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William J. Wayne y el colapso de las montañas

Lunes, 07 de octubre de 2013 03:50

El Dr. William Wayne es hoy, a los 91 años, uno de los geólogos eméritos de los Estados Unidos y sigue, con un gran entusiasmo, interesado por los nuevos descubrimientos de la ciencia a la que consagró su vida y que es la geomorfología. Esta disciplina se dedica al estudio del origen y evolución del paisaje, a investigar cómo se formaron los distintos relieves de la corteza terrestre en la permanente interacción entre las fuerzas internas que deforman las rocas comprimiéndolas, levantándolas y hundiéndolas versus las fuerzas externas del clima que buscan destruir y arrasar borrando del mapa montañas enteras en largos períodos geológicos.

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El Dr. William Wayne es hoy, a los 91 años, uno de los geólogos eméritos de los Estados Unidos y sigue, con un gran entusiasmo, interesado por los nuevos descubrimientos de la ciencia a la que consagró su vida y que es la geomorfología. Esta disciplina se dedica al estudio del origen y evolución del paisaje, a investigar cómo se formaron los distintos relieves de la corteza terrestre en la permanente interacción entre las fuerzas internas que deforman las rocas comprimiéndolas, levantándolas y hundiéndolas versus las fuerzas externas del clima que buscan destruir y arrasar borrando del mapa montañas enteras en largos períodos geológicos.

Precisamente estos estudios tienen en la juventud de los Andes un excelente campo propicio de investigación, un verdadero laboratorio natural. Esa fue la razón por la que el Dr. Wayne llegó a Salta en dos oportunidades, la primera en 1987 con un programa de la National Geographic Society, y la segunda vez en 1993 apoyado por la Fundación Fulbright. El tema central de su trabajo era investigar por un lado los famosos volcanes de barro que se producen en los cañones y quebradas del norte argentino y que en los veranos lluviosos movilizan millones de toneladas de fangos y rocas a muchos kilómetros pendiente abajo; y por otro lado el colapso de las laderas inestables de montañas originados en grandes sismos prehistóricos.

Veamos de él un breve pantallazo biográfico. William John Wayne, nació el 23 de abril de 1922 en Michigan, Estados Unidos. Se graduó de geólogo en la Indiana University en 1943 y recibió el doctorado en geología (geomorfología) en 1952 en la misma institución. Sirvió en el Ejército de los Estados Unidos entre 1943 y 1946, como sargento de infantería, en los EEUU, Francia y Alemania. Fue herido en combate durante la segunda guerra mundial. En 1946 se casó con la profesora Naomi Liebl, graduada en educación física, que decidió acompañarlo desde entonces en toda su vida profesional, trabajando a su lado en las investigaciones que realizó en distintos países. En 1952 comenzó a trabajar en el servicio geológico de Indiana. Sus investigaciones incluyeron estudios de geomorfología, estratigrafía, y paleoecología del período Pleistoceno en Indiana.

También comenzó y fue uno de los pioneros en los trabajos relacionados con la geología de las zonas de urbanización (geología urbana). En 1968 obtuvo la posición de catedrático de geomorfología en la Universidad de Lincoln (Nebraska), una casa de altos estudios ubicada en medio de la pampa húmeda del centro de los Estados Unidos. Fue nombrado Profesor Emérito en 1992.

Dirigió proyectos en la Argentina en 1980, 1983, y 1985 patrocinados por la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NSF) en conjunto con el IANIGLA de Mendoza, para estudiar glaciares de escombros y suelos congelados en el Cordón del Plata.

A partir de 1987 y por más de dos décadas ha estado dedicado a los estudios en las montañas y quebradas de Salta y Jujuy. Vino interesado en interpretar los fenómenos de movimientos en masa propios de las laderas de los Andes salto-jujeños. Me tocó acompañarlo como profesor de la Universidad Nacional de Salta en las investigaciones que realizaba.

Estaba especialmente interesado en entender el desplome de las laderas de los grandes valles del Noroeste argentino, en especial aquellos fenómenos catastróficos que se habían disparado en el pasado geológico por la ocurrencia de sismos con grado mayor que cinco en la escala de Richter.

Pero también le interesaba comprender los mecanismos que disparan los flujos densos, popularmente conocidos como volcanes de barro. Para ello comenzó con una intensa tarea de relevamiento aéreo fotográfico de las cicatrices de desplome de laderas y las acumulaciones de abanicos aluviales con origen en esos movimientos de flujos densos de fangos y escombros. Identificó una enorme cantidad de lugares en Salta y Jujuy que tenían esas características e incluso una reincidencia cíclica e histórica.

Se interesó especialmente por el fenómeno de 1976 que barrió el poblado de San Fernando del Valle de Escoipe al pie de la Cuesta del Obispo. También se interesó en lo acontecido en Vespucio en 1984 con la muerte de nueve personas y lo que pasó en la Estación de FFCC de Purmamarca en ese mismo año de 1984 con un volcán de barro que causó grandes daños y pérdida de bienes y vidas humanas.

Realizó un exhaustivo análisis en todo el norte argentino, principalmente en las quebradas de Humahuaca, Escoipe, El Toro, Cafayate y otras. Buscó explicaciones en los años-Niño, principalmente en el de 1984, que había sido catalogado internacionalmente como VS, o sea de la máxima intensidad. A resultas de sus investigaciones, que duraron varios años, preparó un extenso informe que entregó en mano al gobernador de ese momento, Roberto A. Ulloa.

Allí se mostraba cuál era la realidad histórica de la combinación de laderas inestables y las lluvias intensas que podían disparar desde los clásicos volcanes de barro (mud-flows, debris-flows, flash-floods) y desplomes de laderas (landslides, sturztroms), estos últimos potencialmente peligrosos cuando se activan por sismos de mediana a alta intensidad. Wayne dio conferencias en la UNSa, formó gente, codirigió tesis y publicó numerosos artículos en diferentes revistas y congresos, compartió la autoría con algunos de sus colegas salteños y jujeños. La temática siguió siendo estudiada por los distintos profesionales de Salta y Jujuy con las ideas que él dejó presentes. Han pasado los años, y los consejos, observaciones y prognosis de Wayne se han ido cumpliendo. El último fenómeno de Tartagal, que es idéntico en su raíz a otros que ocurrieron en la misma área de Tartagal, Vespucio y Mosconi en 1984, 2000 y 2006, forman parte de esa temática que supiera plantear originalmente el geomorfólogo norteamericano. Igualmente la problemática de Escoipe y La Zanja. Personalmente tengo la suerte de haber publicado numerosos trabajos con él que hoy son pioneros en la temática y además que haya prologado mi libro sobre los riesgos geológicos del norte argentino, donde reúno información sobre terremotos, erupciones volcánicas, avalanchas, inundaciones, desertización y otros fenómenos naturales. En su residencia de Lincoln, Nebraska, el Dr. Wayne es un asiduo lector de El Tribuno por internet, sigue atento los fenómenos geológicos que afectan al norte argentino y es un hombre de consulta siempre dispuesto a transmitir generosamente la sabiduría largamente acumulada.

 

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