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Melodías de campanas en tiempos del Milagro

Martes, 11 de septiembre de 2012 10:08

Si la emoción del peregrino que camina días enteros en muestra de intensa fe se tradujera en música seguro sonarían repiques de campanas. Las melodías que salen desde el campanario de la Catedral de Salta son también la música de la tradición y trae los recuerdos de tantas celebraciones del Milagro en la provincia, donde año a año se rinde homenaje al Señor y la Virgen del Milagro.

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Si la emoción del peregrino que camina días enteros en muestra de intensa fe se tradujera en música seguro sonarían repiques de campanas. Las melodías que salen desde el campanario de la Catedral de Salta son también la música de la tradición y trae los recuerdos de tantas celebraciones del Milagro en la provincia, donde año a año se rinde homenaje al Señor y la Virgen del Milagro.

Ayer, durante el quinto día de rezo de la novena, Héctor Gabino Guantay y su hijo, quien también se llama Héctor, nos contaron cómo es ser campanero y vivir desde ese lugar el tiempo del Milagro.

Héctor tiene 66 años y hace seis que dejó de repicar las campanas. Lo hizo durante más de 40 años. Los ojos se le llenan de lágrimas cuando recuerda las anécdotas de cada septiembre que lo encontró celebrando la fe y homenajeando a los patronos de Salta.

Comenzó a los 19 años, motivado por su tío quien también había sido campanero por mucho tiempo. Pero para Héctor era más difícil. Tenía un problema en uno de sus brazos y pensaba que no iba a poder hacerlo. La primera vez que subió al campanario hizo una promesa: se comprometió continuar trabajando como voluntario campanero en la Catedral. Al bajar, el dolor había desaparecido. “Le pedí al Señor que me dejara continuar e increíblemente me lo concedió”, relata. “Las campanas son muy pesadas y afecta mucho el oído, corremos el riesgo de dañar nuestra columna, pero el amor al Señor y la Virgen son más fuertes”, dijo.

Héctor, quien además era chofer, también recuerda cuando hubo temblores en el 73 y se sacaron las imágenes a la calle y cuando en el 88 vino el Papa Juan Pablo II. El estaba en el campanario, viviendo esos momentos tan trascendentales de la historia local, desde ese privilegiado sitio del templo. Y las melodías de fondo siempre acompañando el estado de ánimo de los que participan de esta celebración.

Hoy Héctor participa, pero desde otro lado. Va todos los días a la Catedral y acompaña a sus hijos que están entre los 18 campaneros que trabajan de manera voluntaria. Extraña esos días del Milagro, tan especiales de su historia.

Un legado familiar

Ser campanero es un trabajo muy sacrificado, casi siempre motivado por una tradición familiar, una promesa o la genuina devoción al Señor y la Virgen del Milagro. En el caso de Héctor hay algo de las tres y hoy dos de sus hijos, Héctor y César, le siguen los pasos.

Héctor hijo lleva ya 25 años haciendo esa tarea. Dice que cuando a las cosas uno las hace con gusto y amor, dejan de ser sacrificadas.

Su experiencia también está cargada de emoción. “A veces estamos tocando, muy cansados, y cuando salen las imágenes del Señor y la Virgen, uno siente una adrenalina en el cuerpo y recupera la fuerza para continuar tocando”, recordó durante la charla que mantuvo con El Tribuno.

Las sensaciones

“Los campaneros sentimos algo muy especial. Al repicar la campana mayor y hacer todo el cuerpo para atrás para sujetarla, se siente como estar al lado del Señor. Uno siente como si estuviera en el cielo. Ver a toda la gente que está abajo El día de la procesión, por ejemplo, es algo que nos genera mucha emoción”, comentó Héctor padre. Héctor hijo coincide. Coinciden en mucho más: también en el amor y la fe.

La de los campaneros es una de las historias que se esconden detrás del Milagro, un engranaje importante para que la fiesta patronal se viva en pleno.

- El pronóstico para este sábado, día en que se realizará la procesión en honor al Señor y la Virgen del Milagro, adelanta 32 grados y tormentas.

- En septiembre de 1987 la procesión fue postergada por una fuerte lluvia. Los fieles tuvieron que hasta el otro día para sacar las imágenes.

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