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Morir por la Patria es gloria

Viernes, 08 de febrero de 2013 12:02

 
En un nuevo aniversario del nacimiento del General Martín Miguel de Güemes (8/2/1785), una vez más en esta columna, invariable desde hace muchos años, nos proponemos evocar su figura inmortal, cual savia abreva nuestro espíritu no exento de sufrir los embates de una apatía apátrida que en vil ingratitud amenaza el ostracismo de los fundadores de nuestra nacionalidad, que ha escogido con creces vivir en libertad y con dignidad en procura de retomar la senda perdida, dejando atrás los intereses espurios que han dividido a una sociedad ávida de fraterna reconciliación nacional.
Luis Güemes, bisnieto del prócer, en el prólogo de la monumental obra “Güemes Documentado”, en un sencillo bosquejo dirigido al lector señala: “Domingo Güemes, nieto del general, y hermano de nuestro padre, trabajó con máximo empeño durante toda su vida para reunir elementos de juicio que le permitiesen vindicar debidamente la memoria de su abuelo, oscurecida con deliberada intención, cuando no tergiversada, por historiadores de nota y sus epígonos. En su lecho de agonía nos hizo el honroso encargo de continuar la obra, cosa que hemos venido cumpliendo con filial devoción; tanto que dedicamos a su memoria nuestro trabajo que sale a la luz bajo el título de Güemes documentado...
Aclaramos que nosotros no somos investigadores propiamente dicho, sino pacientes buceadores de documentos, con el fin de evitar así que la historia de nuestro antepasado se siga escribiendo en gran parte a contrapelo de la verdad y, a la vez, dejar esclarecidas las motivaciones por las cuales, después de habérsele negado durante mucho tiempo su carácter de prócer, se avinieron a calificarlo de mero gendarme del Norte, guardespaldas de San Martín, pretendiendo se ignore (para paliar y cohonestar el descuartizamiento de las Provincias Unidas) que él no necesitaba inspiración ni tutoría de nadie y que, dadas sus condiciones y trayectoria como guerrero, hubiera llegado triunfante hasta la propia Lima y de este modo la frontera norte no habría segmentado las Provincias Unidas en Salta, sino que se habría establecido en el límite con el Bajo Perú...”.
Concluye Luis Güemes su crudo y vibrante alegato reivindicatorio del ilustre salteño afirmando que: “...Con el deliberado propósito de impedir esto último fue privado sin variación de todo auxilio, impidiéndosele, por ejemplo, debelar totalmente al enemigo de su propio centro del Alto Perú o por lo menos aniquilar a los realistas que invadían el territorio salteño, a quienes siempre derrotaba, pero que aún derrotados, retornaban a sus cuarteles para, una vez rehechos, atacar de nuevo en la primera oportunidad, prolongándose la guerra inveteradamente y, por fin, asesinado; y a la vez por encubrir el expresado motivo de tales dilaciones y de tal muerte, fue minimizada al máximo su figura histórica, incluso escamoteándose documentos o falsificándose otros para ocultar la realidad de los hechos”.
Para corroborar la sospecha deslizada por los descendientes del héroe gaucho y de todos sus seguidores, tan sólo vasta examinar el texto de una carta dirigida por Güemes a Bernardo de O’Higgins que, con patético realismo expresaba un 2 de febrero de 1820 que: ”Todo me falta, es verdad, porque nada he conseguido de las Provincias Unidas...Me he arrastrado a la pobreza y socorridas mis divisiones con un chiripá de picote y una jerga por vestuario, ha desfilado ayer la primera y van a seguir las otras, llevando sí grabado el lema “Morir por la patria es gloria” (Martín Miguel de Güemes).
Si bien la entrega abnegada y desinteresada de una pléyade de patriotas ha logrado en aquellos aciagos tiempos la libertad de la Patria, la Intendencia de Salta, sin embargo, había quedado devastada y arruinada según le escribe Güemes a Belgrano donde dice:”Esta provincia por todos sus aspectos no me representa más que un semblante de miseria, de lágrimas y agonía. Ya es inútil todo proyecto para proporcionar auxilios que franqueen las intenciones de la guerra; pero ni para conservar la existencia de los que deben sostenerla. La Nación sabe cuan grandes sacrificios tiene hechos la provincia de Salta a favor de la idolatrada libertad y debe saber se halla dispuesta a otros mayores. He tocado en medio de tantos conflictos el último de los recursos, el cual es imponer una contribución con anuencia del Cabildo para sostener la tropa que funda las esperanzas de nuestra defensa y sin embargo de ser la más exigua y más prudente, la multitud de clamores a puesto en problemas mi resolución. Esta representación no tiene por objeto encarecer los servicios que Salta tiene en obligación de consagrar a la sociedad, sino exigir arbitrios que afiancen el éxito de sus más nobles esfuerzos para conseguir el total exterminio del enemigo” (Martín Miguel de Güemes).

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En un nuevo aniversario del nacimiento del General Martín Miguel de Güemes (8/2/1785), una vez más en esta columna, invariable desde hace muchos años, nos proponemos evocar su figura inmortal, cual savia abreva nuestro espíritu no exento de sufrir los embates de una apatía apátrida que en vil ingratitud amenaza el ostracismo de los fundadores de nuestra nacionalidad, que ha escogido con creces vivir en libertad y con dignidad en procura de retomar la senda perdida, dejando atrás los intereses espurios que han dividido a una sociedad ávida de fraterna reconciliación nacional.
Luis Güemes, bisnieto del prócer, en el prólogo de la monumental obra “Güemes Documentado”, en un sencillo bosquejo dirigido al lector señala: “Domingo Güemes, nieto del general, y hermano de nuestro padre, trabajó con máximo empeño durante toda su vida para reunir elementos de juicio que le permitiesen vindicar debidamente la memoria de su abuelo, oscurecida con deliberada intención, cuando no tergiversada, por historiadores de nota y sus epígonos. En su lecho de agonía nos hizo el honroso encargo de continuar la obra, cosa que hemos venido cumpliendo con filial devoción; tanto que dedicamos a su memoria nuestro trabajo que sale a la luz bajo el título de Güemes documentado...
Aclaramos que nosotros no somos investigadores propiamente dicho, sino pacientes buceadores de documentos, con el fin de evitar así que la historia de nuestro antepasado se siga escribiendo en gran parte a contrapelo de la verdad y, a la vez, dejar esclarecidas las motivaciones por las cuales, después de habérsele negado durante mucho tiempo su carácter de prócer, se avinieron a calificarlo de mero gendarme del Norte, guardespaldas de San Martín, pretendiendo se ignore (para paliar y cohonestar el descuartizamiento de las Provincias Unidas) que él no necesitaba inspiración ni tutoría de nadie y que, dadas sus condiciones y trayectoria como guerrero, hubiera llegado triunfante hasta la propia Lima y de este modo la frontera norte no habría segmentado las Provincias Unidas en Salta, sino que se habría establecido en el límite con el Bajo Perú...”.
Concluye Luis Güemes su crudo y vibrante alegato reivindicatorio del ilustre salteño afirmando que: “...Con el deliberado propósito de impedir esto último fue privado sin variación de todo auxilio, impidiéndosele, por ejemplo, debelar totalmente al enemigo de su propio centro del Alto Perú o por lo menos aniquilar a los realistas que invadían el territorio salteño, a quienes siempre derrotaba, pero que aún derrotados, retornaban a sus cuarteles para, una vez rehechos, atacar de nuevo en la primera oportunidad, prolongándose la guerra inveteradamente y, por fin, asesinado; y a la vez por encubrir el expresado motivo de tales dilaciones y de tal muerte, fue minimizada al máximo su figura histórica, incluso escamoteándose documentos o falsificándose otros para ocultar la realidad de los hechos”.
Para corroborar la sospecha deslizada por los descendientes del héroe gaucho y de todos sus seguidores, tan sólo vasta examinar el texto de una carta dirigida por Güemes a Bernardo de O’Higgins que, con patético realismo expresaba un 2 de febrero de 1820 que: ”Todo me falta, es verdad, porque nada he conseguido de las Provincias Unidas...Me he arrastrado a la pobreza y socorridas mis divisiones con un chiripá de picote y una jerga por vestuario, ha desfilado ayer la primera y van a seguir las otras, llevando sí grabado el lema “Morir por la patria es gloria” (Martín Miguel de Güemes).
Si bien la entrega abnegada y desinteresada de una pléyade de patriotas ha logrado en aquellos aciagos tiempos la libertad de la Patria, la Intendencia de Salta, sin embargo, había quedado devastada y arruinada según le escribe Güemes a Belgrano donde dice:”Esta provincia por todos sus aspectos no me representa más que un semblante de miseria, de lágrimas y agonía. Ya es inútil todo proyecto para proporcionar auxilios que franqueen las intenciones de la guerra; pero ni para conservar la existencia de los que deben sostenerla. La Nación sabe cuan grandes sacrificios tiene hechos la provincia de Salta a favor de la idolatrada libertad y debe saber se halla dispuesta a otros mayores. He tocado en medio de tantos conflictos el último de los recursos, el cual es imponer una contribución con anuencia del Cabildo para sostener la tropa que funda las esperanzas de nuestra defensa y sin embargo de ser la más exigua y más prudente, la multitud de clamores a puesto en problemas mi resolución. Esta representación no tiene por objeto encarecer los servicios que Salta tiene en obligación de consagrar a la sociedad, sino exigir arbitrios que afiancen el éxito de sus más nobles esfuerzos para conseguir el total exterminio del enemigo” (Martín Miguel de Güemes).

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