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Doctor Rodolfo Goya: se congelará para intentar resucitar en otro siglo

Jueves, 16 de mayo de 2013 08:48

Cuando uno escucha a Rodolfo Goya, bioquímico e investigador del Conicet, se queda con la boca abierta. El pensamiento también se abre y fluyen cuestionamientos existenciales. Este científico que cualquiera podría llamar loco, sólo tiene fe en la ciencia y a ella le confía su vida eterna. Por eso ya firmó un contrato con el Instituto de Criónica de Michigan, en Estados Unidos, para congelar su cuerpo en nitrógeno apenas muera por la suma de 35 mil dólares. Cree ciegamente en los avances tecnológicos y espera poder ser revivido en otro siglo. Como él, otras 2500 personas en el mundo firmaron la petición para que se les aplique esta técnica al morir. Y hasta ahora, 250 personas fueron criopreservadas sosteniendo la misma ilusión del doctor Goya, quién no duda en marcar la distancia entre lo que será su muerte y la del resto: “La diferencia es una pequeña esperanza en nitrógeno contra ninguna esperanza en el cementerio”.

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Cuando uno escucha a Rodolfo Goya, bioquímico e investigador del Conicet, se queda con la boca abierta. El pensamiento también se abre y fluyen cuestionamientos existenciales. Este científico que cualquiera podría llamar loco, sólo tiene fe en la ciencia y a ella le confía su vida eterna. Por eso ya firmó un contrato con el Instituto de Criónica de Michigan, en Estados Unidos, para congelar su cuerpo en nitrógeno apenas muera por la suma de 35 mil dólares. Cree ciegamente en los avances tecnológicos y espera poder ser revivido en otro siglo. Como él, otras 2500 personas en el mundo firmaron la petición para que se les aplique esta técnica al morir. Y hasta ahora, 250 personas fueron criopreservadas sosteniendo la misma ilusión del doctor Goya, quién no duda en marcar la distancia entre lo que será su muerte y la del resto: “La diferencia es una pequeña esperanza en nitrógeno contra ninguna esperanza en el cementerio”.

“Nací el 6 de julio de 1951 en la Plata, tengo 61 años. Gastar 35 mil dólares en criopreservarse depende del valor que uno le de a la posibilidad de revivir algún día. En vez de estar en el cementerio, estaré guardado en un termo con nitrógeno”. No cree en Dios, pero curiosamente visitó Salta varias veces en septiembre, durante la mística época del Milagro. Con mucho entusiasmo se presenta: “Soy bioquímico, investigador del Conicet, trabajo en la facultad de medicina de La Plata donde dirijo un grupo de investigación que trabaja sobre el envejecimiento cerebral. Es un tema que siempre me cautivó, desde adolescente, porque me preocupó la muerte de mis seres queridos. A los 18 años no pensaba en mi vejez ni en mi muerte, por eso decidí dedicar mi vida a tratar de vencer el paso del tiempo. Así fue como estudié Bioquímica porque consideré que era la carrera que me iba a acercar las herramientas científicas para abordar el tema del envejecimiento”.

Es casado, no tiene hijos y su madre vive con 84 años. “Ellas no quieren congelarse, pero respetan mi decisión. Creo que todos se plantean en algún momento el tema de la vejez y la muerte. Por eso existen las religiones, quizás. Desde tiempos inmemoriales el hombre ha querido vivir eternamente y las religiones ofrecían eso. Y lo siguen ofreciendo con mucho éxito. Sólo que ahora la ciencia ofrece la posibilidad emergente, en un futuro no tan lejano, a través de la tecnología que cada vez se parece más a la magia por lo que logra”.

Y viéndolo así, tal vez el desafío del próximo siglo sea conseguir que el hombre no muera. “Eso de no morir está en el instinto humano, pero antes debe comprender el fenómeno del envejecimiento, llegar a rejuvenecer el cuerpo y después llegará el combate contra la muerte. Muchas cosas han parecido imposibles: los celulares, los satélites, los aviones, internet, la clonación. Imagínese todo eso hace 500 años. De decirlo se hubiera pensado que uno era brujo o loco”. A Goya la vida lo fascina de tal modo que no quiere dejar de beber ni un sorbo de sus días. Sobre lo que imagina cuando se despierte del frío, no dudó: “Suponiendo que salga todo como lo deseo, me apasiona la idea de despertarme en otro siglo y reconozco que no tengo la capacidad de imaginar cómo sería. Supongo que pasarán 100 años o más para que la ciencia pueda revivir a un paciente congelado y el mundo habrá cambiado mucho. Imagínese que Colón o San Martín hubieran sido criopreservados y se despertaran hoy”.

¿Y en qué consiste? “La criopreservación consiste en que ni bien el paciente es declarado legalmente muerto, el equipo de criónica le inyecta en las arterias un fluido criopreservador que desplaza toda la sangre y la reemplaza por un fluido que evita que se forme hielo con cristales puntiagudos que rompen las células. Esas sustancias criopreservadoras vitrifican los fluidos y las células no se dañan. Es lo que se usa corrientemente para congelar embriones humanos y de animales y luego revivirlos”. Pero hoy no se puede revivir cuerpos congelados. “El problema se plantea en el tamaño del ser que se descongela. Hoy sólo se puede descongelar algo muy pequeño como la célula, un embrión o un óvulo”.

Por supuesto aclaró: “No creo en Dios. No tengo ninguna evidencia de que exista. Soy un científico que ve a Dios como algo mágico, que no se puede explicar ni probar. No le imprimo dramatismo a esta decisión porque la muerte es una vieja conocida para mi”.

TRES SITIOS EN EL MUNDO

La criopreservación se hace en tres organismos en todo el mundo, dos en Estados Unidos y uno en Rusia. El costo varia entre 35 mil dólares que es lo que cobra una institución vip de Arizona, en Estados Unidos.
 

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