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Llantos y fantasmas en el inquietante hotel Edén

Domingo, 20 de octubre de 2013 01:45

Un fresco día de verano en el corazón de La Falda en las sierras de Córdoba, un grupo de turistas recorrió en compañia de una joven guía esos pasillos interminables de lo que fue uno de los más lujosos hoteles surgidos a fines del siglo XIX. Una vez que salieron a descansar en esos inmensos jardines, una mujer le preguntó a otra: “¿no sentiste algo?, ¿algo cómo qué?”, le respondió la interlocutora... “no sé, algo... como si hubiese alguien observándonos, además me pareció escuchar el gemido de un niño...” Otro de los visitantes que estaba atento a la conversación de las mujeres se acercó y dijo... “yo escuché llorar a un niño”... todos los que estaban en el lugar coincidieron en que a pesar de ser un lugar que irradiaba un lujo exquisito podía percibirse algo extraño, inquietante.

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Un fresco día de verano en el corazón de La Falda en las sierras de Córdoba, un grupo de turistas recorrió en compañia de una joven guía esos pasillos interminables de lo que fue uno de los más lujosos hoteles surgidos a fines del siglo XIX. Una vez que salieron a descansar en esos inmensos jardines, una mujer le preguntó a otra: “¿no sentiste algo?, ¿algo cómo qué?”, le respondió la interlocutora... “no sé, algo... como si hubiese alguien observándonos, además me pareció escuchar el gemido de un niño...” Otro de los visitantes que estaba atento a la conversación de las mujeres se acercó y dijo... “yo escuché llorar a un niño”... todos los que estaban en el lugar coincidieron en que a pesar de ser un lugar que irradiaba un lujo exquisito podía percibirse algo extraño, inquietante.

En ese momento la guía de turismo decidió contar que existía la leyenda de que el alma en pena de un niño, hijo de una empleada del hotel que murió en plena epidemia de fiebre amarilla, solía aparecer en los atardeceres llorando por la muerte de su madre. Algunos escucharon incrédulos, pero la mayoría había percibido algo que no podía explicar qué era, pero que estaban seguros, habían sentido.

El lugar de la aristocracia

Lo cierto es que se respira un clima denso, pesado y sombrío en los amplios pasillos del hotel Edén, ese mítico lugar que en tiempos pasados recorrieron y disfrutaron los más encumbrados políticos nacionales como el presidente Julio Argentino Roca; José Figueroa Alcorta, Agustín P. Justo, también el escritor Rubén Darío, la actriz Berta Singerman; y la realeza europea, entre ellos Eduardo de Windsor y Humberto II de Italia, además lo visitó Albert Einstein, pero no se alojó allí.

Nada más lujoso y discreto que ese hotel en medio de las bellísimas serranías cordobesas a solo 78 kilómetros de la ciudad de mediterránea, con todas las comodidades que se podían pretender en la época. Sin embargo, sus 115 años de existencia no pasaron a la historia solo por sus lujos y sus fantasmas, sino porque allí, se concentró la crema y nata del nazismo y porque de ser una lujosa residencia de paseo se transformó en una cárcel vip cuando Argentina le declaró la guerra en 1945 al agonizante eje integrado por Alemania, Japón e Italia.

Tan fuerte es su impronta que todos quedan cautivados con las historias que se cuentan, ya sean de amor, de política o ... de fantasmas.

El origen de un pueblo

Lo que después se conoció como el hotel Edén (sin acento figura en la documentación original), nació en 1897 de una idea de Roberto Bahlcke, un exoficial alemán asociado con un suizo, Juan Kurth y finalmente se sumó una empresaria alemana María Herbert de Kreautner quienes consiguieron un crédito para levantar un hotel en la base del cerro El Cuadrado.

En 1898, con la mitad del edificio construido comenzó su funcionamiento. Sin embargo los ingresos no alcanzaban para paliar las deudas contraidas. En 1912, el hotel fue vendido al matrimonio alemán compuesto por Walter e Ida Eichhorn, quienes eran amigos personales de Adolf Hitler y de algunos de sus oficiales de estado mayor. El edificio estaba enclavado en la Estancia La Falda de La Higuera de unas 900 hectáreas, otros dicen 1.200. Al cabo de un par de años, no lograban salir adelante con las deudas y por ese motivo comenzaron a lotear gran parte del predio, dando nacimiento de ese modo a la localidad de La Falda.

Su contacto con el nazismo

Los Eichhorn entablaron amistad con Hitler antes de que el nazismo asumiera el poder. Eran de los pocos que tenían acceso a las habitaciones del Fhrer. Nunca negaron su colaboración con esta ideología, incluso hacían fiestas en el Edén en donde lo recaudado era enviado a Alemania para colaborar con el estado alemán.

La decadencia tras  la caída de Hitler

En 1995 el FBI desclasificó documentos de la investigación que habían realizado sobre el matrimonio propietario del hotel. Está fechada en septiembre de 1945 y lleva la firma del controvertido John Edgar Hoover, ante la sospecha de la posible huida de Hitler a la Argentina. Esos escritos revelan que los Eichhorn habían realizado importantes contribuciones económicas para sostener el ascenso de Hitler al poder.

“Si el Fhrer tuviera en algún momento dificultades, él podría encontrar un refugio en La Falda, donde ya se han hecho los preparativos necesarios”, dice el documento, además de contar con las numerosas cartas que Hitler les enviaba agradeciéndoles su colaboración.

 

De hotel a cárcel de lujo

El edificio estaba compuesto por 100 habitaciones y 40 baños. Contaba con un comedor para 250 personas y otro auxiliar para niños y personal doméstico. Tenía salón de fiestas, de lectura, jardines de invierno, bar, galerías cubiertas, una fuente de mármol con estatuas de leones que la custodiaban. Además de una usina eléctrica propia, calefacción central, talleres, quinta y corrales para el abastecimiento y procesamiento de alimentos que se consumían en el hotel, caballerizas, canchas de golf, entre otras.

Cuando en 1945 Argentina le declaró la guerra a Alemania, fue expropiado por el Estado y utilizado como una prisión de lujo para la diplomacia japonesa. En 1947 Perón lo restituyó a sus dueños y en 1965 fue vendido. Actualmente es propiedad del Municipio de La Falda.

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