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La presión en tiempos de campaña electoral

Domingo, 24 de febrero de 2013 03:00

El tono fue casi imperativo: “Miguel, necesitamos que presiones más; necesitamos que salgas a decir cosas de Romero. Hay que avanzar sobre su imagen y restarle intención a su candidatura como sea. No podemos dejar que crezca”

La respuesta llegó directa e inesperada: “No me pidan eso. Yo no soy así. Esa no es mi forma de hacer política”.
El diálogo fue corto, pero su contundencia crispó aún más los ánimos que ya venían caldeados, incluso antes del encuentro partidario. Había pocas personas en la “mesa chica”. Las miradas se cruzaron y, en silencio, todos los presentes comprendieron que se avecinaban tiempos difíciles.

El hecho que se relata ocurrió en diciembre, durante una reunión de la Comisión de Asuntos Políticos del PJ.
La respuesta salió de la boca del intendente capitalino Miguel Isa. Desde ese momento todo se complicó para el jefe comunal.

Isa soporta por estas horas fuertes presiones y está pagando el costo político del impuestazo municipal, una medida antipopular adoptada -según se especula- para obtener independencia económica del gobierno de Juan Manuel Urtubey.

Pero es interesante observar algunos elementos que giran en torno a la nada simpática actualización impositiva, terreno fértil para aprovechar desde todos los ángulos políticos, sean opositores o no.
Isa sabe que esto recién comienza y puede presentir que su respuesta negativa en la reunión partidaria de diciembre pasado no lo ayuda a capear este temporal.

Sabe que habrá más abucheos como en el desfile del 20 de Febrero, y habrá más “jugarretas” callejeras, como las pegatinas donde aparece su foto con un parche de pirata.

Con todo esto, el impuestazo, el repudio popular, los carteles en la vía pública y el costo político tienen un hilo conductor, un objetivo final: la independencia del municipio con el gobierno de Urtubey en cuestiones financieras y quizás hasta políticas.

Pero justamente la política es el arte de lo posible y en campaña todo parece ser válido.
La negativa de Isa para salir a atacar al exgobernador Juan Carlos Romero, quien ya anunció que irá por su reelección como senador nacional, no quedó solo como una anécdota. Luego aparecieron otras triquiñuelas con volantes que se distribuyeron en la calle, donde se veía al exgobernador Romero en una jornada de pesca con el helicóptero de la provincia. La distribución de estos volantes llegó incluso a algunas librerías, donde se vendían libros de cualquier título con el famoso folleto entre sus páginas. El efecto entre la opinión pública no fue el esperado y esa estrategia para atacar a la figura de Romero se vio en retirada.

Ahora el plan es otro. Se intentan abrir frentes de ataque contra el exgobernador utilizando a políticos de peso, como el ministro de Gobierno, Julio Cesar Loutaif y el presidente de la Cámara de diputados, Manuel Santiago Godoy, quienes vienen cumpliendo con creces esa tarea.

Pero al plan le faltan ejecutantes. No hay pesos “pesados” para llevar adelante la tarea de desgastar la figura de Romero. Aparecen de vez en cuando caras juveniles con discursos de baja de línea, que solo consiguen enervar a la opinión pública en contra el gobierno de Urtubey.

Al plan le falta Miguel Isa, y van por él. Quieren que sea candidato a senador y el fin les justifica los medios.

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El tono fue casi imperativo: “Miguel, necesitamos que presiones más; necesitamos que salgas a decir cosas de Romero. Hay que avanzar sobre su imagen y restarle intención a su candidatura como sea. No podemos dejar que crezca”

La respuesta llegó directa e inesperada: “No me pidan eso. Yo no soy así. Esa no es mi forma de hacer política”.
El diálogo fue corto, pero su contundencia crispó aún más los ánimos que ya venían caldeados, incluso antes del encuentro partidario. Había pocas personas en la “mesa chica”. Las miradas se cruzaron y, en silencio, todos los presentes comprendieron que se avecinaban tiempos difíciles.

El hecho que se relata ocurrió en diciembre, durante una reunión de la Comisión de Asuntos Políticos del PJ.
La respuesta salió de la boca del intendente capitalino Miguel Isa. Desde ese momento todo se complicó para el jefe comunal.

Isa soporta por estas horas fuertes presiones y está pagando el costo político del impuestazo municipal, una medida antipopular adoptada -según se especula- para obtener independencia económica del gobierno de Juan Manuel Urtubey.

Pero es interesante observar algunos elementos que giran en torno a la nada simpática actualización impositiva, terreno fértil para aprovechar desde todos los ángulos políticos, sean opositores o no.
Isa sabe que esto recién comienza y puede presentir que su respuesta negativa en la reunión partidaria de diciembre pasado no lo ayuda a capear este temporal.

Sabe que habrá más abucheos como en el desfile del 20 de Febrero, y habrá más “jugarretas” callejeras, como las pegatinas donde aparece su foto con un parche de pirata.

Con todo esto, el impuestazo, el repudio popular, los carteles en la vía pública y el costo político tienen un hilo conductor, un objetivo final: la independencia del municipio con el gobierno de Urtubey en cuestiones financieras y quizás hasta políticas.

Pero justamente la política es el arte de lo posible y en campaña todo parece ser válido.
La negativa de Isa para salir a atacar al exgobernador Juan Carlos Romero, quien ya anunció que irá por su reelección como senador nacional, no quedó solo como una anécdota. Luego aparecieron otras triquiñuelas con volantes que se distribuyeron en la calle, donde se veía al exgobernador Romero en una jornada de pesca con el helicóptero de la provincia. La distribución de estos volantes llegó incluso a algunas librerías, donde se vendían libros de cualquier título con el famoso folleto entre sus páginas. El efecto entre la opinión pública no fue el esperado y esa estrategia para atacar a la figura de Romero se vio en retirada.

Ahora el plan es otro. Se intentan abrir frentes de ataque contra el exgobernador utilizando a políticos de peso, como el ministro de Gobierno, Julio Cesar Loutaif y el presidente de la Cámara de diputados, Manuel Santiago Godoy, quienes vienen cumpliendo con creces esa tarea.

Pero al plan le faltan ejecutantes. No hay pesos “pesados” para llevar adelante la tarea de desgastar la figura de Romero. Aparecen de vez en cuando caras juveniles con discursos de baja de línea, que solo consiguen enervar a la opinión pública en contra el gobierno de Urtubey.

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