En estos días llenos de turismo nacional e internacional, nada mejor que darse una vuelta por el centro para probar las ricuras de la cocina regional.
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En estos días llenos de turismo nacional e internacional, nada mejor que darse una vuelta por el centro para probar las ricuras de la cocina regional.
Buscada por resumir en ella la mixtura de las culturas que confluyen en la región -indiana, española, criolla, árabe, italiana, etc- los lugares tradicionales han comenzado a transformarse en el centro de la ciudad y son pocos los que aún sobreviven proponiendo la exclusividad de nuestros sabores.
De esta manera nos encontramos con dos sitios emblemáticos del centro salteño, las empanaderías de El Farito y Tobías. Se trata de las dos últimas empanaderías que quedan en el microcentro y que, según anuncian, en algún momento también se irán de frente a la plaza 9 de Julio.
Ubicadas bajo la recova del Cabildo, cercanas a la esquina de Caseros y Buenos Aires, unas pocas mesas sobre la vereda son la única identificación de los locales.
En ambos es común comer en la vereda las más auténticas empanadas salteñas. Y como todo lo tradicional, cada una de las versiones de la empanada es diferente entre sí.
Nada mejor que acompañarlas con la salsa picante -también diferente según la mano del cocinero- y un vino tinto, malvec, o un fresco torrontés blanco según la temperatura del día.
De carne!
De carne, pollo o queso, son las tres versiones de empanadas salteñas. A diferencia de otras ciudades del país donde el recado puede ser desde pescado, pasando por el zapallo y hasta el pulpo. Y aunque las variantes son mínimas de acuerdo a la receta tradicional -por ejemplo la carne cortada a cuchillo o molida- las diferencias son palpables. O “saboreables”.
Pero claro, la especialidad local es la de carne. Se las recomendamos para que el visitante conozca Salta pero en su boca, en su sabor.