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Leer en familia, un estímulo para el enriquecimiento cultural

Viernes, 10 de mayo de 2013 23:58

 

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Todo comenzó con una simple conversación, de ésas que uno acostumbra a entablar con quien se encuentra ocasionalmente. Bien sabemos que es inevitable que en una charla entre mujeres no se mencionen a sus hijos. Entonces ese diálogo que parecía forzado en un principio, se torna relajado y hasta se esbozan sonrisas. Los demás temas se vuelven secundarios, hasta poco interesantes. La persona que antes se mostraba distante, parca, se entusiasma y refiere cuanto detalle le permite el tiempo de la conversación, sobre el modo de ser de su hijo. Si resulta ser un bebé ¡ni hablar!, el tiempo se eterniza.

En esas circunstancias me encontraba escuchando a una joven madre cuando surgió el comentario: “Hasta hace poco le leía un cuento todas las noches, pero descubrí que puede hacer lo mismo la computadora, y creo que le gusta más escucharla y ver sus imágenes”.

A partir de allí surgió un enriquecedor diálogo y concluimos que difícilmente la computadora pueda replicar el cariño con el que los padres pueden contar una historia. Tal vez usted recuerde una en particular, y si se deja guiar por su memoria, hasta pueda escuchar el tono de voz de quien le relataba cuentos en su infancia.

La anécdota referida me llevó a formular la siguiente pregunta: ¿Cómo lograr que todos leamos más en casa? Valen unos consejos que tal vez les sirvan de ayuda para meterse de lleno en el maravilloso mundo de la lectura:
Anímese a ser el protagonista de un clima familiar verdaderamente estimulante para la mejora cultural de los suyos, ya que son los padres los primeros responsables de la cultura familiar.

Aproveche las ocasiones en que la intimidad familiar es mayor (fin de semana largo, un viaje) para aprender juntos y unos de otros, ya que es un proceso en el que se enriquecen todos los integrantes del grupo.
Acote al mínimo el tiempo de ver la televisión, ya que absorbe la mayor parte del tiempo libre.

Facilite a sus chicos el acceso a la verdadera cultura, preocupándose por proveerles intencional y sistemáticamente de libros interesantes y acordes a su edad. Se recomienda ir formando una biblioteca, primero infantil y luego, juvenil.

Ubique los libros en un lugar accesible de la casa.

Lea en un sitio donde los hijos puedan ver que sus padres tienen el hábito de la lectura.

Otra forma de motivación, es convertir el hecho de comenzar a leer un libro, en una noticia a ser compartida en la conversación familiar del día. Con respecto a los más pequeños, leerles cuentos y dejarles luego el libro para que lean solos también es una manera de incentivar su interés por la lectura.

En el caso de que los adolescentes planteen alguna inquietud, estar atentos para sugerirles una lectura adecuada. Es recomendable adelantarse a sus deseos, llevando al seno del hogar lecturas que valgan la pena.

Coincidir de vez en cuando padres e hijos en el lugar y momento de la lectura es una buena ocasión para preguntarse por el contenido que leen sus hijos y cómo les influye aquello que leen, ya que un libro puede influir más que un amigo, tanto para bien, como para mal.

Considero que los hijos deben consultar a sus padres todo lo que pretenden leer. En el caso de que la pretensión sea inadecuada, es conveniente darles el por qué, para que vayan teniendo el criterio necesario para elegir libros por sí mismos.

Usted puede animar a sus hijos a que se hagan preguntas previas a la lectura de cualquier tema, para ayudarlos a comprender y captar su esencia.

Leer una buena historia, puede ser una ocasión para cultivar la capacidad crítica de los hijos; lo fundamental, de lo secundario; lo valioso de lo no valioso. En pocas palabras, un buen libro es un gran aliado de los padres a la hora de educar.

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