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“Hace casi dos años que no tenemos paz”

Viernes, 22 de noviembre de 2013 02:17

La familia de Marcela Mamaní, la joven desaparecida desde hace casi dos años y cuya investigación dio un giro inesperado en las últimas horas, se encuentra viviendo un verdadero infierno.

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La familia de Marcela Mamaní, la joven desaparecida desde hace casi dos años y cuya investigación dio un giro inesperado en las últimas horas, se encuentra viviendo un verdadero infierno.

Ayer, tras la realización de excavaciones en la vivienda de su expareja, donde habrían sido encontrados elementos de prueba que no fueron informados oficialmente, todo su grupo familiar se presentó en la casa del barrio Pablo Saravia para exigir información fehaciente. Todo ocurrió cerca del mediodía y se vivieron momentos de tensión.

En la vereda de la casa estaba Carmen, la madre de Marcela, quien lloraba desconsoladamente, pedía a gritos que le entreguen a su hija y acusó nuevamente a Javier. En ese mismo momento, desde la puerta de la vivienda miraba Betty, la madre del acusado, quien según testimonios de vecinos espera vender el terreno ni bien se aclare todo.

Sus hermanos exclamaban: “Hace casi dos años que no tenemos paz”, y su padre y hermanas tenían el miedo, los nervios y la desesperación reflejados en la mirada.

Tal como dijeron, pasaron casi dos años de investigaciones. Desde el 16 de febrero de 2011 que la familia no volvió a saber nada de Marcela Mamaní. Ni un llamado, ni una pista, nada. Durante ese tiempo su expareja fue detenido dos veces y actualmente se encuentra privado de su libertad. Durante todas las declaraciones que brindó ante la justicia, negó rotundamente haber matado a la joven.

Hoy la carátula del caso pasó de búsqueda de persona a homicidio; y la vivienda del sospechoso fue sometida a numerosas inspecciones oculares, excavaciones, georrastreo y demás pericias.

De acuerdo a varios testimonios, en la vida de Marcela no existía sólo Javier, sino también un hombre mayor, el cual declaró que mantenían una relación amorosa en la que también la ayudaba económicamente.

La justicia sospecha que la pareja tenía una relación violenta. Javier, en diálogo con El Tribuno, expresó en abril de 2012, que ambos se golpeaban. Por otro lado Marcela lo denunció numerosas veces por violencia y amenazas.

En los primeros pasos de la investigación y tras el primer allanamiento realizado en la casa de Aramayo, se encontraron varias prendas de vestir de la víctima y un exhuberante altar a San La Muerte, del cual el indio es devoto.

En la instrucción la familia Mamaní expresó que Javier había obligado en varias oportunidades a la joven a realizar pactos con el santo, en los cuales llegaba a cortarle el pelo y ofrecerlo como ofrenda, para que nunca se separen.

La desaparición hoy tiene en vilo no solo a su familia, sino también a los salteños. El Tribuno pudo saber que el acusado cuenta con un frondoso prontuario delictivo, en el cual hay registros de las veces que estuvo detenido. Los hechos mas relevantes fueron el homicidio de una prostituta -del cual fue sobreseído- y un enfrentamiento con armas de fuego, del cual un joven salió herido.

 Violencia y mucha tensión en el barrio

Los trabajos en la casa de Javier Aramayo, en el barrio Pablo Saravia, comenzaron ayer desde temprano e involucraron a una importante cantidad de policías.

Pasado el mediodía se vivieron momentos de suma tensión cuando llegó hasta el lugar el padre de Marcela Mamaní, quien se encontraba desesperado y buscaba que le brinden información.

Minutos más tarde se apersonó la madre y hermanos de la joven. Todos pedían información y, ante la negativa de un importante cordón policial, dos de sus hermanos intentaron entrar a la vivienda a la fuerza, lo que generó un momento de violencia y tensión.

A pesar de los pedidos a los gritos de justicia de la madre de Marcela, nadie les informó nada, por lo cual debieron retirarse del lugar con más dudas que certezas sobre lo ocurrido.

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