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?Hay que dejar de pensar en la discriminación en función del voto?

Domingo, 12 de mayo de 2013 15:26

Rodrigo Liendro preside Aludis (Asociación de Lucha por la Diversidad Sexual) y es estudiante de la carrera de Historia de la Universidad Nacional de Salta. También es militante social. Un luchador de ideas claras y críticas que, en Salta, enriquece el debate sobre temas sensibles y urgentes: la discriminación, la prostitución, la creación de un área de diversidad sexual en el municipio y la garantía de que las personas transgénero puedan recibir tratamientos en el marco de la salud pública. En un extenso diálogo con El Tribuno se refirió a todos estos temas y remarcó que falta voluntad política en pos de mayor inclusión.

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Rodrigo Liendro preside Aludis (Asociación de Lucha por la Diversidad Sexual) y es estudiante de la carrera de Historia de la Universidad Nacional de Salta. También es militante social. Un luchador de ideas claras y críticas que, en Salta, enriquece el debate sobre temas sensibles y urgentes: la discriminación, la prostitución, la creación de un área de diversidad sexual en el municipio y la garantía de que las personas transgénero puedan recibir tratamientos en el marco de la salud pública. En un extenso diálogo con El Tribuno se refirió a todos estos temas y remarcó que falta voluntad política en pos de mayor inclusión.

El 17 de mayo es el Día Mundial de la Lucha Contra la Discriminación Sexual. ¿Cuáles son las luchas pendientes?

Primero que se implementen políticas reales de inclusión social, laboral y cultural para el colectivo LGBT (siglas que designan colectivamente a lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero). En Argentina hay dos leyes que sin dudas han marcado un antes y un después: la del Matrimonio Igualitario y la de Identidad de Género. Son dos leyes que están dentro del plan de ciudadanía por el que el movimiento de gays, lesbianas y trans han venido bogando en la democracia y más fuertemente en esta última década, producto de mucho debate.

Creo que en esta provincia, como en muchas otras, es necesario avanzar hacia programas inclusivos porque sino el concepto de igualdad a través de la ley no se refleja en el concepto de ciudadanía, en el día a día.

Hablás de políticas inclusivas. ¿Creés que hay voluntad política?

Creo que hay mucho desconocimiento. Desde Aludis y en conjunto con otras organizaciones venimos trabajando para instalar el debate. Muchas veces pedimos audiencias a autoridades de la provincia y municipales para acercarles nuestra mirada sobre la necesidad de que hayan políticas transversales. Sin dudas aún quedan sesgos de discriminación en algunos funcionarios, aunque en realidad muchos actúan desde el desconocimiento. Por eso creemos que nuestra tarea es hablar de la importancia de incluir. A la democracia se la fortalece con mayor participación.

¿Creés que el que haya tanto desconocimiento y tanto por hacer habla de una sociedad aún con cierta tendencia al individualismo?

Soy muy taxativo en ese sentido. Yo creo que hay un movimiento desde abajo hacia arriba que rompe prejuicios. No es casual que en Salta existan grupos que rompen el estereotipo de la sociedad conservadora que, entre otras cosas, pelea por la despenalización del consumo de marihuana, por ejemplo. Eso no se veía antes acá. También se debate sobre el acceso a los derechos reproductivos... Temas que quizás antes ni se los pensaba desde arriba hacia abajo. Hay movimientos de mujeres de pueblos originarios, movimientos organizados de diversidad sexual y otros colectivos sociales que lo que plantean es una apertura, una mayor participación y visibilidad. Creo que la contradicción y el conflicto se dan cuando se dictaminan políticas de arriba hacia abajo que no llegan a cubrir a las mayorías, entonces vemos cuestiones como el problema del acceso a la vivienda, el acceso a una educación pública y gratuita o a derechos básicos como los servicios públicos. Cuando esos derechos no se garantizan la gente sale a la calle.

En el peor de los casos confluye en flagelos como la delincuencia...

El delito podría resolverse con una simple ecuación: una mayor distribución de las riquezas. Así bajarían los índices de delito, de exclusión. Creo que así podríamos tener una ciudadanía plena en la que muchos ciudadanos puedan acceder verdaderamente a sus derechos.

¿En qué ha cambiado fundamentalmente la legislación del matrimonio igualitario?

Hay un antes y después, sin dudas. Y más visibilidad. Creo que ese debate significó mucho porque en la gran mayoría de las casas en Argentina fue un tema del que se habló y eso generó una apertura hacia el colectivo, por así decirlo. También significó libertad. Yo sí lo noto. No se cuántos casamientos hubo hasta ahora en la provincia, pero se que fueron muchos y eso habla de que es algo que les significa el acceso a otros derechos. Tiene que ver con algo muy amplio como lo es construir un proyecto de vida con alguien. En definitiva se trata de un debate sobre el amor, de la posibilidad de que dos personas del mismo sexo se amen y que eso es algo tan natural como otras formas de amor que existen. El tema es que estas relaciones siempre han sido las menos porque históricamente se han impuestos modelos de familia, de amar o de relación afectiva sexual. Con esta ley, de alguna manera se acepta que los gays, lesbianas, travestis y transexuales existimos y que somos ciudadanos y ciudadanas. Fundamentalmente creo que lo logrado mejora la calidad institucional de nuestro país. Esto no es solo para la comunidad homosexual, es también para una Argentina sin discriminación.

Da la sensación de que a pesar de que se va avanzando desde lo cívico, los cambios culturales se dan mucho más lentamente, ¿no?

No lo se. Creo que si esta ley no salía, el debate ya estaba ganado. Porque se habló mucho al respecto. La minoría fue la que representa desde siempre a quienes tienen miedo a dar un paso hacia una sociedad progresista. Lamentablemente, muchos, dentro de esa minoría, son los que están al mando de la política. En ese punto se entiende porqué muchos no se manejan desde el tema de los derechos humanos, sino desde el voto.

En ese sentido, ¿creés que está muy instalada la idea de que vivimos en una sociedad conservadora?

Yo no generalizaría. Quedan rasgos de conservadurismo, pero también los hay de mucho liberalismo. Esa es la diversidad maravillosa que hay que explotar en nuestra sociedad. No hay un sinónimo de salteño o de salteñidad. Hay salteñidades diversas. Me parece que eso es muy bueno, de lo contrario quedamos muchos afuera. El paradigma de la diversidad, en todos sus sentidos (religioso, político, sexual, étnica) vuelve a nuestra sociedad más rica.

¿Cuál es la postura de Aludis sobre a la creación de una zona roja?

Nuestra postura sobre la zona roja, en realidad, es que el debate debe pasar por otro lado. Creemos que el Estado tiene que generar un debate más profundo. Consideramos que este tema hoy debe ser una oportunidad para discutir sobre políticas públicas transversales, como dije antes, en materia de inclusión laboral, educativa, sanitaria y de viviendas. Sin dudas el trabajo formal nos dignifica y nos genera la posibilidad de proyectos de vida más dignos.

 ¿Fue un avance la ley que permitió el cambio de identidad de género, en Salta?

Es la puerta que se abrió para una verdadera inclusión del colectivo trans. Históricamente fue el grupo más vulnerado en sus derechos por no haber obtenido una identidad desde el nacimiento acorde con su sentir, con su deseo. Para ellos, eso significó básicamente postergación. Significó haber sido echados de sus casas, golpes, asesinatos y cosas tremendas. Solo por no pertenecer a los cánones de macho - hembra, varón - mujer que también es cuestionable. ¿Qué es ser varón o ser mujer?. Si hablamos biológicamente hay un consenso, pero si hablamos de roles o de identidades hay una gran diversidad y es muy discutible. En ese sentido la Ley de Identidad de Género viene a subsanar el primer derecho que está planteado en la Constitución Nacional: el derecho a la identidad.

¿Es correcto asociar a los transexuales con la prostitución?

Han sido excluidos siempre a ese ámbito. Por eso digo que falta voluntad política en pos de la inclusión. Nuestra labor es hacer proyectos, difundir y hacer actividades para visibilizar. Ya es hora de que la discriminación deje de ser una cuestión mediante la que se especula para el voto. El acceso a la salud pública para las personas del colectivo trans sería un avance muy importante y los libraríamos de la condena de hacerse esos tratamientos hormonales sin prescripción médica y con las consecuencias que eso les trae.

¿Cómo podrían implementarse políticas de salud pública?

Las políticas integrales en materia de salud implicarían que las personas trans puedan desarrollar su proceso de transformación en el ámbito público o a través de la obra social. Hoy no sucede eso. No tienen el acceso a la salud garantizado completamente. El artículo 11 de la Ley de Identidad de Género no se aplica en ninguna provincia y creo que no es una cuestión de presupuesto, sino más bien de voluntad política. En Salta ya hemos pedido varias audiencias al Ministerio de Salud, pero sin respuesta. El acceso a la salud es universal y en el caso de las personas trans, es de vida o muerte.

¿Qué propone Aludis?

Estamos trabajando en campañas por la visibilización. También estamos trabajando en pos de informar que el artículo 11 de la Ley de Identidad de Género no se aplica en la provincia y no por una cuestión de presupuesto, sino de voluntad. El artículo 11 de la Ley de Identidad de Género dice que toda persona tiene derecho al acceso de salud pública y señala también que si el paciente desea iniciar una transformación del cuerpo y adecuarla a su identidad psicosocial, tiene el derecho y la opción de ir al hospital público. Debe comenzarse a desconstruir lo que se ha construido, para no seguir reproduciendo la discriminación. Deben, además, comenzar a visibilizarse a otras realidades.

¿Queda pendiente la creación de un área de diversidad sexual en el municipio y mayor inclusión?

Es un momento de oportunidad para que el Estado municipal y el Estado provincial avancen hacia un programa provincial de igualdad de trato y oportunidades para las personas trans. Sólo así se contemplarían políticas inclusivas de trabajo, educación y vivienda.

¿La prostitución es una elección o una “no opción”?

Muchas de las personas que se prostituyen están condenadas a eso, producto de la exclusión histórica. Quién se prostituye ha sido violentado, ya sea por el Estado o por el propio entorno que no ha hecho nada para que no caiga en eso. La violencia se transmite de arriba hacia abajo y se horizontaliza cuando discriminamos. Una tarea del Estado debiera ser tratar de revertir la imagen, de los estereotipos que “no tienen lugar” en esta sociedad.

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