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Oscar Jerez, el hombre que volvió a caminar por el Milagro

Jueves, 12 de diciembre de 2013 03:34

Hoy, Oscar Jeréz está aprendiendo a caminar gracias al Milagro.

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Hoy, Oscar Jeréz está aprendiendo a caminar gracias al Milagro.

El hombre tiene 36 años y hace seis tuvo un accidente vial en el que finalemente perdió una pierna tras un año de lucha en los hospitales.

Oscar nació y se crió en la ciudad de Metán y tiene tres hijos con Carina, su mujer: Oscar Jr., de un año, Brisa de 6 y Débora de 13; que le dan fuerzas para su lucha diaria.

La rehabilitación, luego de salir de los hospitales, fue dura y muchas veces se quedaba con energías para luchar porque las tres heridas no cerraban. Recién en 2011, hace tres años, se sintió con fuerzas suficientes y se encomendó a la empresa de cumplir una promesa a los santos patronos de Salta. Debía realizar la peregrinación a la procesión del Señor y la Virgen del Milagro con sus limitaciones, recorriendo los 150 kilómetros que separan a Metán de Salta.

“Yo ya llevaba tres años sin que me pueda cicatrizar la pierna; no se me curaba. Cuando estuve más o menos bien decidí encomendarme a la Virgen y el Señor del Milagro”, contó.

Salió cuatros días antes junto a su mamá, Zunilda del Carmen. Iba con muletas y con toda su fe a cuestas.

A la altura de la Difunta Correa, cerca del peaje de Cabeza de Buey, el destino desató su capricho e hizo que el sanguchero David lo viera peregrinando en una sola pierna. (David es un sanguchero fomoso que siempre sale a la ruta a asistir a los pegrinos del Milagro. Se aposta en alguna sombra y brinda alimentos y bebidas a los promesantes).

Allí se conocieron, se cruzaron las historias y hubo una promesa. David le dijo que lo haría caminar en dos piernas.

Oscar llegó a Salta, cumplió su promesa y cuando volvió a Metán vio que todas las heridas habían cicatrizado.

Su fe aumentó exponencialmente y su convencimiento lo llevó por segundo año consecutivo a emprender el camino de su fe.

Lo único que empañó el recorrido fue que en 2012 David cayó enfermo y no pudo verlo. El comerciante no pudo brindar su tradicional ayuda en la ruta ni su ya tradicional Noche del Peregrino.

Sin embargo siguieron comunicados y ahora era Oscar quien le daba el mensaje de esperanza a David.

El sanguchero venció su mal y comenzaron a preparar la peregrinación del 2013. Y surgieron nuevas ideas, se editó el libro “El milagro de la fe”, escrito por Walter Fabi, y se puso a la venta para recaudar los fondos para la pierna de Oscar.

Sucede que nuestro protagonista trabaja en la Banda de Música de la Municipalidad de Metán y con su sueldo no habría podido juntar nunca el dinero que cuesta la pierna ortopédica.

El libro tuvo un éxito total y se recaudó buena parte del dinero.

El resto lo hicieron decenas de donantes anónimos, peregrinos solidarios y especialmente la familia González, de Ortopedia Gemes.

Finalmente lograron adquirir la pierna, de primera calidad, para Oscar que la necesitaba.

Volvemos, hoy Oscar está dando sus primeros pasos porque a fines de noviembre recibió su flamante pierna con tecnología alemana.

Si se lo indaga sobre qué opina de David dice: “Gracias a Dios no es político, porque lo que me prometió me cumplió; a pesar de todo. Yo sólo tengo palagras de agradecimientos para él y ya le dije que cuente conmigo para seguir extendiendo el Milagro a quien lo necesite”.

Recuerdos de otras veces solidario

David es un sanguchero muy particular. Podrán amarlo o criticarlo, pero nadie podrá negar su enorme inclinación por la solidaridad. Con actitudes como la que tuvo con Oscar, asiste a la memoria el recuerdo de aquel domingo 26 de diciembre hace unos cinco años, cuando El Tribuno publicó el caso de María Colque, una mujer que vivía con sus 5 hijos en una casa de lona en el barrio Bicentenario. La mujer había pedido ayuda en todos lados sin respuestas positivas. Por eso no salía de su asombro luego de enterarse de que David la ayudaría a construir una vivienda digna. “La verdad es que pasamos una mala Navidad pero cuando me enteré de la ayuda, me puse a llorar con mis hijos y mi mamá”, manifestó.

La joven madre atravesaba una difícil situación. Sus pequeños hijos tenían 12, 10, 6, 4 y 2 años; y tres de ellos comían de lunes a viernes en un comedor de villa Primavera. Estaba desesperada.

 

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