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Falta compromiso para terminar con los barrabravas

Domingo, 02 de septiembre de 2012 12:26

 A lo largo de la última semana la violencia en el fútbol ha recuperado un inesperado protagonismo. La sucesión de hechos que volvieron a instalar el tema en la agenda pública se inició el sábado pasado con un tiroteo. Allí fue herido de bala Mauro Martín, el líder de la barra brava de Boca. Según la policía, el ataque contra Martín y su grupo fue un enfrentamiento con otro sector de la barra brava, aparentemente encabezado por Rafael Di Zeo. Ambas facciones se disputan el control de la hinchada de Boca, y para ello no dudan en apelar al uso de armas de fuego o cualquier otro recurso.

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 A lo largo de la última semana la violencia en el fútbol ha recuperado un inesperado protagonismo. La sucesión de hechos que volvieron a instalar el tema en la agenda pública se inició el sábado pasado con un tiroteo. Allí fue herido de bala Mauro Martín, el líder de la barra brava de Boca. Según la policía, el ataque contra Martín y su grupo fue un enfrentamiento con otro sector de la barra brava, aparentemente encabezado por Rafael Di Zeo. Ambas facciones se disputan el control de la hinchada de Boca, y para ello no dudan en apelar al uso de armas de fuego o cualquier otro recurso.

El cruce en el que fue herido Martín y otros incidentes registrados durante el fin de semana generaron declaraciones públicas de la Presidenta sobre el tema. La mandataria había anunciado que se iban a instalar sistemas de seguridad de última tecnología para controlar a los violentos, aunque en esa oportunidad había relativizado el peligro del accionar de los barrabravas. Esta semana, sin embargo, rectificó esa postura y se mostró inflexible. “No hay que estigmatizar a los hinchas”, sostuvo Cristina de Kirchner, y les reclamó a los clubes que colaboren para desterrar a los violentos. La semana concluyó con una nota tan absurda como insólita. Martín, que sigue internado, le envió al presidente de Boca, Daniel Angelici, una carta documento en la que le exige explicaciones sobre los motivos por los cuales se le restringe la entrada al estadio. La carta contiene un claro mensaje extorsivo: si su respuesta no conforma a Martín, éste se reserva el derecho de demandarlo civil y penalmente.

A nivel local, los violentos también fueron noticia. En los últimos días se conoció un acuerdo entre la dirigencia y los barrabravas de Central Norte sellado antes del inicio del actual torneo Argentino A. La conducción del club se habría comprometido a venderle a los hinchas 500 entradas a un valor “subsidiado” a cambio de que no se registren incidentes en la tribuna. Así, la dirigencia se volvió cómplice de los violentos y prefirió “subsidiarlos” antes que desterrarlos de las canchas. El fracaso de esa estrategia quedó en evidencia el domingo pasado, cuando grupos de hinchas del cuervo se enfrentaron violentamente fuera del estadio Gigante del Norte. A raíz de esto la conducción de Central Norte decidió dar marcha atrás con el “subsidio”, lo que desencadenó una sucesión de amenazas a dirigentes y periodistas. Esa reacción desnuda una realidad: subsidiados o no, los barrabravas perdieron hace rato el status de hinchas fanáticos y pasaron a ser simplemente violentos, más cercanos al delito que al amor por la camiseta. Para confirmar esta afirmación, esta semana una pericia realizada por el Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) permitió reabrir la causa judicial por la muerte de Sabrina Berton, una joven hincha de Central Norte que murió en 2008 víctima de un disparo. En el operativo que siguió a su muerte la policía logró secuestrar entre los hinchas presentes tres armas de fuego. ¿Qué hacía un grupo de hinchas que iba a la cancha con tres pistolas? Se trata de una pregunta sin respuesta. Los hinchas van a los estadios a disfrutar del fútbol, y para eso no se necesitan armas. Los delincuentes tienen otros objetivos, más oscuros, y para ello siempre es mejor “estar preparados”.

En Salta, como en todo el país, nadie parece comprometido en la erradicación de la violencia en las canchas. Algunos políticos miran para otro lado. Otros prefieren tener a los barrabravas de aliados, para usarlos como “fuerza de choque” cuando sea necesario. La dirigencia deportiva actúa de igual manera: prefiere “acordar” y “subsidiar” antes que poner límites a quienes eligen caminos reñidos con la ley. La Justicia tampoco muestra celeridad ni compromiso. En defensa de vaya a saber qué tradición o fanatismo, muchos periodistas también se expresan en apoyo de los violentos y su accionar; o responsabilizan a colegas o medios por las sanciones que se pudieran haber aplicado. Esa actitud es claramente repudiable. Si queremos lograr que las canchas sean lugares de esparcimiento sano y animado, debemos exigir a nuestros gobernantes y a los dirigentes deportivos que tomen la decisión política de terminar con la violencia. Los recursos tecnológicos y jurídicos para lograrlo están disponibles.

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