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Enorme enojo de Alemania por el espionaje de EEUU

Viernes, 25 de octubre de 2013 02:14

Antes México y Brasil, ahora Alemania. El Gobierno alemán dio ayer por válidas las informaciones que apuntan a que EEUU pinchó el teléfono móvil de la canciller Angela Merkel, criticó con dureza el espionaje entre aliados y exigió a Washington una explicación exhaustiva y sincera.

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Antes México y Brasil, ahora Alemania. El Gobierno alemán dio ayer por válidas las informaciones que apuntan a que EEUU pinchó el teléfono móvil de la canciller Angela Merkel, criticó con dureza el espionaje entre aliados y exigió a Washington una explicación exhaustiva y sincera.

La propia jefa del Gobierno alemán, que se encuentra en Bruselas para una cumbre europea informal, subrayó que “el espionaje entre amigos no puede darse en absoluto”, ya que mina los lazos bilaterales y dejó la pelota del lado estadounidense.
“Necesitamos confianza entre amigos y aliados, y ahora hay que reconstruir de nuevo esa confianza”, agregó Merkel, tanteando este repunte de la crisis del espionaje con especial cautela, pero dando tácitamente por sentado que su teléfono estaba intervenido por los servicios secretos estadounidenses.
Para confirmar el malestar teutón, el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, se reunió de urgencia ayer con el embajador estadounidense en Berlín, John B. Emerson, cuya convocatoria supone un paso diplomático inédito en la historia alemana de la posguerra.
“Sin motivos ni indicios muy serios no hubiésemos dado un paso diplomático de esta gravedad”, aseguró Westerwelle en la rueda de prensa al ser interrogado por la certeza que otorga a estas informaciones.
La información de que dispone Berlín al respecto, añadió, es “tan seria” que era “necesario” dar este paso, algo que no se había hecho con un aliado desde la II Guerra.
A su juicio, Washington debe dar ahora una “explicación seria y sin vacíos”, además de “sincera y exhaustiva”, sobre esas actividades.
De esta forma englobó no solo el último capítulo de este escándalo, sino también las captaciones masivas de comunicaciones que presuntamente llevó a cabo durante años EEUU en Alemania y que salieron a la luz a raíz de las filtraciones del exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), Edward Snowden.
“Si se confía, no se espía. Y si se hace, se daña la amistad”, argumentó Westerwelle, que exigió “ahora” a EEUU la verdad.
“Se deben poner ahora todas las cartas sobre la mesa”, apostilló el ministro, que realizó parte de su alocución pública en inglés. El ministro de Interior, Hans-Peter Friedrich, que encabezó una delegación alemana a Washington en julio para informarse sobre el alcance del espionaje en su país, ha asegurado en declaraciones al periódico Leipziger Volkszeitung que “las disculpas llegan tarde”.
Más allá de la “ruptura de la confianza” de la que habló el ministro de la Cancillería, Ronald Pofalla, responsable de la inteligencia alemana, los miembros del Gobierno evitaron apuntar qué consecuencias podría desencadenar el descubrimiento de este acto de espionaje.
No así varios miembros del Partido Socialdemócrata, en negociaciones para entrar en el próximo gobierno, que abogaron por congelar las negociaciones con Washington para firmar un tratado de libre comercio hasta no obtener una explicación convincente.
De esta forma se posicionaron el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz; el presidente del SPD, Sigmar Gabriel, y el presidente de la Comisión parlamentaria de Secretos Oficiales, Thomas Oppermann, que reunió de urgencia al organismo.
 

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