Jorge Rafael Videla fue enterrado en un cementerio privado de Pilar, unos 50 kilómetros al norte de Buenos Aires, confirmaron ayer a Efe fuentes judiciales.
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Jorge Rafael Videla fue enterrado en un cementerio privado de Pilar, unos 50 kilómetros al norte de Buenos Aires, confirmaron ayer a Efe fuentes judiciales.
Fuentes del Juzgado número 3 de la localidad bonaerense de Morón indicaron que, según detalla la licencia que presentó la familia de Videla, “se inhumaron los restos en el cementerio Memorial de Pilar”.
El exdictador fue enterrado el pasado 23 de mayo, el mismo día en que su cuerpo fue retirado de la morgue judicial de la capital argentina donde se le realizó la autopsia.
Videla, quien gobernó de facto Argentina de 1976 a 1981, falleció el viernes 17 de mayo a los 87 años, en la cárcel de Marcos Paz, provincia de Buenos Aires, donde cumplía condena a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar (1976-1983).
La autopsia hecha en la morgue judicial de Buenos Aires reveló que murió de un paro cardíaco derivado de las lesiones provocadas por una caída ocurrida el domingo anterior a su fallecimiento.
Su familia publicó un día después un aviso en la prensa en el que agradecía las expresiones de “solidaridad y condolencias” que recibió “de tanta gente”, y aseguraba orar por la “pacificación de los espíritus” para lograr la “concordia” en el país.
El Memorial de Pilar es el mismo cementerio donde fue enterrado Martínez de Hoz.
Dudas sobre su muerte
El escueto certificado de defunción está fechado en Marcos Paz el viernes 17 de mayo y dice así: “Interno Jorge Rafael Videla, 87 años de edad, que se lo encuentra sentado en el baño de su celda sentado en el inodoro inconsciente, sin pulso ni reacción pupilar. Se realiza ECG (electrocardiograma) y se constata óbito siendo las 8:25 hs. Paciente que fue evaluado en el día de ayer por presentar un cuadro de diarrea aguda, con deposiciones de baja cuantía. Se realizó laboratorio de guardia”.
El certificado está firmado por el doctor Jorge Alberto Domínguez, quien era el médico de guardia en ese momento. La lectura del certificado, en sí, no debería llamar la atención.