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La historia oficial

Sabado, 02 de febrero de 2013 21:39

La semana pasada, el 31 de enero, se conmemoró el bicentenario de la instalación de la Soberana Asamblea General Constituyente del año XIII. El festejo, dispuesto “por única vez”, contribuye a que el 2013 sea el año de record histórico en cantidad de feriados (17 feriados y siete fines de semana largos), lo que nos permitirá un merecido descanso de uno de cada tres días trabajados..., sin contar los feriados provinciales. Hay quienes piensan que la mejor manera de honrar a nuestras instituciones y celebrar las fechas de la independencia no es vivir de fiesta, sino trabajar con mayor ahínco. En fin.

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La semana pasada, el 31 de enero, se conmemoró el bicentenario de la instalación de la Soberana Asamblea General Constituyente del año XIII. El festejo, dispuesto “por única vez”, contribuye a que el 2013 sea el año de record histórico en cantidad de feriados (17 feriados y siete fines de semana largos), lo que nos permitirá un merecido descanso de uno de cada tres días trabajados..., sin contar los feriados provinciales. Hay quienes piensan que la mejor manera de honrar a nuestras instituciones y celebrar las fechas de la independencia no es vivir de fiesta, sino trabajar con mayor ahínco. En fin.

Lo cierto es que el gobierno de Cristina Kirchner ha puesto un encomiable esfuerzo por rescatar hechos de nuestra historia que habían sido “ninguneados” por la corriente histórica liberal que ha dominado ampliamente esta faceta del pensamiento durante más de un siglo. Uno de ellos es la magnífica acción de la Asamblea del año XIII. Pero, hete aquí, que esta elogiable acción del Gobierno nacional se presenta en un clima empachado de crispación e intolerancia. Los espectadores de los exabruptos de nuestra presidenta y la mayoría de sus funcionarios no podemos comprender cómo derivan en peores agravios e insultos expresados por muchos de los integrantes de la oposición. Este clima lleva a que la cerril oposición de algunos permita al Gobierno apropiarse hasta de nuestra propia historia. La conmemoración por la Asamblea del año XIII fue así un accionar exclusivo del kirchnerismo, con un interesante acto central en Plaza de Mayo (adornado con las presencias de Boudou, D"Elía, Aníbal Fernández, Guillermo Moreno, etc.). Los medios gráficos y audiovisuales que maneja la oposición prácticamente ignoraron esta efeméride (hasta La Nación, tan afecta a recordar nuestra historia). Los oficialistas aprovecharon para hacer un panegírico sobre la actual “gesta” libertaria llevada a cabo por nuestra presidenta.

La idea de apropiarse del pasado no es nueva, ni siquiera exclusiva de nuestra civilización (la tribus vencedoras en las guerras civiles de la Isla de Pascua lo primero que hacían era destruir los “moáis” que recordaban a los antepasados de los vencidos).

En esa preocupación gubernamental por los temas históricos, se creó a fines de 2011 el Instituto de Historia Revisionista Argentina e Iberoamericana Manuel Dorrego, con la presidencia honoraria de Cristina Kirchner y efectiva de Pacho O'Donnell. Por esas cosas de la burocracia, recién la semana pasada salió el decreto dándole estructura y presupuesto a este instituto (ahora Pacho deberá esperar que se materialice). A algunos recalcitrantes opositores la creación del instituto les dio escalofríos, recordando inmediatamente la obra de ciencia ¿ficción?, “Mil novecientos ochenta y cuatro”, escrita por George Orwell en 1948. En ella su protagonista, Winston Smith, intuye que los retoques de la historia en los que consiste su trabajo, en el ámbito del “Ministerio de la Verdad” (Minver) son solo una parte de la gran farsa en la que se basa su gobierno, y descubre la falsedad intencionada de todas las informaciones procedentes del Partido Unico. El protagonista de la novela, en realidad, es el “El Gran Hermano”, personaje omnipresente que vigila a todos los ciudadanos y a través del Minver se dedica a manipular o destruir los documentos históricos de todo tipo, para conseguir que las evidencias del pasado coincidan con la versión oficial de la historia mantenida por el Estado. Los detractores de nuestro gobierno nacional hablan ya de una “Gran Hermana”, y han hecho correr el rumor que no debería sorprender que el libro “1984” no sea encontrado en ninguna librería; probablemente el Instituto de la Verdad haya comenzado a poner las cosas en su lugar...

La Asamblea del año XIII

Disgresiones políticas al margen, es un acto plausible del Gobierno nacional haber puesto en protagónico escenario la primera experiencia legislativa de nuestra historia. Las ideas que en ella se debatieron y las normas que allí surgieron configuran uno de los cimientos de nuestra identidad nacional (bueno, supongamos que eso sea positivo). A todos nos servirá para aprender más de nuestra historia. Seguramente Cristina Kirchner ya no repetirá el error de afirmar que esta Asamblea “abolió la esclavitud” (como lo dijo en Angola, luego en un discurso en la Casa Rosada y finalmente, en la Universidad de Georgetown), ya que lo que se consagró fue la libertad de vientres, es decir, el fin de la esclavitud para todos los nacidos en la Argentina, además de la prohibición del tráfico de esclavos. Sabia medida que explica -parcialmente- que no haya una mínima colectividad de raza negra, ya que fueron integrándose gradualmente a la sociedad. La otra razón de la desaparición de esa numerosa colonia fue haber sido carne de cañón en nuestras luchas de la independencia, hecho que también debería ser enaltecido en una revisión histórica.

Pero en este tema oigamos las propias palabras de la Asamblea, que suenan más armónicas: “Siendo tan desdoroso como ultrajante a la humanidad, el que en los mismos pueblos, que con tanto tesón y esfuerzo caminan hacia su libertad, permanezcan por más tiempo en la esclavitud los niños que nacen en todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sean considerados y tenidos por libres, todos los que en dicho territorio hubiesen nacido desde el 31 de enero de 1813 inclusive en adelante, día consagrado a la libertad por la feliz instalación de la Asamblea General, bajo las reglas y disposiciones que al efecto decretará la Asamblea General Constituyente. Lo tendrá así entendido el Supremo Poder Ejecutivo para su debida observancia.”

Por último, oiremos, también en la voz de la misma asamblea, este curioso decreto: “4 de Agosto. La Asamblea General declara que habiendo conocido con dolor y perjuicio de la población que la multitud de infantes que perecen luego de nacidos del mal vulgarmente llamado de "los siete días", un espasmo que entre otras cosas se origina por el agua fría con que son bautizados; resuelve que no se bautice en pueblo alguno de los comprendidos en el territorio de las Provincias Unidas sino con agua templada en cualquiera de las estaciones del año; se reencarga muy particularmente al Supremo Poder Ejecutivo la vigilancia del cumplimiento de la ley”.

 

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