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Mary Robles, una vida puesta a la inclusión

Domingo, 27 de octubre de 2013 02:01

Es salteña, nació en diciembre del 61 y en estos más de 50 años ha visto el mundo cambiar. Lo ha visto avanzar y retroceder en lo que refiere a inclusión social para el colectivo LGBIT (lesbianas, gays, bisexuales y personas transexuales). Mary Robles, desde este pequeño lugar del mapa, Salta, ha sido una de las personas que ha insistido en el diálogo y que se ha preocupado porque entre esos avances y retrocesos, hayan cada vez menos momentos de incomprensible quietud.

Es que para ser una sociedad inclusiva deben haber más leyes que garanticen el gozo pleno de los derechos de todos los ciudadanos. Esa es su más sentida convicción. 

Hoy Mary participará de la tercera jornada electoral del año. Por tercera vez, también, sufragará con su DNI de mujer. Fue la primera salteña en ejercer uno de sus derechos, tras la sanción de la ley de identidad de género.
La foto y el artículo periodístico en la página 32 de una edición de El Tribuno tras una jornada electoral del 1 de octubre de 1995, es la imagen antagónica a esta parte de su presente. Allí, ella. Mary Robles, antes de emitir su voto, formando la fila de hombres, antes de entrar al cuarto oscuro. “Sin miedo al qué dirán”, como ella misma decía, ejercía su derecho a participar del sufragio, pero en esa fila que la hacía protagonista de un instante contradictorio a su sentir. Violento.

“Me considero una mujer. Vengo a votar como cualquier otro ciudadano. Elijo ser mujer porque vivo y siento como una mujer, aunque nací hombre”, le dijo ese día a la cronista de El Tribuno. Hoy, con mirada retrospectiva, dice que en ese momento era mucho más difícil generar cambios y decir a viva voz quién era una en el ámbito de lo cotidiano. “Con los años me fui acostumbrando y mis vecinos o la gente de mi contexto cercano, también”, contó Mary.

Pero quedan luchas pendientes y Mary, desde su lugar, trabaja bajo ese precepto tratando de contribuir a disminuir la discriminación de los grupos vulnerables y evitando la exclusión en los ámbitos de la salud, la educación el acceso a la vivienda y al trabajo. Es coordinadora de ATTTA Salta (Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina) y hace pocos días se desvinculó del Gobierno de la Provincia, que la había convocado como asesora en materia de diversidad e inclusión laboral de las minorías sexuales, con dependencia directa del Ministerio de Derechos Humanos, a cargo de María Pace.

“No puedo renunciar a un cargo que nunca tuve. Nunca asumí oficialmente como asesora, me llamaron para articular con la ministra Pace y nunca me pude reunir con el gobernador, nunca hablé con él de los temas que requerían atención, y aunque era su asesora (entre comillas), siempre la ministra Pace estuvo al medio. Me tendría que haber dado una audiencia, al menos, pero nunca ocurrió”, dijo en una carta que envió a la ministro de DDHH.

Robles dice que las luchas pendientes tienen que ver con bregar por una sociedad con valores más democráticos e inclusivos, sensibilizar a la población sobre los riesgos de contagio de enfermedades de transmisión sexual, incluir perspectiva de género e identidad en la educación y el activismo, de manera tal de contribuir a la remoción de los estereotipos culturales que pesan sobre los grupos de la diversidad sexual en pos de una acceso al ejercicio pleno de ciudadanía. “Para eso se deben promover políticas, tanto en los ámbitos públicos como privados, sociales, comunitarios, de seguridad social y laboral”, resumió.

Su historia y la pelea por
su verdadera identidad

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Es salteña, nació en diciembre del 61 y en estos más de 50 años ha visto el mundo cambiar. Lo ha visto avanzar y retroceder en lo que refiere a inclusión social para el colectivo LGBIT (lesbianas, gays, bisexuales y personas transexuales). Mary Robles, desde este pequeño lugar del mapa, Salta, ha sido una de las personas que ha insistido en el diálogo y que se ha preocupado porque entre esos avances y retrocesos, hayan cada vez menos momentos de incomprensible quietud.

Es que para ser una sociedad inclusiva deben haber más leyes que garanticen el gozo pleno de los derechos de todos los ciudadanos. Esa es su más sentida convicción. 

Hoy Mary participará de la tercera jornada electoral del año. Por tercera vez, también, sufragará con su DNI de mujer. Fue la primera salteña en ejercer uno de sus derechos, tras la sanción de la ley de identidad de género.
La foto y el artículo periodístico en la página 32 de una edición de El Tribuno tras una jornada electoral del 1 de octubre de 1995, es la imagen antagónica a esta parte de su presente. Allí, ella. Mary Robles, antes de emitir su voto, formando la fila de hombres, antes de entrar al cuarto oscuro. “Sin miedo al qué dirán”, como ella misma decía, ejercía su derecho a participar del sufragio, pero en esa fila que la hacía protagonista de un instante contradictorio a su sentir. Violento.

“Me considero una mujer. Vengo a votar como cualquier otro ciudadano. Elijo ser mujer porque vivo y siento como una mujer, aunque nací hombre”, le dijo ese día a la cronista de El Tribuno. Hoy, con mirada retrospectiva, dice que en ese momento era mucho más difícil generar cambios y decir a viva voz quién era una en el ámbito de lo cotidiano. “Con los años me fui acostumbrando y mis vecinos o la gente de mi contexto cercano, también”, contó Mary.

Pero quedan luchas pendientes y Mary, desde su lugar, trabaja bajo ese precepto tratando de contribuir a disminuir la discriminación de los grupos vulnerables y evitando la exclusión en los ámbitos de la salud, la educación el acceso a la vivienda y al trabajo. Es coordinadora de ATTTA Salta (Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina) y hace pocos días se desvinculó del Gobierno de la Provincia, que la había convocado como asesora en materia de diversidad e inclusión laboral de las minorías sexuales, con dependencia directa del Ministerio de Derechos Humanos, a cargo de María Pace.

“No puedo renunciar a un cargo que nunca tuve. Nunca asumí oficialmente como asesora, me llamaron para articular con la ministra Pace y nunca me pude reunir con el gobernador, nunca hablé con él de los temas que requerían atención, y aunque era su asesora (entre comillas), siempre la ministra Pace estuvo al medio. Me tendría que haber dado una audiencia, al menos, pero nunca ocurrió”, dijo en una carta que envió a la ministro de DDHH.

Robles dice que las luchas pendientes tienen que ver con bregar por una sociedad con valores más democráticos e inclusivos, sensibilizar a la población sobre los riesgos de contagio de enfermedades de transmisión sexual, incluir perspectiva de género e identidad en la educación y el activismo, de manera tal de contribuir a la remoción de los estereotipos culturales que pesan sobre los grupos de la diversidad sexual en pos de una acceso al ejercicio pleno de ciudadanía. “Para eso se deben promover políticas, tanto en los ámbitos públicos como privados, sociales, comunitarios, de seguridad social y laboral”, resumió.

Su historia y la pelea por
su verdadera identidad

Mary Robles dice que a los trece años ya sentía la necesidad de cambiar de identidad. Por miedo a su madre, otros familiares y al “qué dirán” decidió irse de su casa.

“Eran tiempos difíciles. La gente no estaba preparada para convivir con travestis. Definirse costaba y me resultó muy duro abandonar mi casa y enfrentar la vida sin saber mucho de ella. Tuve que aprender a sobrevivir, de alguna manera, rodeada de gente sin escrúpulos. La pasé bastante mal. Decir travesti era muy difícil. La gente te miraba mal. Te insultaban, te gritaban y te pegaban... Había que defenderse constantemente”, recordó. Su primera experiencia laboral fue como empleada doméstica en la época de la dictadura militar. Recuerda que más que un trabajo era una situación de esclavitud, de personas que solo querían mantenerla ocupada y sabían que no tenía familiares o afectos que pudieran responder por ella. Se sentía explotada laboralmente. Luego terminó ejerciendo la prostitución en el bajo grande.

“La zona estaba dividida en dos partes: bajo grande y bajo chico. En 1977 la policía decidió cerrarlo allanando casas donde trabajaban mujeres, en aquel tiempo existían las primeras chicas trans o travestis. Muchas de ellas debieron emigrar. Es que esos años los militares allanaban sus domicilios. Hubo muertes, suicidios... pasaron cosas horribles”, contó con dolor Mary a El Tribuno.

Ella es Mary desde que una amiga, Evelyn, le dijo “vos tenés cara de negra Mary”, porque antes se hacía llamar Claudia. Adoptó ese nombre y adoptó una lucha. Hoy su nombre es parte de una identidad que trasciende su sentir, está en su DNI. Y su lucha, desde la participación activa en distintas organizaciones del colectivo LGBIT, continúa inclaudicable.

Ella sabe en carne propia y reconoce todo lo que todavía falta para ser aceptada. Las que vienen detrás de ella deberán seguir con la lucha, pues estos parece que recién empieza. Quedan muchas ideologías por cambiar y para eso también existe el colectivo LGBIT. Una de las formas de cambiar es protestar, marchar, reclamar. Es por eso que el sábado 2 de noviembre convocan a la 10º Marcha Oficial del Orgullo y la Diversidad. Bajo la consigna “Igualdad, respeto y educación para no discriminar”, esperan a las 17 a quienes quieran sumarse en avenida del Bicentenario y paseo Güemes para marchar hacia la plaza 9 de Julio.

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