¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
23 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Pasó por una sesión de fotos y la posterior modificación digital para experimentar qué se siente

Lunes, 28 de octubre de 2013 20:49

Mi placer culposo es leer revistas de moda y chismes. No me pierdo esas fotos poco favorables de celebridades en bikini y me sorprendo al ver cuán bien funcionan sus dietas, que les dejan los abdominales perfectos en apenas seis semanas. O me maravilla la piel impecable de una estrella que aparece casi desnuda y pienso "¿por qué mi piel/pelo/dientes no son así de divinos?".

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Mi placer culposo es leer revistas de moda y chismes. No me pierdo esas fotos poco favorables de celebridades en bikini y me sorprendo al ver cuán bien funcionan sus dietas, que les dejan los abdominales perfectos en apenas seis semanas. O me maravilla la piel impecable de una estrella que aparece casi desnuda y pienso "¿por qué mi piel/pelo/dientes no son así de divinos?".

No es secreto que los anunciantes y revistas retocan las imágenes para que los sujetos se acomoden más a un ideal. y lo han estado haciendo por décadas.

En 2008 se dijo que en Inglaterra pronto se le prohibiría a este tipo de publicaciones que alteraran las fotografías de celebridades, tal era la ansiedad por los trastornos alimentarios entre los adolescentes. Pero eso nunca sucedió.Sería difícil hacer cumplir una ley de esa índole.

En la ciudad de Buenos Aires, desde 2011 la ley 3960 exige que se aclare cuándo una fotografía ha sido modificada con herramientas digitales.

Normalmente el debate se presenta en términos de si se les está vendiendo una realidad falsa a los adolescentes.Pero, ¿que sienten quienes son retocados? Decidí averiguar.

No fui lo suficientemente valiente como para dejarme fotografiar sin maquillaje, así que me eché un poco de base, rubor y brillo de labios.

Las sesiones de fotos, de por sí, son una experiencia extraña. "Mire al lado... Ponga las manos en las caderas... Sonría... No sonría... No sonría con la boca tan abierta", me ordenaban.

Angelina Jolie al natural y bajo fcetos del photoshop.

La fotógrafa Sarah Brimley trató de que me relajara para que encontráramos mi mejor foto "natural". Ha trabajado con algunas de las modelos más grandes de la moda, así como varias celebridades.

Dice que es estándar hacerle pequeños retoques a las fotos, como corregir imperfecciones en la piel o pelos fuera de lugar. "Las cámaras digitales tienen tal grado de definición que retocar se ha vuelto aún más necesario pues se ve cada pequeña mancha en la piel. Con la película no se veía tanto".

Pero los retoques extremos son raros, le dice a la BBC la fotógrafa. La excepción son las celebridades.

"Piden que se les cambie la forma a la nariz o que se les haga más delgadas. Eso pasa con casi todos los famosos que fotografiamos". La petición más común es que la cintura sea más delgada o las piernas más largas. Quienes trabajan en la industria lo saben. "Pero el público en general cree que lucen como aparecen y no es así", dice Brimley.

Hizo un gran trabajo con mis fotos y me parece que me veo bien en las imágenes. Pero llegó el momento de la post producción.

Como muchos fotógrafos de moda, Brimley retoca todas las fotos que toma, pero nunca en extremo. Pero yo quería ver qué era posible, así que le propuse hacer más de lo que normalmente haría.

Me quitó 18 kilos de encima y alrededor de 10 años. Todo en menos de una hora.

Cada mancha desapareció de mi piel, así como la cicatriz en mi frente. Blanqueó mi cara, alargó mi cuello, cambió la forma de mi nariz, amplió mis ojos, alargó mis piernas, cortó pedazos de mis brazos y muslos y redujo mis caderas.

De repente, en las imágenes originales, con las que yo estaba tan contenta al principio, me veía vieja, cansada y un poco gordita.

El resultado puede ser humillante. "Me sentí muy mal, como que el ser humano que soy no es suficiente".

Georgina Wilkin, una ex modelo de 23 años que desarrolló un trastorno alimenticio debido a las presiones del trabajo, reconoce el fenómeno. "Un par de veces posé para una revista y cuando salió a la venta, casi no me reconozco. Mis piernas eran más largas, mis poros, inexistentes y tenía la nariz arreglada".

El resultado puede ser humillante. "Me sentí muy mal, como que el ser humano que soy no es suficiente".

Para Vena Raffle, de la Autoridad de Estándares de Publicidad británica, a la hora de retocar hay que hacerlo responsablemente, sin pasar la raya que lleva a que "el anuncio sea engañoso, perjudicial u ofensivo".

Lo difícil es precisar qué es socialmente irresponsable. ¿hacer los brazos y piernas de una actriz más delgados? ¿O quizás añadirles caderas y pechos grandes a mujeres extremadamente flacas? En 2010 la revista Cosmopolitan admitió que habían retocado fotos de modelos anoréxicas para que parecieran más saludables.

Las técnicas de retocar están creando expectativas imposibles, argumenta Wilkin. "Modelos de revistas y maniquíes en tiendas. ese cuerpo no es alcanzable. Parece cada vez más alejado de la realidad".

Reese Witherspoon y su espectacular arreglo en photoshop para una revista.

Lo peor es que "como está en todas partes, hemos perdido algunas de nuestras facultades críticas para entender cuando algo deja de ser real", señala Susan Ringwood, directora ejecutiva de Beat, una ONG de trastornos alimentarios.

Hay una visión alternativa: que se trata sólo una parte inevitable del cambio tecnológico.

"En los viejos tiempos había que usar un montón de maquillaje, la selección de modelos tenía que ser muy cuidadosa, la iluminación excelente y se hacían innumerables tomas con cámaras e ingenieros, que se aseguraban de que saliera una imagen perfecta", subraya Ian Twinn, de la Sociedad Incorporada de Anunciantes Británicos.

"Ahora se puede hacer más rápidamente y manipular, cambiar y mejorar digitalmente la imagen luego". Los consumidores no son estúpidos, alega. Saben lo que está pasando y quieren comprar el sueño, argumenta.

Fuente: La Nación, BBC

PUBLICIDAD