También lo fueron las amenazas e intimidaciones a medios de comunicación, sobre todo en el corte de ruta. El fotógrafo de El Tribuno Pablo Yapura fue obligado ayer a eliminar de su cámara digital varias fotos de los manifestantes, y solo la intervención de Gendarmería impidió que le sustrajeran su herramienta de trabajo. El principio de libertad no existe ni para circular ni para que otros trabajen. Varios dirigentes arrastran denuncian penales por daños provocados a las instalaciones y bienes del ingenio; y durante la actual protesta se apropiaron de vehículos y herramientas para fortalecer el piquete sobre la ruta 50. Los salteños necesitamos vivir en un Estado de derecho, en el que las libertades de todos y cada uno sean respetadas, y en el que las obligaciones sean su contrapartida. Nadie discute el derecho a la huelga de los trabajadores del Tabacal. Pero no puede una banda de violentos radicalizados, en defensa de sus intereses, tomar medidas que afecten
el derecho a la libre circulación de miles de personas. Su accionar priva a miles más de ejercer su derecho al trabajo y a la salud; todos ellos consagrados en la Constitución. El ingenio San Martín del Tabacal tiene más de 2.000 empleados y genera miles de puestos de manera indirecta; paga los mejores salarios de su rubro en una de las zonas más pobres de la Argentina, y realizó millonarias inversiones para mejorar y diversificar su producción. El futuro de la zona está íntimamente vinculado al de Tabacal, pero un minúsculo grupo de violentos parece querer truncar ese destino. Las autoridades deben decidir entonces si apuestan al futuro o ceden a la extorsión de quienes solo pretenden llevar agua para su molino. Están en juego los derechos de miles de salteños.

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 El conflicto entre una fracción de los trabajadores y el ingenio San Martín del Tabacal ha convulsionado en los últimos días la vida de miles de pobladores del departamento Orán. Lo que debió haber sido una negociación salarial franca y racional, abierta al debate de posturas diferentes y la búsqueda de consensos, fue transformado por la cúpula del gremio azucarero en una disputa irracional y violenta que perjudicó a miles de salteños, tuvieran o no relación con el ingenio y sus trabajadores.La conducción local del Sindicato del Azúcar parece haber dejado a un costado la razonable preocupación por el bienestar de sus afiliados. Por el contrario, se ha radicalizado ideológicamente y hoy parece más interesada en extorsionar al ingenio e instalar el caos en la región. Y como prueba basta repasar la progresión del conflicto. Las paritarias nacionales para los trabajadores del azúcar cerraron en mayo pasado con un incremento del 30%. Sin embargo, la comisión directiva del Sindicato del Tabacal se negó a participar. Posteriormente, la empresa ofreció al sindicato mejores condiciones que las pactadas a nivel nacional, las que convirtieron a los obreros del Tabacal en los mejores pagos de todos los ingenios del país. Es sueldo promedio ofrecido para la categoría inicial fue de $ 4.927,05. Pero la dirigencia local insistió en reclamar un incremento del 50% y un salario mínimo de $5.000, y convocó a un paro de actividades. A partir de la experiencia de años anteriores (cuando miembros del
mismo sindicato tomaron la planta y provocaron destrozos durante una protesta), el ingenio notificó a su personal que aquellos que adhirieran al paro debían hacerlo fuera de sus instalaciones. Pero 57 empleados desafiaron esa medida y fueron despedidos. A partir de entonces la cuestión salarial, que involucra a más de
2.000 trabajadores permanentes, dejó de formar parte de cualquier diálogo y la exigencia de reincorporar a los despedidos bloqueó toda negociación. Un nuevo paro obligó a la empresa a cesar totalmente su actividad. Y luego, sin contemplar el daño que provocaba al resto de la comunidad, el sindicato inició un salvaje corte de la ruta nacional 50, que aisló por completo a Orán y su zona de influencia. Los esfuerzos negociadores de funcionarios e incluso de la Iglesia se enfrentaron a una posición irreductible.El comportamiento de los gremialistas del Tabacal se parece más al de una asociación delictiva que al de un sindicato. La presión y el
amedrentamiento a aquellos trabajadores que no adhieren a sus medidas de fuerza son moneda corriente. También lo fueron las amenazas e intimidaciones a medios de comunicación, sobre todo en el corte de ruta. El fotógrafo de El Tribuno Pablo Yapura fue obligado ayer a eliminar de su cámara digital varias fotos de los manifestantes, y solo la intervención de Gendarmería impidió que le sustrajeran su herramienta de trabajo. El principio de libertad no existe ni para circular ni para que otros trabajen. Varios dirigentes arrastran denuncian penales por daños provocados a las instalaciones y bienes del ingenio; y durante la actual protesta se apropiaron de vehículos y herramientas para fortalecer el piquete sobre la ruta 50. Los salteños necesitamos vivir en un Estado de derecho, en el que las libertades de todos y cada uno sean respetadas, y en el que las obligaciones sean su contrapartida. Nadie discute el derecho a la huelga de los trabajadores del Tabacal. Pero no puede una banda de violentos radicalizados, en defensa de sus intereses, tomar medidas que afecten
el derecho a la libre circulación de miles de personas. Su accionar priva a miles más de ejercer su derecho al trabajo y a la salud; todos ellos consagrados en la Constitución. El ingenio San Martín del Tabacal tiene más de 2.000 empleados y genera miles de puestos de manera indirecta; paga los mejores salarios de su rubro en una de las zonas más pobres de la Argentina, y realizó millonarias inversiones para mejorar y diversificar su producción. El futuro de la zona está íntimamente vinculado al de Tabacal, pero un minúsculo grupo de violentos parece querer truncar ese destino. Las autoridades deben decidir entonces si apuestan al futuro o ceden a la extorsión de quienes solo pretenden llevar agua para su molino. Están en juego los derechos de miles de salteños.

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