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Pasan cosas en Salta con el machismo

Miércoles, 03 de abril de 2013 20:21
El término machista sugiere cierta virilidad y libertad del hombre en detrimento del valor de la mujer.

Los diarios de la Argentina y de Salta abundan en relatos de abusos, violaciones de niñas o adolescentes, a veces por el propio padre o padrastro o por jóvenes.

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El término machista sugiere cierta virilidad y libertad del hombre en detrimento del valor de la mujer.

Los diarios de la Argentina y de Salta abundan en relatos de abusos, violaciones de niñas o adolescentes, a veces por el propio padre o padrastro o por jóvenes.

“Una menor denunció una brutal violación en banda”; “La violencia familiar existe desde siempre avalado por un mundo machista y patriarcal” (6 y 7 de enero 2013, El Tribuno). A este machismo se lo responsabiliza de la violencia de género. La sociedad intenta refrenar ese desprecio de los hombres por la vida de las mujeres.

El término machista sugiere cierta virilidad y libertad del hombre en detrimento del valor de la mujer. Es común escuchar en Salta “es un hombre machista” en el sentido de varonil, de macho.

Contrario a esta concepción generalizada, en este tipo de hombre las identificaciones no están del lado del padre sino que sostienen una gran madre.

El hombre machista está en oposición al hombre sin ambages, al hombre verdadero, el que está bien orientado en relación a una mujer.

El machismo supone estar entre la madre y la mujer. Por lo tanto, el hombre que se sitúa del lado macho de la sexuación está mal parado frente a la mujer, desconoce cómo tratarla y esto se manifiesta como un rasgo de perversión.

Aspecto de madre

En Salta se llama “doña” a la mujer mayor o con aspecto de madre. Es la madre venerada, la proveedora, a la que se le demanda amor, a quien hay que proteger y respetar. En cambio, la mujer es la que no tiene, a la que se maltrata, la que soporta la infidelidad, la que se vende o se explota.

El macho representa la sexualidad perversa polimorfa de Sigmund Freud. Este término es utilizado por en esta teoría para describir la primera infancia en la que aún no están los diques de la cultura y el niño pequeño en ocasiones es exhibicionista y cruel. La crueldad es parte del carácter infantil; en ese momento, el niño no tiene en cuenta el dolor de los demás. Más tarde, aparece la compasión y el pudor.

Sin embargo, estos instintos crueles y, por lo tanto, la condición perversa polimorfa, se mantienen en algunos sujetos durante toda la vida.

El niño se sabe indispensable para la madre, es importante que así sea; pero luego debe resignar este lugar y abandonar la perversión primaria. De modo que algo debe ocurrir en la vida de un niño que lo separe del amor incondicional de una madre, para no ser un adulto bestial o grosero con la mujer. Si acepta no ser todo para la madre buscará lo que le falta: ser amado por una mujer. Un hombre que maltrata o persigue a una mujer está atrapado en la relación dual imaginaria con la madre.

Costumbres ancestrales

En Salta, algunas madres mantenían costumbres ancestrales: enseñaban a sus hijas a servir al padre, al hermano y luego al esposo, varones que a pesar de ser mayores esperaban ser cuidados y atendidos como si fueran niños.

De hecho, no todos estos hombres son perversos. Para que el hombre sea violento debe haber una estructura perversa que haga lazo con lo que ha recibido de la cultura.

Entonces, los crímenes son también el resultado de una cultura, de una organización social a la cual pertenece el criminal. La sociedad aporta a sus habitantes una estructura simbólica con sus códigos y organización. Si el individuo es normal usará esta transmisión para conductas que le sirvan para vivir, pero si es psicópata intentará destruir al semejante.

Algunos asesinos veneran a la madre y odian al padre que los abandonó.

Lacan dice: “Madre santa, hijo perverso”. Esta idealización de la madre la deja como “una”, sólo a ella respeta, las otras no valen nada.

Así se constituye la sexualidad perversa en la que los hombres violan, queman y matan a las mujeres.

Es común escuchar en Salta “es un hombre machista” en el sentido de varonil, de macho.

Sociedad y crimen

Los crímenes son siempre un enigma. Sin embargo, buscamos encontrar las causas que motivaron el crimen como un modo de darle un marco simbólico a un acto propio de un animal salvaje, como fue el crimen de las jóvenes francesas.

Lamentablemente, ocurrió en Salta en la Villa San Lorenzo. En ese lugar, se encuentran grandes casonas de veraneo y extensiones de tierras heredadas. Los nativos de la villa fueron empleados por años de los señores de fortuna. Durante años, la vida transcurrió en armonía entre los ricos y los pobres, entre familias descendientes de inmigrantes y criollos, quienes mantenían una relación familiar y de trabajo y en algunos casos sin retribución de dinero dentro de ciertos cánones que podríamos considerar tradicionales y hasta feudales.

La globalización, la caída del nombre del padre, la pérdida de los ideales y de las tradiciones que sostienen a toda sociedad determinó el fin de esta armonía entre “patrones” y “empleados”.

El capitalismo borró las diferencias, todos somos consumidores. La segregación, la desigualdad económica y la discriminación dejaron de estar regulada por los ideales o las costumbres.

Lo familiar y doméstico se convirtieron en lo extraño y lo siniestro. Sigmund Freud dice: “Lo siniestro es aquella suerte de espantoso que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás”.

Aquel trágico día viernes, algunos hombres se encontraban bebiendo en la finca Los Maitines, un lugar aislado pero a minutos del centro de la villa veraniega.

Sin embargo, el estado de ebriedad no explica la violación y el crimen, ya que el alcohólico no va hacer lo que no sabe. Para el acto criminal hacen falta tres polos: una estructura perversa, psicopática y la angustia. Para los autores del crimen las chicas francesas encarnaron la desigualdad, lo extraño, quizás porque hablaban una lengua diferente.

Los presuntos responsables no hicieron nada para esconder el delito a pesar de que en la finca Los Maitines se encuentran profundos precipicios donde fácilmente se pueden borrar toda huella de un crimen.

Se puede pensar que actuó el interés inconsciente de ser castigados en un intento de hacer pasar algo de lo real al orden simbólico, a la ley humana.

Otro ejemplo de machismo en Argentina son los casos en los que el hombre pasa al acto, prendiéndole fuego a la mujer.

El fuego, según Freud, despierta la misma sensación que acompaña a la excitación sexual, y la llama por su forma y movimiento representa el falo activo. El fuego es la pasión, a la mujer se la quema para matar esa pasión y la llama es la potencia del perverso.

En estos casos, la crueldad originaria del hombre se presenta sin velos, es la perversión polimorfa de los años infantiles. El niño podrá superar la perversión primaria si la mujer es portadora del “nombre del padre” e inventa una manera de ocuparse de los niños que le permita inscribirlos en la ley simbólica.

 

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