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El Gobierno simula cambios, para que nada cambie

Lunes, 06 de mayo de 2013 02:52

En alguna oficina amenazó con que, si le soltaban la mano, no se iba a quedar callado. En realidad la preocupación de Marcelo Cil, el ex secretario de Municipalidades, carecía de fundamentos sólidos y obedeció, simplemente, a un ataque de paranoia que lo asaltó en las primeras cuarenta y ocho horas de la semana pasada. Nunca el gobernador especuló con dejar solo, o suelto, a quién supo transformarse por derecho propio, en paradigma de los funcionarios cuyas evoluciones patrimoniales no guardan relación con los ingresos que perciben en el Estado. Además, como los pecadores son varios e incluyen a parientes o amigos de confianza, dejarlo a la intemperie sólo a él, en condición de chivo expiatorio, “hubiera sido inconveniente, poco creíble y hasta peligroso”, comentaba una persona que suele asesorar políticamente a Urtubey, pero que no anda en moto de alta cilindrada los fines de semana, no cambió de casa y se desplaza en un auto de baja gama. Un rara avis. Una suerte de urtubeicista ad-honorem.
Así fue que Marcelo Cil terminó en la Comisión de Preservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico de Salta (COPAUS). Desde allí tendrá la oportunidad de administrar el PRAC (Plan Regulador del Area Centro) de la ciudad de Salta, “en el contexto de una nueva política administrativa, más relacionada con las edificaciones y las exigencias inmobiliarias, que con la anterior visión cultural que tenía el COPAUS”. Lo decidió el gobierno en su momento, con el fin de readecuar un organismo que ya no depende del Ministerio de Cultura, sino del de Economía y Obras Públicas. Concretamente hay un área protegida, desde el año 2009, en la que se imponen restricciones al dominio y a las intervenciones arquitectónicas. Es la zona con mayor valor inmobiliario dentro de la ciudad y comprende un perímetro de veinte manzanas. Habrá entonces que seguir atentamente el trámite de las excepciones y permisos especiales dentro del área protegida, habida cuenta de la valiosa experiencia adquirida por Cil en la administración de los fondos destinados a los municipios.

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En alguna oficina amenazó con que, si le soltaban la mano, no se iba a quedar callado. En realidad la preocupación de Marcelo Cil, el ex secretario de Municipalidades, carecía de fundamentos sólidos y obedeció, simplemente, a un ataque de paranoia que lo asaltó en las primeras cuarenta y ocho horas de la semana pasada. Nunca el gobernador especuló con dejar solo, o suelto, a quién supo transformarse por derecho propio, en paradigma de los funcionarios cuyas evoluciones patrimoniales no guardan relación con los ingresos que perciben en el Estado. Además, como los pecadores son varios e incluyen a parientes o amigos de confianza, dejarlo a la intemperie sólo a él, en condición de chivo expiatorio, “hubiera sido inconveniente, poco creíble y hasta peligroso”, comentaba una persona que suele asesorar políticamente a Urtubey, pero que no anda en moto de alta cilindrada los fines de semana, no cambió de casa y se desplaza en un auto de baja gama. Un rara avis. Una suerte de urtubeicista ad-honorem.
Así fue que Marcelo Cil terminó en la Comisión de Preservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico de Salta (COPAUS). Desde allí tendrá la oportunidad de administrar el PRAC (Plan Regulador del Area Centro) de la ciudad de Salta, “en el contexto de una nueva política administrativa, más relacionada con las edificaciones y las exigencias inmobiliarias, que con la anterior visión cultural que tenía el COPAUS”. Lo decidió el gobierno en su momento, con el fin de readecuar un organismo que ya no depende del Ministerio de Cultura, sino del de Economía y Obras Públicas. Concretamente hay un área protegida, desde el año 2009, en la que se imponen restricciones al dominio y a las intervenciones arquitectónicas. Es la zona con mayor valor inmobiliario dentro de la ciudad y comprende un perímetro de veinte manzanas. Habrá entonces que seguir atentamente el trámite de las excepciones y permisos especiales dentro del área protegida, habida cuenta de la valiosa experiencia adquirida por Cil en la administración de los fondos destinados a los municipios.

SIMULACIONES Y DISPUTAS

Es que los cambios menores que ha hecho Juan Manuel Urtubey, en una administración acosada por el exhibicionismo propio de nuevos ricos, en el que militan algunos funcionarios; sumado a la epidemia de nepotismo que la atraviesa verticalmente, solo sirvió para simular un cambio. Nada cambia en el Grand Bourg. Todo se transforma y recicla, en una alegre calesita donde los protagonistas solamente cambian de lugar.
Entre tanto prosigue la campaña política del hermano del gobernador, del que, con piedad, dicen los que lo acompañan en sus giras, que conmueve poco a los auditorios. Esforzadamente un grupo de intendentes encabezado por el titular de Rosario de Lerma, Sergio Ramos, han montado una suerte de escenario móvil, al que ellos denominan “El Quincho”, que se desplaza por distintas localidades. “El Quincho” cuenta con un elenco estable de teloneros, que tratan de entusiasmar con sus discursos al público, antes de que suba al escenario el actor principal. Los acompañan, obligados, empleados de ceremonial del Estado, conductores de las 4x4, camarógrafos y periodistas encargados de relatar los actos. A veces, los protagonistas culminan la jornada con un asado. A los postres, relajados, los que tardan más en retirarse, suelen intercambiar confidencias. Fue en una de esas tertulias donde Moisés Sánchez, asesor político histórico de los hermanos Urtubey, dijo que el escándalo producido en la sociedad por la adjudicación de las casas en Lomas de Medeiros, sumado al afiche con la cara retocada por photo-shop del candidato a senador nacional -rematado por la leyenda “la misma sangre, la misma lucha”- era el equivalente a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Aludía al episodio protagonizado en 1983 durante el cierre de campaña del PJ en el Obelisco porteño, donde el ex intendente de Avellaneda quemó un féretro con la imagen de la UCR. A ese acontecimiento los analistas le atribuyeron una responsabilidad especial en la derrota de Italo Luder ante Raúl Alfonsín.
Así las cosas, por debajo del aspirante al premio mayor, se disputan la candidatura a diputado nacional en primer término algunos candidatos que amagan con entusiasmo, aunque se los nota algo deprimidos en la intimidad. Es que corre entre ellos el rumor, de que el caballo del comisario sería Fernando Yarade. “Porque Brito (Jorge)”, el dueño del Banco Macro, “se lo pidió a Juan”. Y se sabe que hay pedidos que no pueden rechazarse. Por su lado, Santiago “el Indio” Godoy le comenta a todo el mundo que dará pelea. Pero tiene problemas y lo suyo es interpretado, por ahora, solo como una amenaza radiofónica o televisiva. Esta vez, Miguel Isa no lo llevaría en sus listas. Y sin un tractor que lo arrastre, al “Indio” únicamente le queda la lengua, aseguran los que observan la correlación de fuerzas al interior del PJ.

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