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?Está muy revuelto todo como para hablar de política en la tele?

Domingo, 21 de abril de 2013 12:37

Sentarse a escuchar a Enrique Pinti resulta regocijante. Su verbo tiene la virtud de llegar a ese lugar de donde bien puede salir una carcajada o una reflexión, el asombro o la expectativa, el acuerdo o el desacuerdo, jamás la indiferencia. Es un don que lo caracteriza, un toque natural que muestra por igual arriba y abajo de los escenarios. El viernes estuvo en el Teatro El Huerto de Salta encabezando el elenco de la obra “Lo que vio el mayordomo”, de Joe Orton, dirigida por Carlos Rivas, que divierte pero que en una lectura más profunda llama a la reflexión sobre la sociedad, las relaciones intrafamiliares, las parejas, el sexo, el psicoanálisis. Sobre estos temas, la actualidad política y su futuro Pinti habló con El Tribuno.

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Sentarse a escuchar a Enrique Pinti resulta regocijante. Su verbo tiene la virtud de llegar a ese lugar de donde bien puede salir una carcajada o una reflexión, el asombro o la expectativa, el acuerdo o el desacuerdo, jamás la indiferencia. Es un don que lo caracteriza, un toque natural que muestra por igual arriba y abajo de los escenarios. El viernes estuvo en el Teatro El Huerto de Salta encabezando el elenco de la obra “Lo que vio el mayordomo”, de Joe Orton, dirigida por Carlos Rivas, que divierte pero que en una lectura más profunda llama a la reflexión sobre la sociedad, las relaciones intrafamiliares, las parejas, el sexo, el psicoanálisis. Sobre estos temas, la actualidad política y su futuro Pinti habló con El Tribuno.

“Lo que vio el mayordomo”, la obra que presentó en El Huerto, ¿se emparenta en algo con el tango Cambalache, no?

Sí. La obra plantea una temática de permanente actualidad. Que siempre ha habido chorros... Mirá lo que pasa con el rey de España y su yerno, que por adopción pertenece a la familia real española. Hablamos de la monarquía española que era una de las intocables de Europa y ahora está tocada por hechos de dudosa legalidad, a los cuales la infanta hizo la vista gorda. No la voy a comparar con Iliana Calabró cuyo marido está señalado en la denuncia de lavado de dinero, pero es más o menos lo mismo. Pasa en todas partes, lo que no quiere decir que esté justificado. No justificarlos pero sí entender que la corrupción existe y está. La corrupción arruinó los mejores sistemas de gobierno del mundo, porque un sistema social, de reparto, que tenga en sus adyacencias gente que hace lo contrario de lo que predica, arruina todo, por más bueno y correcto que sea. La corrupción hundió al comunismo, a la socialdemocracia, al neoliberalismo. Todos los sistemas tuvieron su jaque mate con la porquería de la corrupción que es un enemigo muy grande.

Muy grande y recurrente.

Es eterna. No es la primera ni la segunda vez que pasa, y desgraciadamente no parece ser la última. Lo que tiene que tener la sociedad es las antenas paradas, no comprar cualquier cosa y exigir las correspondientes investigaciones... Y las investigaciones tienen que venir de parte de la Justicia. También el periodismo puede hacer importantes aportes al esclarecimiento. No es que hay que creer a pies juntillas porque lo dijo fulano en la tele. Lo que puede hacer la tele es tirar una punta para que la Justicia se meta e investigue. No se puede hacer otra cosa contra la corrupción.

¿Cree que salir a la calle y marchar contra tal o cual cosa del Gobierno da resultado, tiene algún efecto?

No. Creo que no tiene ningún efecto pero está bien porque es un desahogo que la gente tiene derecho a tener, siempre que sea pacífico y que no tenga consignas insultantes o destituyentes. Lo que no me gusta es que la gente renuncie a su identificación partidaria, yo creo que deberían tenerla para que cada uno que la tenga se haga cargo. Es la versión civilizada de ir con la cara tapada y con el palo.

Usted votó a Cristina Fernández. ¿Cómo evalúa su gestión?

Creía y sigo creyendo en temas básicos como el matrimonio igualitario, la asignación mensual por hijo, siempre y cuando llegue a quien realmente la necesita y no se contradiga con la cultura del trabajo; reglamentar el aborto, porque hay situaciones muy graves, porque las mujeres tienen derecho.

En estas cosas sigo creyendo, pero resulta que en la puesta en marcha tiene cierto grado de pedantería y prepotencia que a mí no me cae bien.

Habla de la Presidenta.

Sí, de la Presidenta. Claro que no perdió por supuesto su brillantez mental ni su elocuencia, pero tendría que escuchar un poquito más, estar más atenta como Presidenta a cómo se implementan las medidas y cuáles son sus resultados deseados. Tendría que ser un poco menos cabeza dura, ella y la gente que la rodea. También, hay que ver que del otro lado solo hay “me opongo, no qué hizo pero me opongo”. Y que no se olviden que entre ellos hay más de uno que estuvieron antes y que también son responsables de la ruina y el desastre aunque ahora hablen como si no hubieran estado. Mauricio Macri decía una cosa de las medidas cautelares porque le convenía, ahora dice otra. Medio país se quejaba de la Justicia, ahora lo mejor que tenemos es la Justicia. ­Paren un poco, mi cabeza va a estallar! Se hace politequería, no política, de un lado y del otro. Pero sigo creyendo en el sistema democrático. Yo aconsejo votar en contra de este gobierno si no te gusta, es la única forma de hacerse sentir de manera pacífica. Y creo en el voto fervientemente, creo más en el voto que en el cacerolazo aunque, repito, está bueno que lo hagan si quieren.

¿No ve los ánimos demasiado alterados?Muy. Hay que bajar varios cambios, no tenemos que pelearnos. Yo no me peleo ni con mi familia ni con mis amigos por esto. Discuto, claro, pero jamás me peleo porque en mi familia y en mis amigos están los verdaderos valores, todo lo demás pasa. No me parece que tengamos que romper lazos esenciales, sea por algo nacional, popular o neoliberal... no es así.

¿Qué piensa de los subsidios que el Gobierno dio a productoras privadas?
 

Está bien, porque creo en la inversión en cultura. Muchas veces, el producto puede ser una porquería por eso es bueno que la industria no se detenga. Además, por ejemplo las películas de los años 40 que se daban por toda Latinoamérica eran malas, pero mostraban el país, por ellas en el extranjero se sabía lo que era el Obelisco, la Ciudad de Buenos Aires, Humahuaca. Entonces veo bien a los organismos como el Incaa (Instituto de Cine) que apoyen esas producciones. Es un gran tema... porque más allá de esas razones, con frecuencia se escucha decir “por qué con mis impuestos tengo que bancar esos productos que son una porquería, que no me gustan”. Las novelitas de Andrea del Boca se vendieron en todo el mundo, yo las ví en Venecia, como ví a Alicia Bruzzo doblada al italiano y a las mellizas Serante con Juan Carlos Palma. También Israel, la Unión Soviética.
Claro que no sirve si vas a comparar el destino de estos dineros con el que se podría haber usado en obras para frenar inundaciones como las que se produjeron en la Capital y La Plata. Pero resulta que las obras no están hechas y no es por los 30 millones que le pudieron dar a una ficción. Yo conozco montones de directores de cine que vendieron su casa para hacer una película, pero también conozco otros que se hicieron casas con una película. Mirá, este asunto de la ayuda estatal a la industria cultural provoca escozor en todo el mundo.

¿Lo vamos a ver en TV este año?
 

Por el momento, no. Estoy muy ocupado.
 

¿No tiene ganas de hablar en la tele de estas cosas que acaba de decir?
 

Sabés que no. Porque la televisión es un resumidero, la gente no te escucha. Además, ahora, con el tuit, el Facebook y la mar en coche de las redes sociales, me imagino aparecer con un programa y ver después los clásicos “Qué decís gordo de la gran siete”, “Hijo de tal y tu madre no sé qué” , “Por qué no hablás de...?” o “­Genio!”, “Sos maravilloso”, “Por fin volviste” y cosas por el estilo. Está muy revuelto todo como para que hable de política en televisión. La política está muy complicada. No tengo ganas de ser (Jorge) Lanata. Además, no tengo la información, ¿qué me voy a poner a hablar sobre lavado de dinero si no sé lo que es una hipoteca? Si no fuera por mi contador, mi representante y mi primo que es como un hermano, yo no sé qué plata entra y qué sale de mi cuenta. Por eso entiendo que Ileana Calabró puede no saber exactamente qué hacía su marido (Fabián Rossi, involucrado en el tema del lavado de dinero que informó Lanata). Y si alguien me explicara, seguro que no entendería porque mi cabeza está para otra cosa, está para la creación. Entonces, meterme ahora en un programa político es para ir derecho a un ACV. Ninguno de ellos vale la pena. Yo creo en la democracia, ni por los que gobiernan ni por la oposición yo pierdo mi vida ni mi salud, ni en pedo...
 

Más allá de esa decisión personal, ¿imagino que tendrá propuestas?
 

No. No porque no se usa más el humor político en la tele. Un programa como el que hacía Tato Bores, por ejemplo, hoy en día no tiene cabida. Ahora, al humor lo hacen los programas de chimento, lo hace el sonidista y el editor de “Bendita TV”, por ejemplo. Me gustaría hacer alguna ficción, pero tampoco tengo tiempo. Ahora tengo “Lo que vio el mayordomo”, de gira hasta el 15 de junio; paralelamente ensayo una comedia musical de Cole Porter que voy a hacer con Florencia Peña, Diego Ramos, Sofía Pachano y otros; y estoy preparando un espectáculo con Aldredo Arias que se llamará “Pinti con estrellas”, que es una evocación de las visitas de Edit Piaf, Marlene Dietrich, María Félix, Lola Flores.
“Las giras por el interior son estupendas porque ahí tenés la riqueza del contacto directo con la gente, con su cultura, y porque así se cumple con la premisa de difusión del teatro. Pero estoy cansado, y le tengo fobia a las rutas porque son estrechas, poceadas, doble mano, hipertransitadas, llenas de hijos de p...Voy rezando el Rosario. Prefiero el avión”.
 

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