Varios vecinos de barrio Solidaridad dijeron basta. “Ya no podemos tener un negocio porque te roban, salís y te asaltan. Entonces tenés que quedarte encerrado en tu casa”, se lamentó Carmen, una salteña de la zona sudeste. La inseguridad y la falta de contención social desatan a diario pedradas entre patotas, corridas, suicidios, niños atrapados por la pasta base, heridos y hasta muertes.
inicia sesión o regístrate.
Varios vecinos de barrio Solidaridad dijeron basta. “Ya no podemos tener un negocio porque te roban, salís y te asaltan. Entonces tenés que quedarte encerrado en tu casa”, se lamentó Carmen, una salteña de la zona sudeste. La inseguridad y la falta de contención social desatan a diario pedradas entre patotas, corridas, suicidios, niños atrapados por la pasta base, heridos y hasta muertes.
Es una barriada joven, pero las calles y las casas están exacerbadas. “Se rompió todo tipo de códigos. Antes, en las peleas de las barras, trataban de no agredir a mujeres y niños. Ahora no les importa nada. En cada esquina pasó alguna vez algo vinculado a la violencia. Ni hablar de los robos”, relata una joven vecina.
El viernes pasado, por la avenida Circunvalación, chicos, adolescentes, padres y madres marcharon por la paz. Prepararon pancartas y carteles que invitaban a vivir en la no violencia, en armonía y tranquilidad.
Después, en el Polideportivo, ubicado al lado de la Comisaría del barrio, se reunieron con el ministro de Seguridad de Salta, Eduardo Sylvester. Ante la desesperación, algunos pidieron que la Gendarmería patrulle la zona. Otros vecinos comentaron que el problema excede a colocar más uniformados en la calle. “Aquí hay otras necesidades básicas que no son atendidas y terminan en violencia”, explicó Margarita. “Si no hay un suicidio, ves a chicos que consumen drogas u otros que se juntan en barra para robar. Hay terrenos bien marcados. No voy a nombrar a ninguna patota para no herir susceptibilidades, porque no todos los grupos son vándalos. Entre ellos se revientan, muchas veces están armados”, relató Carmen.
“No queremos que éste sea el ejemplo para nuestros chicos. La violencia se está quedando con la calle. Muchos padres somos trabajadores, tenemos familias bien constituidas o madres solteras que salen a laburar y mantienen sus casas solas. Tenemos que empezar a hacer algo para que no se vaya de las manos”, agregó, angustiada, Carmen.
“El hacinamiento en que vive mucha gente en Solidaridad, Justicia, La Paz y Primera Junta es terreno para los enfrentamientos. La misma situación es violenta. Tienen casas de dos piezas y viven ocho hermanos”, se lamentó Margarita.
“Después aparecen las hijas embarazadas y tienen que sumar a dormir al bebé en el mismo espacio. Yo creía que eso ya no pasaba, en está época en que se reparte colchones y cuchetas. Uno mira eso y duele”, agregó otra vecina.
El Centro de Salud no da abasto
Las urgencias en Solidaridad y la gran cantidad de barrios aledaños del sudeste son moneda corriente.
De las peleas salen heridos de distinta gravedad, hay chicos intoxicados por alcohol o droga, hay víctimas de asaltos o intentos de suicidio.
Frente a todo ese panorama, los vecinos que dialogaron con El Tribuno se quejaron porque en el Centro de Salud barrial tienen que tener suerte para que el médico los pueda atender.
“Muchas veces sale en la ambulancia por una situación de emergencia y tenés que esperar. Es necesario reforzar el personal médico en la salita”, dijeron.
Por otra parte, piden que el Gobierno provincial agilice la puesta en funcionamiento del hospital que se termina de construir en esa barriada. “Lo necesitamos. Mientras más pase el tiempo, más chico queda, si bien ya es pequeño para atender las necesidades de la zona sur que tiene muchísima gente y también mucha violencia”, expresó Carmen.
Y con el resto de los vecinos coincidieron en que al nuevo hospital “seguramente lo inaugurarán justo en las elecciones, sin tener en cuenta que lo necesitamos ya”, dijeron.