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La frontera, Berni, la pobreza y las evasivas

Viernes, 15 de noviembre de 2013 02:05

Nuestra vecina y hermana Bolivia es uno de los tres principales productores de cocaína a nivel mundial. La demanda de este estupefaciente creció en todo el planeta, sobre todo en las grandes capitales. Pero el negocio de la cocaína boliviana es un negocio argentino. La evidencia de tal afirmación se encuentra en el precio. Mientras que en Bolivia cada kilo de cocaína cuesta alrededor de 3.500 dólares norteamericanos, en Buenos Aires se paga una cifra cercana a los 7.000 dólares. Pero los billetes están del otro lado del océano. En Europa, vía Argentina, el mismo kilo de cocaína se vende a unos 40.000 euros, cerca de 50.000 dólares. Es decir que cada 50.000 dólares, al menos 45.000 quedan en manos de los narcotraficantes argentinos que exportan la droga al viejo continente. Esa fue la especialidad nacional desde tiempos desconocidos, en donde se repetía alegremente que “la Argentina es un país de paso”.

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Nuestra vecina y hermana Bolivia es uno de los tres principales productores de cocaína a nivel mundial. La demanda de este estupefaciente creció en todo el planeta, sobre todo en las grandes capitales. Pero el negocio de la cocaína boliviana es un negocio argentino. La evidencia de tal afirmación se encuentra en el precio. Mientras que en Bolivia cada kilo de cocaína cuesta alrededor de 3.500 dólares norteamericanos, en Buenos Aires se paga una cifra cercana a los 7.000 dólares. Pero los billetes están del otro lado del océano. En Europa, vía Argentina, el mismo kilo de cocaína se vende a unos 40.000 euros, cerca de 50.000 dólares. Es decir que cada 50.000 dólares, al menos 45.000 quedan en manos de los narcotraficantes argentinos que exportan la droga al viejo continente. Esa fue la especialidad nacional desde tiempos desconocidos, en donde se repetía alegremente que “la Argentina es un país de paso”.

En las últimas décadas algunas de las miles de toneladas que cruzaron por la frontera norte para ser exportadas a Europa fueron quedando en el territorio nacional para abastecer el mercado interno. Esta modalidad de venta en los barrios se denomina microtráfico, en comparación al macrotráfico que busca meter toneladas de cocaína boliviana en las capitales más desarrolladas del mundo. Los narcos que balearon hace algunas semanas la casa del gobernador de Santa Fe, no eran vendedores de poca monta. Eran con seguridad exportadores de cocaína que buscaban asegurarse sus envíos desde el puerto de Rosario. Fue la primera vez en la historia que el narcotráfico atacó al Estado argentino.

Este año, un equipo de documentalistas holandeses estuvo en Salvador Mazza haciendo un documental sobre el tema, porque las autoridades del país de Máxima habían descubierto que la mayoría de los cargamentos secuestrados con cocaína en el puerto de Róterdam, el más grande de Europa, llegaban desde las costas argentinas. Salta es señalada por el primer informe del narcotráfico elaborado por el gobierno provincial como la “puerta de entrada de la cocaína”. En este contexto aterrizó la semana pasada con toda la cúpula de las Fuerzas Armadas, el ministro de Seguridad nacional Agustín Rossi. Según se anunció vinieron a inaugurar un jardín de infantes. El Tribuno pudo averiguar con fuentes militares que la visita también era para revisar los regimientos de Salta capital. Rossi anunció que se colocaría antes de fin de año en Las Lomitas, Formosa, uno de los radares que hace más de 10 años construye el INVAP. En la página oficial de este organismo el rada figura como instalado en 2011.

Ante esta realidad, muchos en el norte viven con miedo y se acostumbran al horror. Ahí están los mayores bolsones de pobreza y desocupación y son esas personas las que son tentadas por el narcotráfico con ofertas laborales y económicas difíciles de rechaza en un marco de abandono por parte del Estado. Pero el miércoles, el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, que las últimas horas que pasó en Salvador Mazza fueron en noviembre de 2011, intentó invisibilizar el drama que viven cotidianamente miles de salteños. “Las fronteras están bien cuidadas”, mandó. Pero si las fronteras estuvieran bien cuidadas, la Argentina no se habría transformado en el tercer puerto proveedor mundial de la cocaína.

 

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