A principios de 2012, El Tribuno se dirigió hacia el sur salteño para entrevistarse con los pobladores de ese sector, quienes dijeron haber escuchado al menos cuatro grandes estallidos en las localidades de Antillas, San Lorenzo y El Potrero, en el sudeste de Rosario de la Frontera.
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A principios de 2012, El Tribuno se dirigió hacia el sur salteño para entrevistarse con los pobladores de ese sector, quienes dijeron haber escuchado al menos cuatro grandes estallidos en las localidades de Antillas, San Lorenzo y El Potrero, en el sudeste de Rosario de la Frontera.
En ese momento, los testimonios hablaban de fuertes explosiones seguidas por temblores y se sospechaba que en la zona del cerro Negro se encontraba un volcán en erupción.
“La tierra bramó”. “Fueron como grandes reventones”. “Fue un ruido bien fuerte y después como una sacudida en el suelo”, dijeron, asustados, los habitantes del lugar.
Un año después, un informante ligado a la investigación de los vuelos irregulares en la zona, aseguró a este matutino que “no había un volcán en erupción, eran motores de las avionetas de los narcotraficantes”.
“Tras los testimonios tomados por El Tribuno, se acercó un grupo de expertos y desmintió que se trate de un volcán. Ellos realizaron tareas en el cerro y luego nos dijeron que esos ruidos eran de las turbinas de las aeronaves ilegales. Más de uno se quedó con la boca abierta”, recordó.
Pequeñas pobladas
Para quienes conocen la zona mencionada, les resultará extraño que tanto movimiento delictivo se realice en pequeños lugares escasamente poblados como lo son El Potrero, Antillas y San Lorenzo.
Cabe destacar que El Potrero (también conocida como Cochabamba) es una localidad que cuenta con menos de 500 habitantes, según cifras oficiales.
Por su parte, Antillas, es un pueblo ubicado 10 kilómetros al sur de El Potrero y solo cuenta con aproximadamente 700 pobladores, mientras que en el paraje San Lorenzo son menos de 300 los residentes que viven en la actualidad.
Lamentablemente, esa tranquilidad de la zona rural fue elegida como punto de estacionamiento para los transportadores de cocaína y marihuana, quienes transitan tanto por aire como por tierra sin tener controles fijos sobre ellos.