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Autos y motos ya no caben en las calles

Domingo, 24 de febrero de 2013 14:45

Con un parque automotor que se duplicó en diez años y una infraestructura de calles de hace medio siglo, el casco histórico de la capital salteña asiste a un creciente caos vehicular que se traduce en embotellamientos y preocupantes niveles de polución y ruido en los entornos de su plaza principal.

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Con un parque automotor que se duplicó en diez años y una infraestructura de calles de hace medio siglo, el casco histórico de la capital salteña asiste a un creciente caos vehicular que se traduce en embotellamientos y preocupantes niveles de polución y ruido en los entornos de su plaza principal.

Aquellos que tras el cierre del último ciclo lectivo esperaban encontrarse con menos congestión en las arterias del macrocentro, se llevaron desagradables sorpresas, no sólo en horas pico, sino en otros impensados momentos del día y de la noche.

Algunas obras que se dilataron más de la cuenta pusieron su parte para incrementar las llegadas tarde, crispar los ánimos y recalentar motores, pero más allá de los odiosos obstáculos pasajeros, muchos se preguntan cómo se pondrán las cosas desde mañana, cuando se reanuden las clases y vuelvan los transportes escolares, los estacionamientos en doble fila y los atascamientos frente a las escuelas.

Muchos -en bien de su salud- ya desistieron de llegar con el auto hasta la mismísima Plaza 9 de Julio y otros -más temprano que tarde- deberán hacerse de esa idea, no porque sea una decisión tomada por la Intendencia y aceptada por los empresarios que tienen playas y otros negocios en la zona céntrica, sino porque el parque automotor que convirtió a Salta en una “ciudad de la furia” ya no cabe en las nostálgicas callecitas del “paseo inolvidable”.

Las restricciones asoman inevitables, ya sea que se las disponga por terminaciones de patentes, como sugieren algunos urbanistas, o se priorice el transporte público prohibiendo el ingreso de vehículos particulares en horas pico. Esta última sería la idea de la Intendencia, según se desprende de las manifestaciones del secretario de Tránsito y Seguridad Vial, Carlos Caruso.

En toda la provincia

Los crónicos problemas del tránsito están particularmente acentuados en el cuadrante capitalino de las avenidas Entre Ríos (al norte), San Martín (sur), Bicentenario de la Batalla de Salta, ex Virrey Toledo (este) y calle Islas Malvinas-Adolfo Gemes (oeste). Sin embargo, el incremento de los parques vehiculares es explosivo también en Orán, Tartagal, Metán, Rosario de la Frontera, Joaquín V. González, General Gemes y otras ciudades del interior, especialmente en motocicletas.

Veamos la realidad en números

En los nueve años que transcurrieron entre los dos últimos censos, la población de la provincia aumentó un 12,5%. El parque vehicular, en el mismo período, creció en una proporción cinco veces mayor (59,3%). En 2001 Salta tenía 1.079.051 habitantes y 126.065 automotores. Llegó a finales de 2010 con 1.215.207 habitantes y 201.114 vehículos.

En estos momentos, el parque de automotores supera las 240.000 unidades en la provincia.

El boom de las motos

El crecimiento de las motos fue aún más exorbitante que el de los automóviles, camionetas, utilitarios, camiones y colectivos. En 2007, la provincia tenía 36.492 motocicletas, que a fines del año pasado ya sumaban 107.725 y hoy, con las ventas de enero y febrero, superan las 111.000 unidades. En resumen de cuentas, el parque de motocicletas se triplicó en cinco años.

Según registros de la Secretaría de Hacienda, en la capital salteña están registrados para el pago del impuesto automotor 162.492 vehículos de dos y cuatro ruedas. Las motos son solamente 11.673, una cifra llamativamente baja, ya que en esta jurisdicción hay no menos de 80 mil motocicletas.

Un desorden que tiene a
los ómnibus en el medio

El creciente caos vehicular que experimenta Salta obedece tanto al aumento del parque automotor como a una deficiente infraestructura urbana que poco o nada cambió, en todo el casco histórico, en décadas. Los problemas del tránsito se agudizan tanto por la densidad que va adquiriendo el parque automotor, como por la incidencia de calles angostas, calzadas rotas, desages deficientes y un sistema de transporte público de pasajeros que dista de ser aceptable.

El sistema de SAETA se inspiró en el de la ciudad brasileña de Curitiba, donde se priorizó el transporte público de tal modo que el 75% de la población se mueve en colectivos y sólo el 25% restante en vehículos particulares. Aquí, la situación es inversa y medidas restrictivas en el área del macrocentro podrían contribuir a revertirlo, aunque para ello deberían mejorarse muchas cosas en el sistema de ómnibus y adoptarse los trasbordos adeudados hasta hoy a la inmensa mayoría de los usuarios salteños.

Como se recordará, el sistema de SAETA comenzó a operar en 2005 con 304 colectivos y en la actualidad son 530 los coches. Similar crecimiento se registró en cuanto a taxis y remises. Todo esta presión incide en los preocupantes niveles de congestión, smog y ruido que tienen muchas arterias céntricas.

Estudios realizados por investigadores de la UNSa revelaron que esquinas como la de 25 de Mayo y Caseros llegan a presentar concentraciones de smog (emisiones nocivas para la salud) que nada le envidian a calles del distrito federal de México y otras ciudades con alta polución.

Otras mediciones, realizadas con la ayuda de equipos especiales, alertaron sobre niveles de ruido que superan los umbrales dañinos para la salud auditiva en esquinas como la de Pellegrini y San Martín. 

 Impactos en la salud
y el ambiente

La presión vehicular que tiene la ciudad de Salta, con casi 200 mil vehículos metidos en sus deficientes calles, impacta negativamente en la seguridad vial, el ambiente y la salud. También el patrimonio arquitectónico termina afectado por las emisiones y vibraciones.

La falta de cultura vial de muchos conductores, que se observa en los estacionamientos indebidos y en otras recurrentes infracciones, tiene su cuota de responsabilidad en el creciente caos vehicular.

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