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Siete reglas para evitar que el celular domine su vida

Martes, 29 de octubre de 2013 02:01

¿Cuán a menudo usted chequea su teléfono cuando está ocupado en otras cosas? Los investigadores de la relación entre humanos y computadoras llaman a estos pequeños controles de los aparatos personales "microinteracciones", que incluyen las rápidas revisiones del email, redes sociales, apps, y que a menudo no duran más de unos segundos. La empresa Sunshine Coast, de Australia, se propuso diseñar un "código de conducta" de siete puntos con el objetivo de impedir que la gente pierda más tiempo del necesario atendiendo su teléfono.

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¿Cuán a menudo usted chequea su teléfono cuando está ocupado en otras cosas? Los investigadores de la relación entre humanos y computadoras llaman a estos pequeños controles de los aparatos personales "microinteracciones", que incluyen las rápidas revisiones del email, redes sociales, apps, y que a menudo no duran más de unos segundos. La empresa Sunshine Coast, de Australia, se propuso diseñar un "código de conducta" de siete puntos con el objetivo de impedir que la gente pierda más tiempo del necesario atendiendo su teléfono.

Aquí, las siete reglas para un uso más inteligente de los teléfonos, diseñado para evitar que la tecnología nos robe experiencias.

1. Converse ahora, mande textos después. La idea es simple: por cortesía de las pantallas mágicas que cargamos en nuestros bolsillos o carteras, podemos hacer casi cualquier cosa en línea, en cualquier momento, a cualquier hora. Así que lo hacemos, sin poner límites que protejan nuestro tiempo de esparcimiento y placer: cenas o sueño, vacaciones o momentos íntimos. Nos atiborramos de las delicias y de obligaciones digitales, pero se nos olvida saborear lo que está enfrente de nosotros, lo que lleva a interactuar en vivo, con otras personas de carne y hueso.

2. Tómese un día libre de teléfono. Hay un aspecto molesto en este desafío: ¿no deberíamos simplemente aprender a controlarnos? Cada dispositivo tiene un botón para apagarlo. Sin embargo, somos peculiarmente renuentes a utilizarlo. Esa tendencia tiene hasta su propia sigla: MAPA, que viene de "miedo a perderse algo", y es la versión moderna de un temor que tradicionalmente ha acompañado al humano social, el miedo a ser excluido. ¿Cómo podemos resistirnos a las continuas dosis de dopamina que nos dan esos "me gusta" en las redes sociales o el ver que alguien retuiteó algo nuestro? Los hábitos son las acciones que se nos ha metido debajo de la piel y llegan a ser parte de nosotros. Por lo tanto, rompa la rutina y haga que sus hábitos vuelvan a ser más visibles. Quizás la mejor manera es dejar el teléfono en la mesa de luz todo el día, o póngalo en "modo avión" y disfrute de unas horas felices desconectado.

3. Evite ser un "buscatodo". En otras palabras, renuncie a los mapas, buscadores y los sitios web de recomendaciones de tanto y tanto, y entréguese a la casualidad, a lo inesperado. Si tiene que utilizar su teléfono para explorar su entorno, utilice una de las varias aplicaciones que animan a hacer descubrimientos fortuitos. Tampoco intente estar permanentemente conectado a las redes sociales. No se detendrá su mundo porque se “le pase” algún comentario.

4. ­Ni los codos ni los teléfonos sobre la mesa! Hablemos del "phubbing": desairar a otras personas haciendo caso omiso de ellas, por prestarle toda la atención a su teléfono móvil. La palabra ha capturado la atención del mundo gracias al deseo creciente de contrarrestar las consecuencias sociales de la indiscriminada inmersión tecnológica. En ninguna parte la descortesía del phubbing es más marcada que en la mesa, donde probablemente nació la idea de los buenos modales. Si hay una diferencia entre el comer y simplemente ingerir calorías es el placer y gratitud de compartirlo con otros. Estudios recientes indican que el sólo dejar el teléfono a la vista durante una cena genera fuertes sentimientos negativos en quienes le rodean. Así que es quizás más beneficioso de lo que piensa dejar a la tecnología de lado.

5. Mire antes de disparar. Entre otras cosas entonces, somos gente que toma muchas fotos con sus teléfonos. Eso está bien, como confirmarían mis padres que no se cansan de ver fotos de su nieto. Sin embargo, tenemos que reconocer que vivir la vida a través de un lente puede arruinar precisamente lo que queremos capturar. Sucede en los conciertos, por ejemplo: vemos a nuestra banda favorita casi exclusivamente refractada en la pequeña pantalla de nuestro teléfono inteligente, mientras filmamos o tomamos fotografías, y nos perdemos de disfrutarla a pleno.

6. Pruebe antes de cargar. A veces, las tecnologías digitales nos tratan como algo menos que humanos: como apenas unos globos oculares mirando la pantalla y unos dedos tecleando botones. Pero seguimos siendo seres de carne y hueso. Existimos en lugares y momentos determinados, y sólo podemos aprovecharlos si le damos plena expresión a toda la gama de nuestros sentidos. Antes de compartir una imagen en Instagram, asegúrese de hacer una pausa, degustar, respirar el aire profundamente, fijar el presente tan plenamente como se lo permita su presencia física, y sólo entonces, cargue la representación en dos dimensiones que más le guste de esa experiencia. Como el filósofo y científico informático Jaron Lanier señaló, las medidas sensoriales como el sabor y el aroma son ignoradas por casi todas las tecnologías digitales.

7. Deje dormir al teléfono. Con la cabeza sobre la almohada, es tentador para mirar el teléfono por última vez. Sin embargo, prepararse para que su sueño sea interrumpido. ¿Por qué? Las pantallas de los dispositivos electrónicos emiten luz azul, que su cerebro asocia con la luz del día. La exposición hace estragos con el reloj de su cuerpo, mientras que la estimulación -"sólo un vínculo, tuit, email o texto más"- hace lo mismo con su ya sobrecargada capacidad de atención.

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