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Tucumán: hubo acuerdo pero siguió el caos y hubo otro muerto

Miércoles, 11 de diciembre de 2013 02:15

A última hora de anoche, las autoridades tucumanas confirmaron que un joven había muerto de un disparo en la calle Jujuy al 4.000, horas después de que se acordara un aumento del salario mínimo y la policía volviera a la calle. De esa forma son tres las víctimas fatales confirmadas en la vecina provincia, aunque se estimaba que podría sumarse otra persona muerta, no confirmada. Los saqueos producidos en el marco de la protesta policial culminaron, paradójicamente, con una violenta represión contra los comerciantes y vecinos que protestaban por la sangrienta crisis social.
A pesar de que al final de la tarde el gobernador José Alperovich y los dirigentes de la Policía habían llegado a un acuerdo salarial que puso fin al paro, la protesta y la violencia seguían encendidas en la ciudad.
Los últimos choques se produjeron pasadas las 21 cuando una columna de manifestantes, entre ellos comerciantes y vecinos, llegó con sus cacerolas muy cerca de uno de los ingresos de la sede gubernamental y fueron dispersados por efectivos de la Guardia de Infantería con gases lacrimógenos y balas de goma.
Poco antes, los efectivos policiales habían aceptado la propuesta de aumento salarial de un 35 por ciento, que lleva a 8.500 pesos el salario del bolsillo de un agente recién ingresado, la que Alperovich dispuso mediante un decreto de necesidad y urgencia (DNU).
Junto con la firma del DNU, Alperovich también instruyó a su fiscal de Estado, Jorge Posse Ponessa, a realizar una presentación en la Justicia por “sedición” contra los policías que estaban en huelga. En las calles tucumanas reinó el temor, con enfrentamientos entre empleados de comercios, con palos y armas de fuego, y saqueadores, mientras vecinos montaban barricadas en las esquinas.
Por la tarde, en distintos barrios comenzaron a sonar cacerolas en repudio a la falta de seguridad y luego centenares de vecinos se concentraron en la plaza Independencia, frente a la Casa de Gobierno. En la noche, cuando los manifestantes se acercaron hasta las puertas de la sede gubernamental, fueron reprimidos por policías con balas de gomas y gases lacrimógenos y al menos uno de los vecinos resultó herido en la cabeza. La intervención de Gendarmería en medio de la refriega generó que los policías se replegaran y se calmaran los ánimos en la plaza, aunque los manifestantes continuaron con su protesta. Desde los barrios, los vecinos llamaban a los medios de comunicación para informar sobre disparos y choques frente a nuevos intentos de saqueos, mientras esperaban que se restablecieran las guardias po liciales.
 

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A última hora de anoche, las autoridades tucumanas confirmaron que un joven había muerto de un disparo en la calle Jujuy al 4.000, horas después de que se acordara un aumento del salario mínimo y la policía volviera a la calle. De esa forma son tres las víctimas fatales confirmadas en la vecina provincia, aunque se estimaba que podría sumarse otra persona muerta, no confirmada. Los saqueos producidos en el marco de la protesta policial culminaron, paradójicamente, con una violenta represión contra los comerciantes y vecinos que protestaban por la sangrienta crisis social.
A pesar de que al final de la tarde el gobernador José Alperovich y los dirigentes de la Policía habían llegado a un acuerdo salarial que puso fin al paro, la protesta y la violencia seguían encendidas en la ciudad.
Los últimos choques se produjeron pasadas las 21 cuando una columna de manifestantes, entre ellos comerciantes y vecinos, llegó con sus cacerolas muy cerca de uno de los ingresos de la sede gubernamental y fueron dispersados por efectivos de la Guardia de Infantería con gases lacrimógenos y balas de goma.
Poco antes, los efectivos policiales habían aceptado la propuesta de aumento salarial de un 35 por ciento, que lleva a 8.500 pesos el salario del bolsillo de un agente recién ingresado, la que Alperovich dispuso mediante un decreto de necesidad y urgencia (DNU).
Junto con la firma del DNU, Alperovich también instruyó a su fiscal de Estado, Jorge Posse Ponessa, a realizar una presentación en la Justicia por “sedición” contra los policías que estaban en huelga. En las calles tucumanas reinó el temor, con enfrentamientos entre empleados de comercios, con palos y armas de fuego, y saqueadores, mientras vecinos montaban barricadas en las esquinas.
Por la tarde, en distintos barrios comenzaron a sonar cacerolas en repudio a la falta de seguridad y luego centenares de vecinos se concentraron en la plaza Independencia, frente a la Casa de Gobierno. En la noche, cuando los manifestantes se acercaron hasta las puertas de la sede gubernamental, fueron reprimidos por policías con balas de gomas y gases lacrimógenos y al menos uno de los vecinos resultó herido en la cabeza. La intervención de Gendarmería en medio de la refriega generó que los policías se replegaran y se calmaran los ánimos en la plaza, aunque los manifestantes continuaron con su protesta. Desde los barrios, los vecinos llamaban a los medios de comunicación para informar sobre disparos y choques frente a nuevos intentos de saqueos, mientras esperaban que se restablecieran las guardias po liciales.
 

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