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Vecinos indignados por un crimen impune

Jueves, 25 de abril de 2013 12:10

Horas después del veredicto de la Cámara del Crimen 1, que absolvió a los dos imputados acusados de participar en el crimen de Mónica Zerpa en septiembre de 2009, los vecinos de la víctima se mostraron indignados por la inimputabilidad del autor del hecho.

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Horas después del veredicto de la Cámara del Crimen 1, que absolvió a los dos imputados acusados de participar en el crimen de Mónica Zerpa en septiembre de 2009, los vecinos de la víctima se mostraron indignados por la inimputabilidad del autor del hecho.

“Hace poco nos enteramos de que el asesino está preso por haber apuñalado a otro joven en la vía pública, pero de este caso salió impune”.

“En el juicio había dos perejiles y quisieron culparlos para que alguien se haga cargo del homicidio de nuestra vecina”, dijeron los testigos, quienes prefirieron no brindar sus identidades por temor a represalias.

Cabe recordar que el hecho ocurrió un miércoles 2, a las 14, en la humilde vivienda de Zerpa del barrio Primera Junta, ubicado en la zona sudeste de esta capital, cuando un joven de 15 años intentó robarle la recaudación y tras la resistencia de la mujer, éste la ejecutó a hachazos y cuchilladas.

Según los investigadores, el joven no pudo haber actuado solo y por ese motivo apresaron a dos sospechosos.

Casi cuatro años más tarde se llevó a cabo el juicio, que concluyó con la absolución de los imputados por el beneficio de la duda, tras las declaraciones de los testigos y la inimputabilidad del asesino, que ya había sido declarada tiempo atrás por el juez de Instrucción Formal 8, Federico Diez.

Para la Justicia, solo resta apresar a Gloria Jorgelina Ríos, quien se encuentra prófuga y fue acusada de encubrimiento, ya que tras el crimen el menor se escondió en el domicilio de la mujer.

“Sentimos que en este país la Justicia no existe porque el asesino jamás pagó por lo que hizo”.

“Fuimos nosotros, los vecinos, quienes lo entregamos a la Policía después de haberse escondido en el aguantadero de Ríos. Sin embargo, a los pocos días salió en libertad y nos amenazó”, dijeron los denunciantes a El Tribuno.

Según los habitantes del lugar, el joven acusado de asesinar a Mónica Zerpa, lejos de recapacitar, continuó delinquiendo.

“Ojalá que no haya otro crimen para que los jueces recapaciten”, cerraron.

Un escenario atroz e inolvidable

Era de noche en Primera Junta. Los trabajadores regresaban a sus hogares, pero en vez de ir a sus casas se acercaban hasta lo de Mónica Zerpa. Estaban sorprendidos, indignados, dolidos. La comerciante de ese barrio de casas bajas y sin terminar había sido brutalmente asesinada. Un chico desorbitado, con la mirada enredada en los laberintos del paco, la atacó con un hacha. La gente humilde se amontonaba en la puerta de la vivienda. Eran más de 100. Mujeres, niños, abuelos, obreros, jóvenes y maduros. Todos exigían justicia y que la Policía erradique a los vendedores de esa droga de exterminio. “¿Tienen que matar a hachazos a alguien para que vengan?”, le gritó un vecino a El Tribuno. Un familiar de la víctima le pidió que se tranquilizara. “Ellos vienen a ayudar. Hay que contar lo que pasó para que no vuelva a pasar”. No hubo justicia. El paco se sigue vendiendo y no hay detenidos.
 

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