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Uluncha cumple 35 años

Miércoles, 13 de febrero de 2013 01:02
Gorosito sigue ilustrando las ediciones de El Tribunito y enseña dibujo a niños y adultos en la Fundación Roberto Romero.

“­Soy de Salta y hago falta, y hago falta!”, canta el gauchito. “­Callate, Uluncha, dejá dormir la siesta! ­Como si cantaras tan bien!”, gruñe la abuela. “Nadie es profeta en su tierra ¿no?”, reflexiona Uluncha y dirige la mirada -oculta por un chambergo- a un lector al que anhela cómplice.

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Gorosito sigue ilustrando las ediciones de El Tribunito y enseña dibujo a niños y adultos en la Fundación Roberto Romero.

“­Soy de Salta y hago falta, y hago falta!”, canta el gauchito. “­Callate, Uluncha, dejá dormir la siesta! ­Como si cantaras tan bien!”, gruñe la abuela. “Nadie es profeta en su tierra ¿no?”, reflexiona Uluncha y dirige la mirada -oculta por un chambergo- a un lector al que anhela cómplice.

El 13 de febrero de 1978, en el margen inferior de una página de Clasificados de El Tribuno, estrenaba su historieta el joven Luis Alejandro Gorosito. Había ganado una ardua lucha para publicarlo “por treinta días y ver qué sucede”. Lo que ocurrió fue que esas viñetas devinieron en el umbral de un gran reconocimiento, y 35 años después Uluncha está lejos de tomar el color del recuerdo.

“Uno no sabe bien qué busca”, sentencia hoy Lucho Gorosito, retrotrayéndose a sus 19 años, cuando creó a su personaje dilecto. “Vos pensás, garabateás, pensás, garabateás miles de veces hasta que sale”, define, aunque no oculta un importante atascamiento que le salió al paso durante la gestación del gauchito: la búsqueda del nombre. Los primeros que le surgieron eran Martín o Miguel para identificarlo con el héroe gaucho, pero “me resultaban muy comunes y cuando trabajaba como dibujante para una agencia de publicidad la dueña me vio dibujando y me dijo: "­Qué lindo el Ulunchita!'. Ella era maestra de Cafayate y allá a todos los chicos les decían "Ulunchita', en alusión a una paloma silvestre, la bumbunita”. Ese epíteto cariñoso se replicó en barrios de Salta, Jujuy e incluso de Tucumán, a medida que se acrecentaban los lectores que se introducían en el universo del gauchito. Muchas generaciones acompañaron las aventuras de Uluncha junto a figuras entrañables inspiradas en personas reales como la Abuela, Florencio y la maestra Mirta o de raíz ficcional como la Cholita y la Gordina.

La docencia

Gorosito actualmente enseña dibujo humorístico en la Fundación Roberto Romero. Tiene a su cargo dos comisiones: una de niños y otra de adultos. Su actividad le dejó un par de verdades que hoy busca transferir desoyendo aquello de que la experiencia es intransmisible. “Hay que estar inspirado, pero lo más importante es trabajar. El secreto es el trabajo permanente porque uno no sabe qué busca”, argumenta. También destaca el “potencial inmenso” que ha podido apreciar en los niños, quienes crecen influenciados por tiras extranjeras, de una indudable maestría pero que no reflejan la identidad ni la realidad que los circundan. En parte por ello, en parte porque el gauchito es material de estudio en escuelas y en parte porque constituye un sueño propio está por editar un libro: “La leyenda de Uluncha”.

La historia se origina en una vivencia de los padres del gauchito y en el transcurso del relato aparecen personajes míticos como el Familiar, el Ucumar y el Cabralito. “En todos los episodios se nos muestra la riqueza de nuestra cultura”, anticipa. Aunque “el propósito mío no está en educar sino en el humor”, Gorosito no reniega de esa función social que su personaje cumple. “No sé por qué siempre tuve como guías a las maestras. Una me aconsejó que debía perfeccionarme en el dibujo, otra le puso el nombre a Uluncha y son ellas las que me llaman en las escuelas, las que valoran esta expresión artística”, dice. “Una vez me invitaron de la escuela María Reina y cuando llego observo que en las paredes habían colocado tiras de Uluncha, y me sorprendí porque no las tengo. Las maestras los habían coleccionado”, relata emocionado. Consciente de los condicionamientos a que se encuentra sometido su humor sin malicia ni dobleces, confiesa que lo anima a seguir la posibilidad de escribir las andanzas de Uluncha en un eterno presente “aunque quede a contramano, porque el humor grotesco y atrevido a la gente parece que le resulta más gracioso”.

 

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