¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

12°
20 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La directora salteña Bárbara Sarasola-Day debutó en el Festival de Berlín

Martes, 12 de febrero de 2013 18:14

Bárbara Sarasola-Day se convertióen la tercera cineasta salteña en debutar internacionalmente con su ópera prima en el Festival de Berlín, donde participa con "Deshora“, filme donde aborda "la intimidad y el deseo“ dentro de un matrimonio en decadencia que se ve revolucionado con la llegada de un familiar lejano.
"Para mí es una alegría inmensa, me siento muy afortunada“, afirmó la realizadora argentina, que competirá con su primer largometraje en la sección Panorama de la 63ra. Berlinale, siguiendo el camino que ya transitaron su comprovincianas Lucrecia Martel, con "La Ciénaga“, y Daniela Seggiaro, con "Nosilatiaj-La Belleza“.
Protagonizada por Luis Ziembrowski, María Ucedo y el colombiano Alejandro Buitrago, esta coproducción entre Argentina, Colombia y Noruega describe el drama de una pareja de clase alta salteña, dueña de una plantación de tabaco, que pasa por una crisis matrimonial -por inercia y falta de deseo- que se ve acentuada con la llegada de un primo de ella, que desata miserias y pasiones ocultas.
En una entrevista con Télam, Sarasola-Day señaló en ese sentido que "lo íntimo busca sus fronteras todo el tiempo, somos animales muy territoriales. La mirada y la presencia de otros ponen en amenaza eso que reservamos para nosotros como un secreto y, en consecuencia, estamos frente a un doble juego: lo que se comparte y lo que se preserva, lo aceptable y el tabú“.
"Entre estas orillas oscila el deseo, un sentimiento complejo que nos desubica, nos sumerge en terrenos extraños y nos devuelve a un espacio irracional y vital. Lo que más me atrajo son estas líneas delgadas, la fragilidad que hay cuando esos límites se desdibujan y las fronteras se traspasan, cuando el deseo nos pone frente a un abismo y quedamos al descubierto“, añadió la directora, que trabajó antes como asistente de dirección y producción.
-¿Cuáles son los problemas profundos que hacen que ese matrimonio no funcione?
-El problema más profundo es ese universo de seguridades y planes comunes que pasan de ser un deseo a un deber. Cuando ese proyecto no se actualiza y queda en un espacio cristalizado y de silencio. O cuando paralelamente se fantasea con otra vida posible que no se es capaz de encarar.
-¿Qué otras cuestiones quedan reflejadas en este matrimonio?
-Me interesaba poner en juego la omisión como manera de encarar el temor. El miedo es muy tremendo, el temor a quedarse solo es de los más comunes y nos atraviesa a todos siempre en algún momento de la vida.
-Si bien en un estilo diferente, "Deshora" plantea ciertos temas "salteños“ como el machismo, las diferencias de clase y, especialmente, la descripción de una aristocracia latifundista en decadencia
-Muchas de esas cuestiones atraviesan la película porque me atraviesan a mí. Salta es mi lugar, crecí en esa idiosincrasia y situé la historia en la clase social en la que me crié. Es una sociedad patriarcal con un fuerte machismo que se evidencia en mayor grado que el que existe en todo el país. Además, hay formas de relación entre las clases que aún se reproducen, se cuestionan poco, se naturalizan y resultan difíciles de entender y son terriblemente rancias.
-¿De qué manera la presencia de ese primo lejano provoca la aparición de pulsiones reprimidas, deseos ocultos y crueldad en los personajes?
-La presencia de cualquier persona "nueva“ en nuestras vidas trae consigo una oportunidad, como si pudiéramos arrancar de un grado cero y mostrarnos al otro idealmente. La mirada del otro es movilizadora, el primo pone en tensión eso, es como un espejo que devuelve algo a los otros personajes y, a su vez, ellos encuentran difícil reconocerse. El deseo es complejo y hay un punto en que el cuerpo se manifiesta y decide más que nuestra cabeza. Ese terreno lleno de contradicciones, grises y ambigüedad es el que me interesó. El sexo es una forma de expresión de muchas otras cosas y es ese excedente el que rescata la película.
-¿Cómo trabajaste en la puesta en escena la tensión creciente a lo largo del filme?
-Quería filmar en una de esas casas que se parecen a las de mi infancia: construcciones antiguas de muchas habitaciones, pasillos, recovecos. Ese universo poblado de objetos que han pasado de generación en generación y parecen sobrevivir a los habitantes. Las paredes anchas, las puertas ruidosas, las entradas de luz bien puntales y esos espacios sumergidos en la oscuridad. Es muy particular la forma en la que se habitan esos espacios, en un punto hacen tomar una temprana conciencia de la transitoriedad y la finitud. Me interesaba la relación de los cuerpos ahí y de los cuerpos entre sí. Para poder acercarse con soltura era necesaria la cámara en mano. Intenté ser austera en la utilización de los movimientos, lo más sintética posible. 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Bárbara Sarasola-Day se convertióen la tercera cineasta salteña en debutar internacionalmente con su ópera prima en el Festival de Berlín, donde participa con "Deshora“, filme donde aborda "la intimidad y el deseo“ dentro de un matrimonio en decadencia que se ve revolucionado con la llegada de un familiar lejano.
"Para mí es una alegría inmensa, me siento muy afortunada“, afirmó la realizadora argentina, que competirá con su primer largometraje en la sección Panorama de la 63ra. Berlinale, siguiendo el camino que ya transitaron su comprovincianas Lucrecia Martel, con "La Ciénaga“, y Daniela Seggiaro, con "Nosilatiaj-La Belleza“.
Protagonizada por Luis Ziembrowski, María Ucedo y el colombiano Alejandro Buitrago, esta coproducción entre Argentina, Colombia y Noruega describe el drama de una pareja de clase alta salteña, dueña de una plantación de tabaco, que pasa por una crisis matrimonial -por inercia y falta de deseo- que se ve acentuada con la llegada de un primo de ella, que desata miserias y pasiones ocultas.
En una entrevista con Télam, Sarasola-Day señaló en ese sentido que "lo íntimo busca sus fronteras todo el tiempo, somos animales muy territoriales. La mirada y la presencia de otros ponen en amenaza eso que reservamos para nosotros como un secreto y, en consecuencia, estamos frente a un doble juego: lo que se comparte y lo que se preserva, lo aceptable y el tabú“.
"Entre estas orillas oscila el deseo, un sentimiento complejo que nos desubica, nos sumerge en terrenos extraños y nos devuelve a un espacio irracional y vital. Lo que más me atrajo son estas líneas delgadas, la fragilidad que hay cuando esos límites se desdibujan y las fronteras se traspasan, cuando el deseo nos pone frente a un abismo y quedamos al descubierto“, añadió la directora, que trabajó antes como asistente de dirección y producción.
-¿Cuáles son los problemas profundos que hacen que ese matrimonio no funcione?
-El problema más profundo es ese universo de seguridades y planes comunes que pasan de ser un deseo a un deber. Cuando ese proyecto no se actualiza y queda en un espacio cristalizado y de silencio. O cuando paralelamente se fantasea con otra vida posible que no se es capaz de encarar.
-¿Qué otras cuestiones quedan reflejadas en este matrimonio?
-Me interesaba poner en juego la omisión como manera de encarar el temor. El miedo es muy tremendo, el temor a quedarse solo es de los más comunes y nos atraviesa a todos siempre en algún momento de la vida.
-Si bien en un estilo diferente, "Deshora" plantea ciertos temas "salteños“ como el machismo, las diferencias de clase y, especialmente, la descripción de una aristocracia latifundista en decadencia
-Muchas de esas cuestiones atraviesan la película porque me atraviesan a mí. Salta es mi lugar, crecí en esa idiosincrasia y situé la historia en la clase social en la que me crié. Es una sociedad patriarcal con un fuerte machismo que se evidencia en mayor grado que el que existe en todo el país. Además, hay formas de relación entre las clases que aún se reproducen, se cuestionan poco, se naturalizan y resultan difíciles de entender y son terriblemente rancias.
-¿De qué manera la presencia de ese primo lejano provoca la aparición de pulsiones reprimidas, deseos ocultos y crueldad en los personajes?
-La presencia de cualquier persona "nueva“ en nuestras vidas trae consigo una oportunidad, como si pudiéramos arrancar de un grado cero y mostrarnos al otro idealmente. La mirada del otro es movilizadora, el primo pone en tensión eso, es como un espejo que devuelve algo a los otros personajes y, a su vez, ellos encuentran difícil reconocerse. El deseo es complejo y hay un punto en que el cuerpo se manifiesta y decide más que nuestra cabeza. Ese terreno lleno de contradicciones, grises y ambigüedad es el que me interesó. El sexo es una forma de expresión de muchas otras cosas y es ese excedente el que rescata la película.
-¿Cómo trabajaste en la puesta en escena la tensión creciente a lo largo del filme?
-Quería filmar en una de esas casas que se parecen a las de mi infancia: construcciones antiguas de muchas habitaciones, pasillos, recovecos. Ese universo poblado de objetos que han pasado de generación en generación y parecen sobrevivir a los habitantes. Las paredes anchas, las puertas ruidosas, las entradas de luz bien puntales y esos espacios sumergidos en la oscuridad. Es muy particular la forma en la que se habitan esos espacios, en un punto hacen tomar una temprana conciencia de la transitoriedad y la finitud. Me interesaba la relación de los cuerpos ahí y de los cuerpos entre sí. Para poder acercarse con soltura era necesaria la cámara en mano. Intenté ser austera en la utilización de los movimientos, lo más sintética posible. 

(Télam, por Paulo Pécora)

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD