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Gustavo Rauch Coll: “El Chaco salteño desde lo productivo está paralizado”

Domingo, 13 de octubre de 2013 03:36

Gustavo Rauch Coll es titular del Registro del Automotor en Tartagal. Fue un activo militante del Partido Renovador de Salta y ocupó una banca de diputado provincial en la década del '90. Pero si hay un aspecto de su vida por la que se hizo conocido hace más de tres décadas en el norte provincial fue por su permanente impulso a la integración y el desarrollo conjunto del Trichaco, que conforman Argentina, Paraguay y Bolivia. Hace 30 años que Rauch Coll, coordinador ejecutivo de la Comisión de Integración del Gran Chaco, cree fervientemente que la región más pobre de la Argentina (el Chaco salteño), con su clima difícil y agreste, puede autosustentarse, darle una mejor calidad de vida a sus habitantes criollos y aborígenes y constituirse en un gran polo de desarrollo.

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Gustavo Rauch Coll es titular del Registro del Automotor en Tartagal. Fue un activo militante del Partido Renovador de Salta y ocupó una banca de diputado provincial en la década del '90. Pero si hay un aspecto de su vida por la que se hizo conocido hace más de tres décadas en el norte provincial fue por su permanente impulso a la integración y el desarrollo conjunto del Trichaco, que conforman Argentina, Paraguay y Bolivia. Hace 30 años que Rauch Coll, coordinador ejecutivo de la Comisión de Integración del Gran Chaco, cree fervientemente que la región más pobre de la Argentina (el Chaco salteño), con su clima difícil y agreste, puede autosustentarse, darle una mejor calidad de vida a sus habitantes criollos y aborígenes y constituirse en un gran polo de desarrollo.

¿Cuánto tiempo hace que impulsa la idea de que el Chaco salteño tiene posibilidades de desarrollo?

Hace mucho tiempo, y hablo desde el conocimiento pleno de la zona a la que he recorrido infinidad de veces.Yo solía decir que si tomábamos un compás y dibujábamos un círculo con epicentro en el puente Misión La Paz-Pozo hondo (el límite entre Argentina y Paraguay sobre el río Pilcomayo), estábamos delimitando una zona que carece de infraestructura pero que puede ser un gran polo de desarrollo. Para los argentinos es un sueño a concretar pero para Bolivia y Paraguay, con el mismo clima y la misma geografía, hoy ya comienza a ser una realidad. El Gran Chaco debe ser visto como una sola región para que sea importante en el contexto internacional. Mi idea era que el desarrollo en Argentina, Bolivia y Paraguay debía ser similar, pero lo que se logró en Bolivia y Paraguay no tiene comparación con el atraso que tiene el Chaco salteño.

¿Qué sucedió en esa región en los últimos años?

Bolivia, con la cantidad de recursos que recibió de las regalías hidrocarburíferas, hizo un gran desarrollo y se sigue trabajando en infraestructura.

A los criollos bolivianos les han dado posibilidades de desarrollo con pozos de agua, con aljibes; tienen muy buena ganadería producto de la excelente genética; tienen emprendimientos en agricultura, desmontes y comunidades menonitas trabajando en su territorio. Realizaron un trabajo muy serio. Tienen un fuerte producto bruto que han podido desarrollar en base a la producción local, pero mire cómo estamos nosotros. Días atrás veía con tristeza cómo los productores de Hickmann y Dragones perdían animales por la sequía cuando la realidad es que el agua está a 12 metros de profundidad. Es dejar que los animales mueran de sed, al lado del agua. Pero ahí también se ve la ausencia del Estado y de la clase dirigente. Mientras los animales se mueren por falta de agua estábamos en medio de sendas campañas, los políticos muestran sus caritas y nada más. Lo que digo es que falta coordinar la acción privada con la acción de gobierno para resolver temas elementales como es el agua para estos productores.

¿Y en relación con el chaco paraguayo?

Los paraguayos han resuelto sus problemas -los mismos del Chaco salteño porque la geografía y el medio ambiente son similares- y antes de hacer nada, a los campos se los alambra, se siembra pasto, perforan el pozo de agua para asegurar una ganadería exitosa. Una gran diferencia con el Chaco salteño en el que se pretende vivir en una región desertizada, sin alambradas, sin aguas y sin pasturas. En nuestro Chaco se requieren créditos de desarrollo para que los ganaderos hagan pozos, bebederos y obras que son básicas. Pero muchos productores no quieren invertir porque no son dueños de la tierra, aunque viven allí hace décadas. Es todo muy complicado porque es como decir “si cae el algarrobo hay buena cosecha pero necesito que haya viento”, una mentalidad que es necesario cambiar. Las anteriores generaciones de criollos y chaqueños desarrollaron el Chaco pero hoy estamos peor que hace 30 años. Y que no me digan que en determinado lugar hicieron unas cuantas casas o una escuela que antes no había porque eso solo no es progreso. Desde el punto de vista productivo estamos paralizados. No hay infraestructura caminera ni desarrollo de proyectos de agua o de pozos, ni programas de pasturas.

¿Cómo solucionaron el problema del agua los productores de Bolivia y Paraguay?

Con pocos recursos, pero con apoyo del Gobierno. En Paraguay lo resolvieron con los tajamares, con un molino de viento que sube el agua a un tanque elevado en base exclusivamente a las lluvias, porque no tienen agua en el subsuelo como tenemos acá. Pero además en Paraguay funciona algo que aquí es imposible como es el cooperativismo, lo asociativo. Tampoco hemos logrado implementar los cluster, los proyectos complementarios. Yo tengo un campito de 15 hectáreas con palta, mango, chirimoya, cítricos, y necesito que alguien haga miel, pero no lo puedo conseguir. Se produciría una miel de excelente calidad y se generarían fuentes de trabajo para varias familias. En una reunión tripartita de hace algunos años recibimos a una delegación de japoneses que buscaban desesperadamente lo que llamaban el “cahé” y que nosotros conocemos como estevia. Es una planta que requiere un régimen de lluvias como el de la zona pedemontana (Tartagal, Mosconi, Aguaray), más agua que la del Chaco, que necesita mucha mano de obra porque la cosecha se hace a mano como la del té. Es inimaginable lo que significaría en generación de empleo y desarrollo. Pero para eso se necesita la mirada del Estado, junto a la del privado para desarrollar un proyecto importante.

En esa mirada hacia el desarrollo regional, ¿qué importancia tienen rutas como la provincial 54 o la nacional 86 que se construirían pronto?

Hay que tener claro si la ruta que se está pavimentando la queremos para ir al festival del Trichaco, al festival de Jorge Rojas, de pesca al Pilcomayo o para qué la queremos. Una ruta pavimentada no sirve de nada si no está dentro de un contexto de desarrollo estratégico; si no, cómo se explica que los pueblos que están a la vera de la hermosa ruta pavimentada nacional 81 están mucho peor que hace 20 años, como Dragones o Hickmann. Digo esto porque no escuché a ningún funcionario hablar de temas de integración y desarrollo regional, si los millones de pesos que demandará la 54 son parte de un programa integral de desarrollo estratégico, de una política de integración con nuestros vecinos para que nos vendamos mutuamente lo que necesitamos y para en forma conjunta exportemos a los grandes mercados del mundo.

Pero a los fines prácticos, ¿para qué nos sirve la provincial 54 pavimentada?

Por esa ruta o por la nacional 86 podemos llegar a la hidrovía del río Paraguay, que corta en dos al vecino país, que parte desde Corumbá en Brasil, llega al Río de la Plata y es por donde sacan su producción los bolivianos y los paraguayos. Esa producción se transporta en barcazas porque el precio es de 5 dólares la tonelada cuando en camiones cuesta 40 dólares. Justamente, y por ese motivo, las rutas de Paraguay y de Bolivia están pavimentadas y se encuentran en el Cruce de Don Silvio (Infante Rivarola), 54 kilómetros al este de Misión La Paz. Nosotros por el momento estamos afuera de ese proyecto de integración. Somos tan pícaros que quienes más van a aprovechar la ruta 54 van a ser los paraguayos, que en un par de años van a vendernos su carne porque la que nosotros tenemos ni siquiera alcanzará para abastecer el mercado interno. Lo digo porque nosotros en la región no alcanzamos a las 200.000 cabezas mientras los paraguayos en la suya, con las mismas características geográficas y ambientales y un clima aún más hostil que el nuestro, tienen 4 millones de cabezas de ganado con una genética excelente.

Siempre miró con mucha admiración a las comunidades menonitas de Paraguay...

Son grandes productores de leche (650.000 litros diarios) y ahora trabajan en ganadería con altísima rentabilidad. Comenzaron hace 5 años y ahora tienen dos frigoríficos, y a los pobladores cercanos a sus comunidades les dieron cerdos para ellos hacer embutidos y chacinados. Son grandes exportadores de carnes y derivados. Comenzaron faenando 300 cabezas por día y solamente 5 años más tarde faenan 3.000. Alguna vez debemos copiar lo bueno porque estos emprendimientos se dan en una región más hostil que el Chaco salteño y es una realidad palpable que los funcionarios y empresarios pueden verla porque está aquí cerca, no es una expresión de deseo ni un delirio. Por eso les pido a nuestros representantes, entre ellos a los 600 candidatos a concejales que tenía Tartagal para ocupar 11 bancas, o a las decenas de candidatos a diputados y senadores provinciales y nacionales que sonríen desde los afiches, que no admiren lo que hacen en otros continentes o en otras culturas, que miremos todos juntos aquí muy cerca, y comencemos con un proyecto de desarrollo real y concreto.

 

 

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