La Caldera no puede parar de festivalear. Y de cantar con su gente y sus artistas. Anoche, cuando se cerraba esta edición, la albahaca, la harina y la espuma pedían pista para darle el toque especial la segunda noche del Festival de la Chicha y convertirla en un auténtico carnaval norteño. Nada más ni nada menos que Los Tekis y Sergio Galleguillo, corolario de un desfile de talentos locales e invitados que honran a la música popular.
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La Caldera no puede parar de festivalear. Y de cantar con su gente y sus artistas. Anoche, cuando se cerraba esta edición, la albahaca, la harina y la espuma pedían pista para darle el toque especial la segunda noche del Festival de la Chicha y convertirla en un auténtico carnaval norteño. Nada más ni nada menos que Los Tekis y Sergio Galleguillo, corolario de un desfile de talentos locales e invitados que honran a la música popular.
El fenómeno se renueva
El viernes, Abel Pintos volvió a repetir esa especie de ceremonia con toques casi místicos, intimista, que genera con sus seguidoras. Abajo del escenario, ellas deliran, lloran, gritan hasta la disfonía, se empujan, se abrazan y cantan... cantan cada palabra, cada silencio. Con el carisma y la capacidad de seducción acostumbrados, hizo una actuación cuidada y ajustada en cada detalle, desde la vestimenta hasta el acompañamiento gestual con todo su cuerpo, en especial con sus manos. El las mira y se acerca para cantarles, ellas se van en lágrimas de emoción. El se aleja cada vez más de los ritmos folclóricos para adentrarse en el rock, en lo eléctrico, a ellas les importa nada. El calla, ellas hacen los coros. Es un idilio renovado, de belleza absoluta por lo que entrega cada una de las partes. “Hasta aquí me trajo Dios... y creo que a ustedes también”, lanzó en el final y el complejo deportivo de La Caldera pareció venirse abajo. Y con el último suspiro pidió: no a las drogas, no a la trata de personas.
Fuerza y talento
La previa a la actuación de Pintos también fue para escribir con mayúsculas y subrayar.
La joven Carolina Madeo (hija de Eduardo Madeo, fundador de Los Fronterizos), sobresalió por su color y caudal vocales puesto al servicio de un repertorio clásico. Otra reconocida mujer, Paola Arias, hizo vibrar el escenario con su voz, su presencia escénica y su sensualidad. Con ella, cantó para el asombro, Laurita Castro. El solista Gustavo Córdoba también se llevó todos los lauros como reconocimiento a su calidez y especial modo de decir, tanto en los rítmicos cuanto en la cadencia.
“Canto 4” fue otro de los puntos salientes. Con notables arreglos musicales y vocales y un repertorio festivalero, demostraron por qué el público aplaude y reconoce sus especiales capacidades artísticas.
Hoy, el final
Hoy terminará el Festival de la Chicha, con un homenaje a la Pachamama, a las 12, y una jineteada desde las 15, con el campeón de Jesús María, Ricardo Puchetta, organizado por centro gaucho “El palenque”.