La imagen positiva de la Presidenta, cercana al 52 por ciento luego de su internación, es casi veinte puntos más alta de la que sacó el kirchnerismo en todo el país. ¿Cómo se explica eso? La sociedad le reconoce a Cristina su fortaleza ante las adversidades y varias de sus políticas más trascendentes, pero parece haberle soltado definitivamente la mano al equipo económico y al reiterado relato que le inventa un país en el que no vive.
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La imagen positiva de la Presidenta, cercana al 52 por ciento luego de su internación, es casi veinte puntos más alta de la que sacó el kirchnerismo en todo el país. ¿Cómo se explica eso? La sociedad le reconoce a Cristina su fortaleza ante las adversidades y varias de sus políticas más trascendentes, pero parece haberle soltado definitivamente la mano al equipo económico y al reiterado relato que le inventa un país en el que no vive.
Tras la categórica derrota de anteayer en buena parte de la Argentina, el kirchnerismo tiene ahora una valiosa oportunidad para no derrochar aún más capital político en medio de la transición, pero deberá modificar sus rasgos de soberbia y dejarle bien en claro al 70 por ciento que no lo votó de que también será tenido en cuenta para la gestión cotidiana.
La mayoría parlamentaria que logró conservar el Frente para la Victoria es un premio consuelo para nada despreciable si se tiene en cuenta que solo el 33 por ciento de la gente votó para que haya diputados oficialistas. Esa fortaleza legislativa puede servirle al Gobierno nacional para no perder la iniciativa política en tiempos poselectorales o para profundizar el divorcio con un amplio sector de la sociedad, en caso de seguir usando al Congreso como una simple escribanía.
La Presidenta sabe que la agenda de temas pendientes de su Gobierno es amplia y tiene la chance de impulsar normas que tiendan a dar certidumbre a la gente en tiempos de cambios políticos.
¿Qué bloque se opondría a que la asignación universal por hijo sea por ley y no una prebenda que puede dejar de existir en cualquier momento? ¿Quién votaría en contra de que la suba del mínimo de Ganancias quede reglamentada y no dependa del ánimo del Gobierno de turno? ¿Por qué no discutir en el Congreso un nuevo esquema de medición estadística para dotar de credibilidad a las cifras del Indec? ¿Qué sector no acompañaría una planificada reforma tributaria que le quite la carga a los productos de la canasta básica? Cristina puede impulsar muchos proyectos que le sumen consenso al último tramo de su gestión sin desfinanciar al Estado, y así descomprimir una transición que hoy aparece tumultuosa pero que no tiene porqué serlo.
El Gabinete
Si bien es cierto que en un Gobierno tan personalista como este los ministros muchas veces son decorativos, nadie se anima a descartar por estas horas que el Gabinete de Cristina vaya a sufrir modificaciones en el corto plazo. “Afirmar con contundencia que no habrá cambios de figuritas luego de una derrota como la de ayer (por anteayer) sería una actitud irresponsable para cualquier funcionario”, aseveró a El Tribuno un influyente dirigente kirchnerista que pidió reserva de su identidad.
Suena fuerte un eventual reemplazo de Hernán Lorenzino en el Ministerio de Economía, que podría ser por Diego Bossio o Axel Kicillof, y también se rumorea que la jefatura de Gabinete podría quedar en manos del gobernador entrerriano Sergio Urribarri, en un intento por instalarlo más en el escenario nacional con vistas a 2015.
El hecho de que se quiera inflar a Urribarri es una señal inequívoca de la desconfianza que el kirchnerismo duro tiene con Daniel Scioli, el candidato natural del peronismo oficialista para suceder a Cristina.