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?Hasta los dealers nos miran con asco?, dicen los adictos

Jueves, 20 de septiembre de 2012 23:07

“El Monito” tiene 12 años, pero su aspecto físico es similar a un chico de nueve. Está impaciente, sin remera y hace notar que tiene un cuchillo amarrado a su cinto. Lo saca y raspa su torso sin lastimarse. Prende un cañito con virulana y se resiste a hablar. Es el mediodía en el Bajo Chico de Salta. “Ni a mis viejos les cuento mis cosas, que me vienen a preguntar ustedes. Váyanse”, reniega. Cada pitada de pasta base lo hace caminar como perdido.

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“El Monito” tiene 12 años, pero su aspecto físico es similar a un chico de nueve. Está impaciente, sin remera y hace notar que tiene un cuchillo amarrado a su cinto. Lo saca y raspa su torso sin lastimarse. Prende un cañito con virulana y se resiste a hablar. Es el mediodía en el Bajo Chico de Salta. “Ni a mis viejos les cuento mis cosas, que me vienen a preguntar ustedes. Váyanse”, reniega. Cada pitada de pasta base lo hace caminar como perdido.

Otro grupo de niños corre por la calle. Los chicos se agrupan en una esquina, fuman y “relojean”. Un adolescente (se resguarda su identidad) relata: “A la noche están todos dados vueltas”. Liliana (nombre ficticio de una mamá de unos 30 años) reconoce su adicción a la pasta base. “Empecé con otras drogas, pero uno quiere probar cosas más fuerte y así te vas. Cuando sos pendeja crees que es una moda o una salida para los problemas”.

Un joven dice que es difícil que “los changos quieran contar su historia. Siempre te critican. No sos bienvenido en ningún lugar. La gente cree que le vas a robar. Hasta la familia te margina”.

Liliana lo interrumpe y agrega: “Hasta los vendedores se te acercan así nomás... A veces no te bañas por varios días de tanto que consumís. Cuando vas a comprarles te hacen una cara de asco”. Ambos coinciden en que la salida es “difícil”, pero se necesita mucha contención y apoyo familiar. “No rechazo, sino ayuda”, repite Liliana.

El narcotráfico en los barrios o microtráfico sigue oxidando la vida de niños y familias enteras. Las miradas con ardor y desorientadas, los labios quemados y brazos con cicatrices son las secuelas de horas de “pipeo”, de una subsistencia alejada de la escuela y de un entorno que marque el camino.

A la pasta base, los jóvenes la ven como dos cara de una moneda: “una mierda” que los destruye o una sustancia para “huir de su mundo”.

Se dispara el consumo en los barrios de Salta

Ayer, el ministro de Seguridad, Eduardo Sylvester, en el Encuentro Internacional de Capacitación sobre Lucha Contra el Narcotráfico en Salta, admitió: “A pesar del trabajo, se sigue incrementando el consumo en la provincia”.

En referencia a la venta al menudeo en los barrios y villas, el funcionario aseguró que se intensificaron las políticas de desarticulación de bocas de expendio. “Sin embargo, cualquier avance en materia de tráfico es irrelevante frente a lo que falta hacer”, tildó.

Aunque no precisó estadísticas, el ministro dijo que en el primer semestre se duplicaron los operativos en comparación al mismo período de 2011.

En expansión

Víctor Malavolta, subsecretario de Control de Narcotráfico de la Sedronar, también reconoció que el negocio en los barrios se expande. “Es un problema con varios puntos de vista. Los jóvenes comienzan con el alcohol, la droga que más se consume. Entonces es esencial que los seres queridos acompañen en el proyecto de los chicos. Creo que tenemos que ejercer la autoridad familiar”.

En los barrios

Es hora de ir a clases pero a pocos lo tienen en cuenta. Son niños, pero demuestran que arrastran años de calle.

“Aquí fumamos marihuana”, gritan una ronda de adolescentes en una esquina del Bajo.

Otro chico y Liliana los desmienten. Es que en las zonas más vulnerables dicen que la pasta base arrasa, es el estupefaciente ilegal que más devora cerebros.

Para conseguir esa sobra, se necesitan entre $7 y $10, comentaron. Entre ellos no circula la cocaína. “No tenemos plata”.

Al dar vueltas por las villas se ven más niños, nenas y jóvenes sentados en las esquinas. Algunos están en soledad, otros van de aquí, para allá, en grupo, pero sin horizonte.

Eduardo Sylvester
Ministro de Seguridad

La Provincia ya detectó que existe una doble manifestación del fenómeno del tráfico. Por un lado, a gran escala, en la zona de frontera, y la venta al menudeo en los barrios. Siempre privilegiamos el control del microtráfico. Primero porque es la competencia específica por ley de la Policía Provincia y, segundo, porque se trata del requisito más grande que plantea la ciudadanía de Salta en cuestiones de seguridad. La frontera le compete al Gobierno nacional.


Víctor Malavolta
Narcotráfico Sedronar

La lucha contra el narcotráfico no es de un día para el otro, sino un desafío diario, cotidiano. No digo que tenemos que tratar de eliminarlo, pero sí atenuarlo. Hay que trabajar en un abordaje integral, desde la prevención y hasta la lucha contra el tráfico. Para Salta es fundamental el control de la frontera, por eso coordinamos con el Ministerio de Seguridad de la Nación y así tratar de desbaratar todas estas redes y organizaciones. Sabemos que no es una tarea sencilla, es algo de todos los días.

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