Sus informaciones tendenciosas, fallutas, se contradijeron con los datos oficiales ofrecidos por el Ministerio del Interior de la Nación.
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Sus informaciones tendenciosas, fallutas, se contradijeron con los datos oficiales ofrecidos por el Ministerio del Interior de la Nación.
Las elecciones son expresiones mayores e inequívocas de la democracia. Podríamos decir que son el sello que la distingue. Cuando no hay democracia los ciudadanos no pueden elegir a sus gobernantes ni representantes. “Ya vienen elegidos de fábrica”, solía chancearse un viejo político lugareño ya jubilado.
De lo dicho precedentemente podemos inferir que los salteños hemos sido privilegiados por la presencia constante de la democracia: en lo que va de este año ya hemos tenido la dicha de participar de tres elecciones, y el domingo que viene gozaremos de la cuarta. Con cuatro elecciones en este 2013 tenemos el derecho de proclamar que la democracia nos mima, y que prefiere a Salta como lugar de residencia!
Las elecciones suelen tener varios perfiles para diferenciarse una de otra. Pueden ser reñidas, emocionantes, convulsionadas, y hasta turbulentas; pueden ser tranquilas y, algunas veces, divertidas. Pueden ser cualquier cosa, menos aburridas. Sí, también pueden llegar a ser tramposas. Mejor dicho, a parte de sus participantes se les da por ahí. Por el papelón, para ser exactos.
En los comicios del 27 de octubre hubo unas cuantas muestras de ello.
El gobierno provincial, como todo gobierno kirchnerista que se precie de serlo, lanzó globos de ensayo para probar la supuesta candidez de los electores, antes y durante ese domingo.
Tuvo a su servicio, para lograr sus fines, a varias de esas empresas, o cosa parecida, denominadas “consultoras”, que se encargaron de difundir datos falsos sobre la marcha del acto eleccionario.
El propósito era claro: tratar de influir en la voluntad de los votantes.
Además de esas empresas, por así decirlo, también participaron, y activamente, en ese enjuague de mentiras, Pablo Kosiner, actual diputado nacional, y jefe de campaña del ñaño Rodolfo, y Juan Pablo Rodríguez, secretario de prensa del gobierno del guachito elegante.
Esas empresas, entre las que mencionaremos a Consultive Question (ICQ), dirigida por Gustavo Acuña, y RBA, comandada por Ramiro Barón, con el apoyo de los mencionados Rodríguez y Kosiner, y de otras encuestadores truchos, todos muy oficialistas, se sacaron la careta y se mostraron como verdaderas fuentes de propaganda.
En vano trataron de crear un ambiente favorable a los intereses de sus patrones, y fijar una tendencia que las urnas hicieron trizas.
Sus informaciones tendenciosas, fallutas, se contradijeron con los datos oficiales ofrecidos por el Ministerio del Interior de la Nación.
Aparte de quedar en vergonzoso orsai, al igual que sus mandantes, dejaron constancia de una chantería superlativa. Como diría un paisano, le pifiaron feo al tarro.
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