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El liderazgo que surge de las cenizas de una profunda crisis

Miércoles, 06 de marzo de 2013 12:15

Hugo Chávez Frías pasará a la historia como un líder carismático, un caudillo provocador y desafiante y, sobre todo, como un exponente del populismo latinoamericano que emergió tras la implosión de la Unión Soviética y durante una década neoliberal que modernizó la economía de la región pero terminó en desempleo masivo y recesión.

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Hugo Chávez Frías pasará a la historia como un líder carismático, un caudillo provocador y desafiante y, sobre todo, como un exponente del populismo latinoamericano que emergió tras la implosión de la Unión Soviética y durante una década neoliberal que modernizó la economía de la región pero terminó en desempleo masivo y recesión.

Al igual que sus pares de la Unasur, especialmente Néstor y Cristina Kirchner y Rafael Correa, el chavismo brotó del colapso de los partidos tradicionales. Con su personalidad avasallante y las certezas adquiridas en su carrera de paracaidista militar, Chávez construyó un movimiento que reemplazó a los partidos, con un discurso confrontativo y excluyente que ocultó la ausencia de un corpus ideológico y con una concentración pétrea del poder en su persona.

Nunca hubiera existido un liderazgo como el de Chávez sin una Venezuela con niveles de pobreza, analfabetismo, criminalidad y corrupción como la que estalló en los años 90.

La socialdemocracia, el liberalismo y el socialcristianismo nunca sacaron al país de su condición de mero exportador de hidrocarburos, con un modelo muy parecido al que impera en las naciones petroleras. Los líderes se enriquecieron y olvidaron la vivienda, el empleo y la educación pública.

Chávez fue desarrollando su carrera militar de la mano de un proyecto político, que se tradujo en 1992 en un golpe de Estado de resonancias “carapintada”, que fracasó pero le abrió la puerta de la presidencia, siete años después.

No hubiera habido, probablemente, chavismo sin el caracazo de 1989, contra Carlos Andrés Pérez

Chávez y su movimiento afianzaron su éxito electoral en la asistencia a los sectores más carenciados distribuyendo para ello parte de la renta petrolera. Esa estrategia, sumada a un discurso militante de enorme potencia fue la expresión política de una fractura social que en los últimos 14 años se profundizó. Sin embargo, mientras los marginales encontraron allí una expresión política, el chavismo se ensañó con los medios de comunicación en una pulseada típicamente populista por la hegemonía del discurso.

Construyó una “boliburguesía” de nuevos ricos, a partir de la corrupción y aplicó la misma divisoria de aguas en sus relaciones internacionales. Se abrazó a la decadente Cuba de los hermanos Castro y enfrentó verbalmente a los Estados Unidos, a los que nunca dejó de venderles petróleo.

Además de la afinidad explícita con Rafael Correa y Evo Morales, trabó un buen vínculo con la Argentina de los Kirchner, cuya máxima expresión se produjo los días 4 y 5 de noviembre del 2005, en Mar del Plata, en la Cumbre de las Américas que clausuró el proyecto de libre comercio continental.

George Bush resultó un partenaire irreemplazable para el antiimperialismo de Chávez.

Sus extraordinarios éxitos electorales en una sociedad polarizada fueron de la mano con vehementes enfrentamientos en el exterior, como el que protagonizó con el colombiano Alvaro Uribe por las guerrillas de las FARC, o, más pintoresco, el que lo cruzó con el rey Juan Carlos.

Sin embargo, como ocurre con todos los modelos populistas, el chavismo fracasó en la modernización de la economía nacional. Venezuela sigue siendo un gran productor de petróleo, pero depende casi por completo de las importaciones de alimentos. Los petrodólares le permitieron a Chávez llevar adelante una carrera armamentista sorprendente y coquetear con Irán, Siria, la Libia de Gadhafi y con cuanto dictadorzuelo pudiera irritar a los Estados Unidos.

Amado y odiado, sin medias tintas, este hombre nacido en un hogar de humildes maestros llaneros en 1954 se convirtió en símbolo de una cultura política continental donde las instituciones de la república y el orden legal cedieron su lugar, por razones dignas de ser investigadas, a la voluntad y el carisma de un líder.

 Una carrera  meteórica

En 1992, el teniente coronel Hugo Chávez dirigió un golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez. Dos años después fue indultado por Rafael Caldera.

Con su salida de prisión, inició su ascenso a la Presidencia de Venezuela con el Movimiento Quinta República. Hugo Chávez asumió la Presidencia en febrero de 1999 y comenzó la creación de su República Bolivariana. En 2002 salió airoso de un golpe militar y, a los tres días, Chávez ya estaba de vuelta en la Presidencia.

Con una oposición desaparecida, que boicoteó los comicios parlamentarios de 2005, y la reelección de Chávez en 2006, el mandatario venezolano aglutinó al Partido Socialista Unido de Venezuela.

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