Cuando “Enero está fundiendo en el río su calor”, escribo estas líneas desde San José de Los Cerrillos, para dar el adiós a un lugar emblemático de este pueblo y localidades vecinas.
La famosa carpa El Chañarcito, que lideraba el bonachón músico Marcos Thames, se despidió prácticamente de los carnavales, famosos ellos, que dieron motivo a que a Cerrillos se la llamara la Capital del Carnaval.
En aquella carpa, circundada por un alambrado, los que entraban salían luego desconocidos por la pintura, harina, papel picado y otras yerbas que lucían en sus rostros y cabezas.
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Cuando “Enero está fundiendo en el río su calor”, escribo estas líneas desde San José de Los Cerrillos, para dar el adiós a un lugar emblemático de este pueblo y localidades vecinas.
La famosa carpa El Chañarcito, que lideraba el bonachón músico Marcos Thames, se despidió prácticamente de los carnavales, famosos ellos, que dieron motivo a que a Cerrillos se la llamara la Capital del Carnaval.
En aquella carpa, circundada por un alambrado, los que entraban salían luego desconocidos por la pintura, harina, papel picado y otras yerbas que lucían en sus rostros y cabezas.
Con seguridad que algunas damas o caballeros, como dice la linda zamba, habrán encontrado allí a su pareja.
Tiempo después, cuando el modernismo llegó casi tímidamente, la carpa se transformó en una pista bailable techada con altas paredes, donde se mantuvo aquella locura que se vivía en la carpa.
Hoy ese progreso que avanza a pasos agigantados, llegó con algo de fuerza a Cerrillos.
La mitad o algo más de aquella pista, fue ocupada por un supermercado.
Y hay que resignarse a ver caer las viejas casas que tanto afecto guardaban, para dar paso a modernos edificios comerciales o complejos habitacionales.
La carpa El Chañarcito será recordada con seguridad por todos, propios y extraños, y a esta hora, más de una cerrillana o sus congéneres masculinos, estarán tarareando aquella frase de una linda canción de nuestro folclore: “Adiós para siempre mitad de mi vidaaaa”.
Aquiles Casco, Cerillos