Es sabido que la imposibilidad de tener hijos causa problemas en la parejas, hasta tal punto que muchas llegan a separarse. En un caso complejo, derivado del fracaso de un tratamiento de fertilización, la Cámara Civil decretó el divorcio por culpa de ambos cónyuges porque determinó que, al ver frustrado su sueño de ser padres, comenzaron a maltratarse, insultarse y denigrarse mutuamente.
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Es sabido que la imposibilidad de tener hijos causa problemas en la parejas, hasta tal punto que muchas llegan a separarse. En un caso complejo, derivado del fracaso de un tratamiento de fertilización, la Cámara Civil decretó el divorcio por culpa de ambos cónyuges porque determinó que, al ver frustrado su sueño de ser padres, comenzaron a maltratarse, insultarse y denigrarse mutuamente.
De esta forma, la Sala E de la Cámara modificó parcialmente el fallo de primera instancia que había decretado el divorcio por culpa exclusiva de la mujer. Para ello, se habían valorado como acreditadas “las injurias de la cónyuge a su esposo a quien le dijo que era un “idiota”, que no hacía bien las cosas, que era “un inútil”, que le mandaba callar porque no entendía nada y que le decía “tarado”, “estúpido”, “infeliz” e “impotente”, todo ello frente a terceros”.
La Cámara admitió que esas expresiones son causales de divorcio, pero advirtió que el hombre también maltrataba a su mujer. “Las injurias por vías verbales y de hecho desplegadas por el marido son de similar entidad a las comprobadas en la sentencia recurrida, de manera que sería inconveniente formular una distinción de gradaciones para salvar a un cónyuge en perjuicio del otro”, resume el fallo.
En ello fue determinante lo que contó la empleada doméstica, quien describió escenas de celos y detalló “un maltrato constante dentro del hogar” entre los años 2003 y 2006.
“La intemperancia era mutua y los maltratos recíprocos, los cuales habrían surgido después de los fracasos en la realización de un tratamiento de fertilización asistida”, explica el fallo.