Tras cinco días de búsqueda, apareció ayer Micaela Vidal, una chica de 16 años a la que habían visto por última vez cuando salió para ir a gimnasia. La rastreaba la Policía y temían que fuera víctima de la trata de personas, pero se había ido por problemas familiares.
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Tras cinco días de búsqueda, apareció ayer Micaela Vidal, una chica de 16 años a la que habían visto por última vez cuando salió para ir a gimnasia. La rastreaba la Policía y temían que fuera víctima de la trata de personas, pero se había ido por problemas familiares.
Micaela había salido de su casa del barrio 226 Viviendas el miércoles antes de las cuatro de la tarde para ir a hacer educación física en la escuela República de Turquía. Sin embargo, nunca había entrado a la clase.
Una mujer y un joven que estaban en la puerta del colegio habían dicho que la vieron irse en un auto rojo con dos personas más el mismo día. Desde entonces, no se sabía de ella.
El jefe de la División Trata de Personas, Diego Bustos, informó a El Tribuno que una patrulla encontró a Micaela caminando por el barrio Caballito ayer después de las seis de la tarde.
“Había estado en la casa de un amigo y, cuando supieron que la estaban buscando, él le dijo que volviera a su casa. Apenas salió, la encontró un móvil policial”, describió Bustos.
De acuerdo a lo que se conoció ayer, Micaela se había ido por problemas familiares y ya había hecho lo mismo dos veces el año pasado.
Se temía que la adolescente hubiera entrado en contacto con redes dedicadas a la trata de personas, que pueden aprovechar cuando un chico está en una situación de conflicto para llevarlo con engaños o promesas.
José Luis Vidal, el papá de Micaela, dijo a este medio que su hija se había alejado de su casa por dificultades relacionadas con una relación que la familia no aprueba.
Hasta el cierre de esta edición, la adolescente estaba hablando con un equipo de la Policía y sus padres no habían podido dialogar con ella. En el caso interviene el asesor de Menores e Incapaces número dos, Cristian Babics.
“Las veces anteriores había aparecido a las pocas horas, pero ahora fueron días. La habíamos buscado en Hipólito Yrigoyen y Pichanal...”, relató José Luis Vidal.
El caso generaba preocupación por el riesgo que implica la trata de personas en el norte provincial, dada la cercanía de la frontera internacional.
Entre 2008 y fines del año pasado la Policía de la Provincia tuvo que rescatar a unas 170 personas de Salta que estaban siendo sometidas a la explotación sexual o laboral.
El jefe de la División Trata de Personas se había trasladado a Orán para coordinar la búsqueda.
Los riesgos en el norte provincial
La trata de personas preocupa especialmente en el norte provincial por la cercanía del límite con Bolivia, ya que el paso de un país a otro puede hacer que se pierdan los rastros de una víctima en horas.
“Es una frontera permeable en muchos sectores”, señaló Diego Bustos, jefe de la División Trata de Personas, a El Tribuno. El 27 por ciento de las mujeres que caen en la explotación sexual son menores de 18 años en el país, según la Unidad Fiscal de Asistencia para la Investigación de Secuestros Extorsivos y Trata de Personas.
La promesa de un trabajo es el anzuelo que suelen utilizar las redes de trata para que alguien acepte trasladarse a un lugar lejano de su ciudad de origen. Una vez que están en un territorio desconocido, sin forma de pedir ayuda o escapar, las víctimas quedan atrapadas.
Varias mujeres permanecen desaparecidas en Salta. Uno de los casos más recientes es el de Marcela Mamaní, una joven vista por última vez en febrero de 2012.